Crítica para Teresa Berganza
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Obras de M.García, J.Turina, F.Poulenc, F.Lopez, J.Guerrero, F.Moreno Torroba, C.Maiz, A.Vives, R.Saoutullo, R.Calleja, T.Barrera. Ismael Jordi, tenor y Rubén Fernández Aguirre, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 28 de noviembre de 2020.
Anteayer, en una de nuestras conversaciones diarias, me decías cuánto te hubiera gustado asistir al concierto de Ismael en la Zarzuela. Efectivamente ha sido un apena que, por precaución, no te permitan el contacto social, porque lo hubieras pasado en grande. Fíjate, yo disfruté más que con el de Juan Diego en el Auditorio y es que la mucho más familiar Zarzuela es definitiva para el canto con piano. Me pediste que te llamase para contarte como fue, ya que le tienes mucho cariño a tu exalumno Ismael. Me dijiste que es un chico muy majo y que tuviste una estupenda relación personal con él. También que hablasteis ayer y le comentaste que tenía que sonreír más en escena. Tienes razón, se muestra simpático, pero podía estar menos serio. Bueno, pues aquí te escribo mi relato.
Salió arrollando, con ese “Caramba” de Manuel García, que tu bordabas con tu picardía habitual y él demostró que también. Fundamentalmente por una razón muy simple: es un maestro en el decir, como lo eres tu. Todas las palabras le salen clarísimas, las sabe expresar y las imprime intención. Te añadiré que aún añadió más medias voces de las que tu hacías y fueron perfectas las muchas coloraturas. Siguió con otras dos del mismo autor para pasar a Turina, en cuya “Saeta en forma de salve” ya se metió al público en el bolsillo, para arrancar aún más aplausos en unos “Cantares” muy bien fraseados. Tras ellos el oportuno descanso vocal para que Rubén Fernández Aguirre tocase una formidable interpretación de la “Improvisación 15 en homenaje a Edith Piaf”, como él mismo se encargó de expresar al público “No me ha salido nada mal”, antes de dar las gracias al teatro por la oportunidad. También se las dio Ismael, anunciando que se ponía el nombre de Alfredo Kraus al palco n.6 y que en la sala estaba su hijo. Ya estáis juntos Montserrat, Plácido, Alfredo y tu. Seguro que se añadirán más. Terminó lo que hubiera supuesto una primera parte, aunque no hubo descanso, con una impresionante versión del “Acapulco” de “El cantor de México” y dos piezas más de la misma opereta, que abordó cientos de veces Luis Mariano en el Chatelet parisino y que él también lo hizo. ¡Qué forma de filar, apianar, jugar con las medias voces, la messa di voce, y la intención!
Luego la parte de zarzuela con una selección muy “krausiana”, empezando por “Flor roja” de “Los Gavilanes”, siguiendo por “De este apacible rincón de Madrid” de “Luisa Fernanda”. En este punto Rubén se lanzó al virtuosismo con las “Pinceladas líricas” de Imaiz. Todo un tour de force. Es, posiblemente, el mejor pianista acompañante español actual y me hizo recordar a tu Felix Lavilla. Este concierto me trajo muchos recuerdos, empezando por el día en que José Antonio Campos, Emilio Sagi y yo escuchamos por vez primera a Ismael. Fue en Avilés, con “Los amantes de Teruel” de Bretón, y ya vimos unas posibilidades que ha desarrollado mucho más de lo entonces esperado hasta alcanzar la madurez actual. La voz ha ensanchado sin perder nada en un registro alto que domina sin problema alguno y, aunque se adelgace un poco por arriba lo compensa con una mejor proyección. Sobresale una musicalidad y un gusto exquisito en el decir, al que acompaña cada vez con una mayor expresividad e intención en cada frase. Sinceramente, aunque recibiese una gran ovación, no me pareció su aria de “Doña Francisquita” lo mejor de la noche. La sombra de Alfredo es quizá demasiado alargada. Sí en cambio el “Bella enamorada” de “El último romántico” que te dedicó a ti, recordándoos a ambos en su etapa de la Escuela Reina Sofía y confesando que, de vosotros, aparte de la técnica, aprendió el amor y el respeto a la profesión. Creo que dio lo en ella lo mejor de sí mismo. Como también en ese “Adiós, Granada”, una romanza que él ama especialmente y que me trajo otros dos recuerdos: el de Pedro Lavirgen, que la cantaba con emoción, y el de Diego Martínez, exdirector de su festival recientemente fallecido.
Luego las propinas: un homenaje al también jerezano Manuel Alejandro con ese “Se nos rompió el amor” que hizo célebre Rocío Jurado, y dos nuevas piezas muy “krausianas”: la de “Werther” y la de “La Tabernera del puerto”. Hubieran podido ser muchas más porque el público no se cansaba, pero había sido más de hora y media seguida de canto y piano. Una sesión de auténtico disfrute. Yo también tengo que dar gracias al teatro y los artistas. Ay, Teresa, ¡cómo siento que no estuvieses!