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Cuando un teatro es la última sala de conciertos de la ciudad

La ciudad de Gijón ha perdido todas sus salas por la pandemia y el ciclo Encaja2 trata de que la música no se extinga con el apoyo del sector público

La actuación de Elena Setién en Encaja2
La actuación de Elena Setién en Encaja2Encaja2

La situación en el sector cultural es crítica. Todo el tejido de las artes escénicas y de la música en directo se ha visto golpeado de lleno por una pandemia que limita aforos y multiplica las medidas de seguridad. Pero si en las grandes ciudades el impacto ha sido grande, en otras capitales de menor tamaño las consecuencias han sido devastadoras. “En Gijón, nos hemos quedado sin salas de conciertos debido a esta fuerte crisis económica-sanitaria”, explica Jaime Rodríguez, uno de los impulsores de un proyecto que trata de evitar el silencio absoluto en la ciudad. Encaja2 es un proyecto que surge de la idea de tres técnicos del Teatro Jovellanos de la ciudad, José Luis García, Pedro Vigil y el propio Rodríguez, que apoyen las actuaciones en directo y con calidad y también se aprovechen de algunos de los cambios de consumo cultural que se han potenciado con la pandemia, como el “streaming”. El ciclo arranca esta semana con las actuaciones de San Jerónimo (7 de abril), L’Exotighost (21), Cicada (27) y que siguen en mayo con Ainara LeGardon, Xaime Martínez & La Familia Tradicional y otros. “Estamos luchando para que la música no se acabe en Gijón”, explican.

El proyecto, desde el principio, iba a tener su espacio físico en la caja escénica del teatro Jovellanos. En principio, no tendría público, dadas las constantes restricciones al respecto. Sin embargo, tras “horas de reuniones telemáticas”, decidieron abrir los conciertos a unas 35 privilegiados espectadores en cada sesión. En cualquier caso, el propósito, que era doble, estaba claro: “por un lado, conseguir un formato sólido y hermético que implicara a un gran número de profesionales para ayudar al sector cultural”. Es decir, que diera trabajo a los múltiples oficios de la cultura escénica, compuesta de diseñadores, escenógrafos, sonidistas, ingenieros de luces, realizadores audiovisuales, mezcladores de audio profesionales, camarógrafos, y técnicos especializados en teatro, profesiones todas sumidas en la crisis. Por otro, claro, se trataba de “un antídoto extraordinario para generar buen rollo y esperanza” tanto a los profesionales como a la audiencia, igualmente necesitados.

De esta manera, en el ciclo cabe todos los estilos y propuestas musicales, como se puede comprobar en su propio canal de Youtube (www.teatrojovellanos.online), donde se pueden ver actuaciones en alta definición. Propuestas, algunas, de mucho interés, pero poco alcance comercial, que no salen en las radios y que forman un microcosmos valioso, según señala Rodríguez. “Apostamos por muchos artistas emergentes que actúan por primera vez en nuestra ciudad”, precisamente el colectivo de creadores más vulnerable. “Es un sector frágil, atomizado, con una estructura débil y compleja con muchos profesionales autónomos y con tendencia al autoempleo. La realidad nos dice que es necesario no perder de vista que el camino a seguir es la profesionalización del sector, sin ninguna duda, algo que llevamos defendiendo desde el Teatro Jovellanos. En Encaja2 trabajamos con una escena muy diversa y minoritaria, y hemos tenido muchos primeros conciertos de jóvenes creadores”, señala uno de los directores del proyecto.

Nada sería posible sin el apoyo de las instituciones públicas, claro. “Su respuesta ha sido muy positiva. Cuando le explicamos a la alcaldesa de Gijón, Ana González, el proyecto, su respuesta fue muy positiva. Hace unos días las autoridades locales nos anunciaron que el ciclo contará con un aumento presupuestario para el próximo año, lo que supone un gran refuerzo a todos los niveles. Hay que hacer conciertos porque la música es nuestra salvación”.