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Teatro

Crítica

“La máquina de Turing”: El héroe infamado ★★★✩✩

Carlos Serrano (izda.) y Daniel Grao protagonizan "La máquina de Turing"
Carlos Serrano (izda.) y Daniel Grao protagonizan "La máquina de Turing"Elena C. GraiñoTeatros del Canal

Autor: Benoit Solès. Director: Claudio Tolcachir. Intérpretes: Daniel Grao y Carlos Serrano. Teatros del Canal (Sala Verde), Madrid. Hasta el 15 de noviembre.

La sombra de Alan Turing sigue siendo alargada; y no solo en el campo de la ciencia, sino también en el de la ficción. La literatura, el teatro y el cine vienen, desde hace ya más de 30 años, abordado con gran éxito la figura de este brillante matemático e informático británico. Ahora llega a España, de la mano del director argentino Claudio Tolcachir, esta premiada función de Benoit Solès, basada a su vez en la obra “Descifrando el código” de Hugh Whitmore, que también sirvió de base para una película homónima en 1996.

Sin entrar en detalles concretos –que probablemente serían latosos dentro una obra de teatro– sobre la aportación de Turing a la ciencia, la obra trata de ahondar, más que en ninguna otra cosa, en el hombre que hubo detrás del matemático; un hombre que, a pesar de haber inventado una máquina decisiva para el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, fue condenado socialmente, debido a su homosexualidad, por la misma gente a la que había salvado de las garras de Hitler. Igual que en otras ficciones sobre este personaje real, también aquí se subrayan los rasgos excéntricos en el carácter y la fisonomía de Turing, algo que algunos historiadores no ven muy demostrado, más allá de la tartamudez que sí se sabe que padeció.

En cualquier caso, desde el punto de vista puramente teatral, esta posible licencia se convierte en un auténtico caramelo para que un buen actor, como es Daniel Grao, se luzca haciendo una meticulosa composición de esas que levantará sonoros aplausos allá donde vaya la función recale. Junto a él, Carlos Serrano tiene la papeleta menos agradecida, pero no menos difícil, de conducir el juego y el ritmo dramáticos metiéndose en los otros personajes que interactúan con Turing a lo largo del relato.

En resumen, “La máquina de Turing” es uno de esos montajes que sirven bien para demostrar que el teatro comercial no tiene por qué ser más burdo ni más fácil que el llamado teatro de autor, y que su condición de “comercial” le tiene que venir dada solamente por tener ingredientes muy apetecibles para un número muy amplio de paladares. En este caso, esos ingredientes son la sorprendente historia real del protagonista, las posibilidades que ofrece este como personaje, por sus atípicas características, para que un actor conocido y bueno pueda brillar interpretándolo, y el nombre, asociado al producto, de un director de prestigio internacional que haya sabido, además, ganarse ya el favor del público en trabajos anteriores. Y de todo eso hay en esta función.

Lo mejor

Daniel Grao aprovecha perfectamente el vehículo de lucimiento que han puesto a su alcance.

Lo peor

Hay algunas lagunas e inconexiones en el desarrollo dramatúrgico de la historia.