Sección patrocinada por sección patrocinada
Libros

Obituario

John le Carré, el espía fiel

La literatura despide a uno de los autores de novelas de suspense más famosos del mundo

El escritor británico John le Carré, en una imagen de archivo
El escritor británico John le Carré, en una imagen de archivoRPE©GTRESONLINE

Ha muerto John le Carré a los 89 años, uno de los autores de novelas de suspense y espías más famoso del mundo. Como Graham Green, también trabajó como espía y como él también traicionó al servicio secreto británico escribiendo novelas de intriga internacional en donde filtraba la información que conocía de primera mano.

En su magnífica biografía «Volar en círculos», contó sus experiencias como espía y en qué medida las críticas de sus compañeros de oficio no fueron certeras. «En algunas de mis novelas –escribe–he pintado a la Inteligencia británica como una organización mucho más competente de lo que es en la vida real. O que, según uno de sus oficiales de mayor rango, ’'El espía que surgió del frío’' es ’'la única puñetera operación con doble agente que ha salido bien’'». Fue justamente esta novela la que lo convirtió en un mito internacional de la novela de espías con su estilo detallista, con un sentido del humor sardónico y una tramas complejas en las que presentaba a los espías como seres falibles, con debilidades y dudas, enmarcados en la Guerra Fría.

En ellas critica el despropósito y la falta de profesionalidad de los burócratas y funcionarios del MI6, la CIA o el KGB, un descontrol que permite entender la cantidad de espías dobles y mentirosos patológicos que reclutan los servicios secretos internacionales. Su personaje principal Smiley, protagonista de varias de sus novelas, remite a ese mundo de espías, contraespías y agentes dobles, y, en especial, a los traidores aristócratas comunistas como Guy Burgess y Anthony Blunt.

John le Carré, en realidad se llamaba David John Moore Cornwell. Sus novelas de espías, están inspiradas en su paso por «El Cinco» en 1956, con veinticinco años. Sus primeras misiones fueron espiar al Partido Comunista británico. En 1960 solicitó su traslado al MI6, como miembro del cuerpo diplomático, al que perteneció desde 1960 a 1964, donde pudo contemplar el desenmascaramiento del agente doble soviético George Blake y dos años después el escándalo del brillante jefe de contraespionaje, Kim Philby, propuesto para dirigir el Servicio, acusado de ser un espía ruso desde 1937.

Forma parte del bagaje profesional de John le Carré reflejar ese mundo secreto que durante esos cuatro que años vivió como espía. Era lógico que cuando abandonó el Servicio Secreto dedicara otra de sus famosas novelas a revivir de forma apócrifa la traición de Philby en «El topo», aunque ya se atisba en el escurridizo George Smiley, cuyo parecido con Kim Philby sigue insinuándose como su carácter perverso. Smiley protagonizó seis de sus novelas y en tres como personaje secundario.

John le Carré fue el autor inglés que mejor ha retratado el mundo de los espías, con un estilo realista y seco, tan próximo al John Buchan de «Ipcres» como opuesto a las fantasías coloristas al Ian Fleming de James Bond. Su peculiaridad fue mostrar la complejidad del espionaje mezclado con las mentiras que adornan al ser humano cuando trata de engañarnos y engañarse; siguiendo al maestro indiscutible Graham Green, que como todos ellos fue espía al servicio de su Majestad y del que siempre sospechó que figuraba en la lista del FBI como comunista subversivo. «Espiar y escribir novelas están hechos el uno para el otro –escribe en su autobiografí–. Ambas cosas exigen una mirada atenta a la transgresión humana y a los numerosos caminos de la traición». También estableció la regla número uno de la Guerra Fría: «Nada, absolutamente nada es lo que parece. Todo tiene una segunda intención, cuando no una tercera».

Es en este nivel del laberinto paranoico donde se establecen las relaciones de los distintos actores que protagonizan sus novelas. Especialmente su última revisión crepuscular del mundo de George Smiley, el Muro de Berlín, el espionaje de los dos bloques, el capitalista y el soviético, y los desgarros personales de aquel enfrentamiento.

En plena fiebre de James Bond, las novelas de John le Carré pasaron al cine. En los años 60 fue Richard Burton quien protagonizó «El espía que surgió del frío» (1965). James Mason lo hizo en «Llamada para un muerto» (1966) y Anthony Hopkins en «El espejo de los espías» (1969). Le sucedieron grandes éxitos como «La chica del tambor», con Diane Keaton de protagonista, «La casa Rusia» (1990) con Sean Connery, Pierre Brosnan en «El sastre de Panamá» (2001), Ralph Fiennes en «El jardinero infiel» (2005) y «El topo» (2011) con Gary Oldman. La aristocracia de los actores ingleses.

John le Carré fue un novelista ambicioso, volcado en la reflexión sobre las características esenciales de sus fabulaciones imaginadas y luego cotejadas con la realidad. Obsesionado por la realidad y la plausibilidad. La prosa de John le Carré es precisa, de una elegancia desapasionada. Uno de los capítulos vitales más sorprendentes es la indagación sobre la conflictiva relación con su padre, un estafador profesional. Un buen resumen de la ambición literaria de John le Carré es esta: los escritores –escribe–, «aunque sepan la verdad, nunca les parece suficiente».