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Crítica de clásica: genes latinos para el drama escocés de Donizetti

“Lucia di Lammermoor”, el tercer título más representado en el Liceu, vuelve al escenario barcelonés con una puesta en escena que acerca a nuestros días esta obra del siglo XIX
Marta PérezEFE
La Razón

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Obra: “Lucia de Lammermoor”. Autor: Donizetti. Intérpretes: N. Sierra, J. Camarena, A. Daza, E. Faraldo, M. Palazzi, A. Gomà, M. Marín. Director de escena: Barbara Wysocka. Director musical: Giacomo Sagripanti. Orquestra Simfònica y Coro del Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 16-VII- 2021.
Los dos triunfadores de la velada fueron, sin duda alguna, los jóvenes intérpretes de la pareja protagonista. La soprano estadounidense, de progenitores de origen puertorriqueño y portugués, Nadine Sierra fue toda una revelación en su debut oficial en el Gran Teatro del Liceo. Se trata de una artista muy juvenil y de gran presencia escénica, que se vio realzada por un vestuario realmente exquisito de Julia Kornacka, en esta desigual producción con dirección de escena de la polaca Barbara Wysocka estrenada en la Ópera de Múnich. Nadine Sierra deslumbró con su emisión cristalina, cuidado fraseo y agudos y sobreagudos de exquisita factura, capaz de emitir un hilo de voz perfecto o unos trinos de gran excelencia musical. Y ello con una voz de gran belleza y perfecta emisión que recorrió todos los rincones del coliseo barcelonés.
Un gran éxito especialmente recompensado con numerosos aplausos y bravos en la escena de la locura del tercer acto y al final de la velada. A su lado, el siempre carismático tenor mexicano Javier Camarena, que asumía de nuevo el rol de Edgardo y destacaba como uno de los tenores ligeros, que ya está cambiando su voz hacia un repertorio más lírico, que mejor está asumiendo un papel tan complicado como este. Así, destacó por su facilidad para el registro agudo pero demostrando que su voz y emisión puede ser también suficientemente emotiva y viril para papeles como este. Lo mejor de la velada fueron sus dúos con la soprano y el temperamento y la emotividad expuestas en el aria «Tombe degli avi miei...Fra poco» del tercer acto. Un artista muy querido por el público español que fue también ovacionado al final de la función.
De la propuesta escénica, bastante oscura y repetitiva, decir que todas las escenas se sucedieron en el mismo espacio, un gran caserón medio abandonado que hace las veces del castillo de Ravenswood ahora en manos de los Ashton. Todo ello trasladado a la era Kennedy estadounidense con un vestuario de gran nivel de los años cincuenta. Lo mejo, la caracterización de los jóvenes protagonistas que se han trasformado desde la Escocia del siglo XVI al mito estadounidense de James Dean incluyendo un accidente de coche de Edgardo en el último acto. Así como la propuesta escénica no funciona, sí que tiene ciertos momentos de interés la dirección de escena, especialmente en la entrada de Edgardo armado en la boda de Lucia y Arturo, y muy especialmente en el aria de la locura de la protagonista con una pistola en la mano y amenazando a los invitados.
Todo ello apoyado en una exquisita iluminación a cargo de Benedik Zehm. Merece la pena alabar la labor de Giacomo Sagripanti con una lectura musical intensa y muy dramática y la cuidada respuesta de la Orquesta y Coro del Liceo, este dirigido por última vez por Conxita García, que pasa a ser adjunta a la dirección musical del Liceo y dando paso a Pablo Assante como nuevo director del coro. Del resto del reparto merece mencionarse la destacada labor del bajo Mirco Palazzi como un sólido Raimondo, el debut en el Liceo del interesante barítono mexicano Alfredo Daza, de voz potente y expresiva pero una línea de canto algo irregular, y la muy correcta mezzosoprano Anna Gomà como una elegante Alisa. También el tenor argentino Emmanuel Faraldo a pesar de un instrumento un punto pequeño y nasal como Arturo.