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El empate en las elecciones estadounidenses que terminó con la muerte de Hamilton en un duelo

Su oposición a Aaron Burr terminó con un lance de honor, en 1804, a las afueras de Nueva Jersey, en el mismo lugar en el que su hijo había fallecido en otro desafío
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El aspirante Thomas Jefferson y John Adams, vicepresidente con Washington y presidente desde 1797, protagonizaron las elecciones presidenciales de 1800 en Estados Unidos. Mientras la campaña del segundo ya venía debilitada por los impuestos impopulares y las fuertes luchas internas federalistas, el bando republicano se enfocaba en las Leyes de Extranjería y Sedición, a la vez que acusaban a los federalistas de ser monárquicos en la sombra. Por su parte, estos señalaban a Jefferson de ser un “libertino impío esclavo de los franceses”. Se presentaba así “una de las elecciones más amargas en los anales de la historia estadounidense”, según las definió la historiadora Joyce Appleby.
Finalmente, los republicanos ganaron. Sin embargo, en ese sistema electoral que nos suena tan lejano, Jefferson todavía no habría derrotado a Aaron Burr, su candidato a vicepresidente, en la elección a presidente. Inesperadamente, recibieron el mismo número de votos. El fracaso de los demócratas-republicanos en ejecutar su plan de otorgarle a Jefferson un voto más que a Burr resultó en un empate que requirió la decisión recaía en la Cámara de Representantes, dominada por los federalistas. Hamilton presionó a los representantes de su cuerda para que se decantasen por el que consideraban el “mal menor”, Jefferson.
Alexander Hamilton hubiera hecho casi cualquier cosa para que Burr no gobernara: “Nada me ha causado tanto disgusto como saber que el Partido Federalista estaba considerando seriamente apoyar al Sr. Burr como presidente. Si se lleva a cabo el plan, lo consideraré como una sentencia de muerte para nuestro país. El Sr. Burr probablemente aceptará condiciones, pero se reirá mientas lo haga y las romperá en la primera oportunidad que tenga”, escribía el estadista en una carta a James McHenry.
Así, el 17 de febrero de 1801 la Cámara eligió presidente a Jefferson y vicepresidente a Burr. No tardaron algunos oponentes de Jefferson en argumentar que se habían inflado el número de electores del Sur, pero Jefferson ya no se movería del cargo hasta terminar su mandato hasta 1809. Fue la primera vez que llegaba al poder el Partido Demócrata Republicano, marcando un hito en la historia de Estados Unidos. Como escribió Gordon S. Wood, historiador, “fue una de las primeras elecciones populares en la historia moderna que resultó en la transferencia pacífica del poder de un partido a otro”.
Los años pasarían, pero el germen de la rivalidad entre Hamilton y Burr ya estaba sembrado. Solo habría que darle tiempo para que explotara. Concretamente hasta 1804, cuando Jefferson dio a entender que no incluiría a Burr en su candidatura para las elecciones presidenciales. Entonces, el vicepresidente decidió postularse como gobernador del estado de Nueva York. Fue ahí cuando Hamilton comenzó con su campaña contra Burr, que se presentaba como candidato independiente. Era “un hombre peligroso y uno en el que no se debe confiar las riendas del gobierno”, afirmaban los críticos.
El intercambio se intensificó hasta que Burr exigió que Hamilton se retractara o negara cualquier declaración que menospreciara su honor durante los últimos quince años. Hamilton, que ya había sido deshonrado por el escándalo de adulterio de Maria Reynolds, consciente de su reputación, no lo hizo. Según el historiador Thomas Fleming, Burr habría publicado inmediatamente tal disculpa y el poder restante de Hamilton en el partido federalista de Nueva York habría disminuido. Burr respondió desafiando a Hamilton a un duelo bajo las reglas estipuladas y este aceptó.
El 11 de julio de 1804, los enemigos se encontraron en las afueras de Weehawken, Nueva Jersey , en el mismo lugar donde el hijo mayor de Hamilton había muerto en un duelo solo tres años antes. Ambos hombres dispararon y Hamilton resultó mortalmente herido por un disparo en la cadera.
Los observadores no dejaron claro el devenir del momento. Sí coinciden en que hubo tres a cuatro segundos entre el primer disparo y el segundo. Inlcuso el historiador William Weir especuló con que Hamilton trucó el gatillo de su pistola para requerir solo media libra de presión en lugar de las habituales diez. Los profesores Nancy Isenberg y Andrew Burstein apoyan esta teoría y aseguran que la pistola de Hamilton “tenía un cañón más grande que las normales, y un gatillo secreto, por lo tanto, eran mucho más letales”. Sin embargo, concluyen que Hamilton se dio a sí mismo una ventaja injusta que de poco le sirvió.
Cada hombre hizo un disparo, y si el de Burr hirió fatalmente a Hamilton, el de este no encontró a su destinatario. La bala de Burr entró en el abdomen de Hamilton por encima de su cadera derecha, perforando el hígado y la columna vertebral. Burr fue acusado de múltiples delitos, incluido asesinato, en Nueva York y Nueva Jersey, pero nunca fue juzgado en ninguna jurisdicción. Huyó a Carolina del Sur, pero pronto regresó a Filadelfia y, luego, a Washington para completar su mandato como vicepresidente. Evitó Nueva York y Nueva Jersey hasta que todos los cargos en su contra fueron retirados.

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