Crítica de “Sueños de una escritora en Nueva York”: Salinger ya no vive aquí ★★☆☆☆

Dirección: Philippe Falardeau, según el libro de Joanna Smith Rakoff. Intérpretes: Margaret Qualley, Sigourney Weaver, Douglas Booth, Tim Post. Canadá-Irlanda, 2020. Duración: 101 minutos. Comedia dramática.

Esta película genera falsas expectativas desde varios flancos. Por un lado, de su título original se induce que vamos a saber cómo era tratar de primera mano con uno de los grandes escritores-ermitaño de la historia de la literatura, pero pronto nos damos cuenta de que es un ‘macguffin’, una excusa que se reduce a unas cuantas cartas de club de fans y unos pocos intercambios telefónicos. Por otro, la presencia de la magnética Sigourney Weaver como agente literaria de Salinger, y su relación con la verdadera protagonista del filme, su asistente y aspirante escritora, dejan vislumbrar la posibilidad, bastante apetecible, de una versión de “El diablo viste de Prada” en el mundo editorial, pero eso nunca llega a materializarse, porque aquí la jefa, aunque con un carisma abrumador, es más bien benévola, y a Philippe Falardeau (“Profesor Lazhar”) le faltan toneladas de sentido del humor.

Por desgracia, el personaje de Joanna (Margaret Qualley) no es lo suficientemente interesante para sostener una película que se deja ver con un agrado indolente y olvidadizo. Nunca notamos realmente que esa chica resplandezca lo suficiente para convertir en realidad su faceta de escritora, y en su bohemia tonta y un poco iletrada, esa inercia desapasionada es poco cinematográfica. Colocándose en la frustración y la desidia, Joanna encarna la imagen de la artista muy a su pesar, que conseguirá lo que quiere por exigencias del guion.