María León: «Hay que celebrar cada patata frita y cada café que nos tomamos»
Hace diez años que explotó en «La voz dormida» y ya no paró de trabajar. Mientras en unos pocos días junta rodajes, funciones de teatro y estrenos en el cine, sueña con unos días para bajar al sur a desconectar
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Acaba de pasar por Madrid (Teatros del Canal) como protagonista de «La pasión de Yerma», de Lola Blasco, y fantasea con una semana libre en medio de los rodajes para bajar al sur. Pero antes, un último bolo en Olite (Navarra), el 30 de julio. Fecha en la que María León también estrena «Donde caben dos», de Paco Caballero. Todo eso y más en el año en el que se cumple la década de su explosión en «La voz dormida». Un tiempo que, dice, se le ha pasado volando: «Me agarré a esta experiencia y no la he soltado todavía».
–¿Quién es Yerma?
–Es un animal. Alguien muy vivo y terrenal. Una persona muy conectada a la tierra.
–¿Y qué tiene usted de ella?
–Su manera de vivir, de pisar la tierra y la forma de oler el mundo. Un animal visceral y primitivo, aunque siempre prevalezca esa cosa disfrutona.
–¿Cabeza o corazón?
–Me decanto por las vísceras. Me lleno con ellas.
–¿No tiene el instinto materno de Yerma?
–Me gustan mucho los peques. Están presentes en mi vida. Como a Yerma, me gustaría estirar mi cuerpo. Voy a utilizar cada vello, uña y trocito de mí. Si pudiera no tendría un niño, sino treinta.
–¿Cómo ha sido su último año?
–Unas veces con más conciencia y otras con menos. Llegamos a acostumbrarnos a todo. He tenido la gran suerte de no parar: tres películas, una función de teatro... Solo puedo dar las gracias por estar ocupada. Eso sí, no sé si tengo tabique después de tantas pruebas, aunque ya me he adaptado.
–¿Cuántos test se ha podido hacer?
–Todas las semanas. Pero me encuentro fuerte para seguir bailando frente al virus.
–¿No será de los que hablan de «plandemia»?
–No he estado convencida de nada. He intentado tener los oídos bien abiertos, esperar y ser paciente. No he querido atreverme a sacar conclusiones. Para convivir tenemos que mojarnos todos el culo. Quiero estar con los míos, ir al cine y poder besarnos. Y eso de que nos querían meter un chip... una tontería. Ya estamos localizados con el móvil.
–¿Somos mejores que antes de todo esto?
–No lo creo. Algo así no beneficia a nadie, aunque sí nos muestra la capacidad de adaptación. Todavía necesitamos decirnos cosas, que ha habido mucho sufrimiento. Sí hemos sido valientes, pero no nos ha hecho mejores personas. Solo nos ha demostrado que somos animales. Ojalá trajera más generosidad y que todo el mundo esté siempre preparado para empujar en una misma dirección, aunque pienso que ha sido todo lo contrario.
–¿Cómo se celebra el fin de la pandemia?
–Hay que celebrar la vida siempre que se pueda. Estamos en la plena obligación de disfrutar de nuestros cuerpos.
–Eso es lo que hacen en «Donde caben dos».
–Sí, es una película muy divertida. Salí del cine con ganas de compartirlo todo. Por eso intento que la fiesta esté en mi vida desde que me levanto hasta que me acuesto. Hay que celebrar cada patata frita y cada café que nos tomamos. Yo celebro mucho.
–«Donde caben dos» la venden como poco menos que una orgía.
–Totalmente. Una orgía de sabores. Ahí lo dejo.... Hay mucho intercambio de deseos, de placeres y de sentimientos. Hemos pasado una pandemia, pero seguimos teniendo necesidades.
–¿Debemos olvidarnos de tantos corsés?
–O tenerlos, pero que se disfrute de la vida. En esta película hay muchas historias de amor, sexo y otras necesidades. No solo es fornicar, también hay historias más allá.
–¿Ha echado de menos la juerga?
–No demasiado porque me he dado cuenta de que lo importante es compartir la alegría de la forma que sea. Con ganas de besarse y de rozarse.
–¿Cómo es su fiesta perfecta?
–Con comida, buena compañía y mucho compás.
–¿Así son en casa de los León?
–Con todos esos ingredientes y muchas risas. Hay que reírse de nosotros mismos y del mundo en general. Carmina [su madre] tiene esa manera de dar amor constantemente.
–¿Y escribir o dirigir, «pa» cuándo?
–En cada trabajo intento dirigirme y reescribir. Esa llama cada vez está más encendida. Con todo el parón la creatividad se ha disparado y nos estamos permitiendo jugar más. Me llama, aunque con todo el talento que hay a mi alrededor me da pudor.
–Un tal Paco León seguro que algún consejo le puede dar.
–Ese sabe bastante.
–¿Ve el momento de irse de vacaciones?
–Ahora estoy rodando una serie para Atresmedia, «Heridas», la versión española de «Mother», la japonesa y su «remake» turco, pero cuando me dejen una semana me escaparé.
–¿Dónde?
–Esta necesita irse a Cádiz.