Macron: “Napoleón fue un diablo para Europa pero es parte de nosotros”
El primer ministro francés rinde homenaje al Emperador, “con luces y sombras” y pide no llevar a cabo juicios anacrónicos con los ojos del presente sobre su figura
En medio de la polémica sobre la figura de Napoleón en Francia, dividida entre partidarios de conmemorar el bicentenario de su muerte y los que le consideran un tirano, el presidente francés, Emmanuel Macron, asumió este miércoles su herencia “jalonada de errores y de acciones que han forjado la nación”. Unos y otros, aseguró el presidente, forman parte de un pasado que merece ser “mirado de frente” en nombre de “la lucha contra la ignorancia” para avanzar en el conocimiento del presente y poder seguir construyendo el futuro.
“Napoleón es parte de nosotros”, aseguró el jefe de Estado en un solemne discurso en el Instituto de Francia, que reúne a las diferentes academias del país, desde la de la Lengua a la de la Historia, antes de depositar una corona de flores en la tumba del emperador. «Napoleón podía ser, al mismo tiempo, el alma del mundo y el demonio de Europa», afirmó el primer ministro.
Frente a las presiones de toda una parte del país que denigra la figura del hombre que disolvió la República con un golpe de Estado, que sembró Europa de cadáveres en sus mortíferas campañas militares y que restableció la esclavitud que había abolido la Revolución, Macron tomo partido por acudir a las conmemoración del emperador, fallecido el 5 de mayo de 1821 en el exilio de Santa Helena, informa Efe. El presidente rompió así con la distancia que sus predecesores habían guardado con Bonaparte: ni el conservador Jacques Chirac ni el socialista François Hollande participaron en las efemérides de Napoleón durante su estancia en el Elíseo.
Nicolas Sarkozy, que no tuvo ninguno durante su mandato, estuvo este jueves como espectador en el del bicentenario de su muerte, el primero que contaba con un presidente en ejercicio desde que Georges Pompidou acudiera en 1969 al de los 200 años de su nacimiento. Macron no eludió los asuntos espinosos, acusó a Bonaparte de haber “traicionado al espíritu de la ilustración” al restablecer en 1802 la esclavitud y de haber olvidado el valor de la vida humana en sus numerosas batallas.
"Desde entonces, hemos sabido colocar la vida por encima de todo, incluso de una pandemia", afirmó Macron, que a un año de las presidenciales reivindicó la figura de Napoleón como un referente sin el cual "el destino de Francia no habría sido el mismo".
Napoleón en el terreno electoral
Macron se situó así en un plano similar a la de la ultraderechista Marine Le Pen, que todas las encuestas sitúan como su gran rival, y que no ha dudado en ensalzar al emperador. El presidente fue más prudente, justificó una “conmemoración clarividente” frente a una “celebración exaltada” y pidió que se siga estudiando su figura para “conocer lo que Napoleón hizo de nosotros y lo que nosotros hemos hecho de Napoleón”.
Aseguró que el emperador “comprendió que debía buscar la unidad y la grandeza del país” y exportar los valores de la Revolución Francesa por toda Europa. Lo hizo, bien es cierto, a través de la guerra, reconoció el presidente, quien alertó sobre quienes “quieren hacer un proceso anacrónico que consiste en juzgar el pasado con los ojos del presente”.
El presidente habló ante los académicos del país y escuchó al historiador Jean Tulard, uno de los principales especialistas sobre Bonaparte, y quien reconoció que sobre el emperador circulan “una leyenda dorada y otra negra”, pero defendió un trabajo historiográfico cada vez más serio. El historiador puso como ejemplo la acción de Napoleón en España, donde “menospreció al pueblo” y vio como “el mejor Ejército del mundo no pudo ganar ante el orgullo de una nación”.
Ceremonia ante la tumba
La equidistancia crítica quedó aparcada cuando Macron se dirigió al palacio de los Inválidos para depositar una corona en la monumental tumba de Napoleón, acompañado de Jean-Christophe Napoleón Bonaparte, heredero de la dignidad imperial. Los actos, excesivos para unos, servicios mínimos para otros, fueron el momento álgido de un año de celebración de Napoleón marcado por la pandemia, que ha deslucido muchos de los eventos previstos.
La mejora de la situación sanitaria del país parece que permitirá a finales de mes abrir al público algunas de las exposiciones programadas, como la de La Villette, que reúne algunos de los objetos más personales del emperador, como un carruaje, armas, porcelanas o muebles. Esa muestra, con la que los organizadores esperaban batir el récord de asistencia de público que detenta la del tesoro del faraón Tutankamon, está acompañada de otras, como la que expone en el Museo del Ejército con elementos relacionados con su fallecimiento.
El año ha estado marcado por la publicación de numerosas obras sobre un personaje del que, según Tulard, se han publicado más de 80.000 libros, uno por cada día que ha pasado desde su muerte. Otro símbolo de la fascinación que despierta es el éxito que encuentran las subastas de objetos relacionados con su figura, desde hojas doradas de la corona de laureles que llevó en su coronación hasta mechones de pelo o partes de su vestuario personal.