Crítica de “Martin Eden”: El héroe negativo ★★★★✩

Dirección: Pietro Marcello. Guión: Maurizio Braucci y Pietro Marcello (Novela: Jack London). Intérpretes: Luca Marinelli, Jessica Cressy, Carlo Cecchi. Italia, 2020. Duración: 129 minutos. Drama.

¿Es acaso la cultura un elemento que nos emancipa del pensamiento único? ¿Qué precio hemos de pagar en lo emocional cuando la pulsión por el saber ocupa demasiado espacio en nuestro corazón? ¿Hasta qué punto un solo hombre, marinero que apenas tiene estudios, de repente fascinado por una burguesa que le introduce en los placeres de la literatura y la filosofía, puede representar las derivas socioculturales del siglo XX? ¿Será el amor el punto flaco de la inteligencia? Pietro Marcello cambia la California de la novela de Jack London por el Nápoles de la lucha de clases, pero no lo hace para acotar localmente las peripecias de ese individualista mutante, porque lo que siente “Martin Eden”, ese “héroe negativo” según el escritor norteamericano (arrogante, genial, atormentado), cuando accede al conocimiento, la fama y el éxito, es un sentimiento universal.

Con una gran astucia -con la misma, tal vez, con que Christian Petzold desplazaba el pasado hacia el presente en “Transit”- Marcello intercala planos de sus documentales anteriores (“L’ora del lupo”, “Il passaggio della línea”) con imágenes de archivo del anarquista Enrico Malatesta para establecer un juego deliberadamente anacrónico con la biografía de su personaje, al que Luca Marinelli da vida con una intensidad agotadora, acaso demasiado enfática. Marcello parece haber aprendido la lección de la obra de Marco Bellocchio, sobre todo de sus películas más políticas, desde la magistral “Buenos días, noche” a la contundente “Vincere”. Las asperezas, las arritmias, la belleza, a la vez triste y vitalísima, que las ilumina encuentran su eco en este “Martin Eden” que capitaliza la energía contradictoria de estos tiempos convulsos, protagonizada por un hombre que vive como si literalmente no hubiera un mañana, porque piensa que ya ha vivido el futuro en los libros que le rondan por la cabeza; porque sabe que, en fin, el futuro es rabia.