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Octavi Pujades: «En alguna ocasión me he sentido un hombre florero»

El actor habla con LA RAZÓN de su lado más personal y del éxito que ha tenido como dúo cómico con su padre durante la pandemia. “En el sexo todos hemos aprendido a disfrutar por ensayo-error”, dice
©Gonzalo Pérez MataLa Razón

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Nos encontramos con Octavi Pujades de camino al gimnasio. Es una de sus grandes aficiones, la cual roza, en ocasiones, la «esclavitud», confiesa. Divertido, con una sonrisa siempre en la cara y dispuesto a hablar de todo (sexo incluido), el actor remata estos días su papel en «Oh, mami!» donde ejerce de masajista cuyas manos quitan algo más que la contracturas, en una oda teatral a la liberación de la sexualidad femenina. Si quieren verlo en acción, les espera a partir de septiembre en el Teatro Amaya
-¿Considera que todavía existen muchos tabús en el sexo femenino?
-Creo que sí. El goce sexual de la mujer siempre has sido algo que ha dado mucha vergüenza exhibirlo. Es un gran desconocido, por eso abordamos en la obra el tema con un toque de humor.
-O sea que los hombres hablan más desinhibidos del tema..., pero quizá, también mienten de manera más frecuente, ¿no?
-En el sexo todos tenemos mucho que aprender, la educación sexual ha brillado por su ausencia en nuestra educación. Hemos aprendido casi todos por ensayo -error. Es bueno hablarlo para desmitificarlo. Entre amigos de verdad no nos mentimos sobre el sexo, quizá con desconocidos se fanfarronea y se exagera todo más.
-¿El hombre metrosexual está en retirada?
-Por suerte, desde hace tiempo estamos en un punto de ruptura respecto a patrones pasados. Yo me cuido por estética y salud, pero es cierto que cada vez hay más variedad.
-¿O sea que se incluye en esta tipología?
-Hay muchas formas de ser bello, no hay que tener las abdominales marcadas ni prótesis de silicona.
-¿No le parece delirante sumarse a la tortura de la depilación?
- El depilarse o no son problemas del primer mundo, algo de lo que te preocupas cuanto tienes cubiertas las necesidades principales. El gustar a los demás lo tenemos grabado a fuego en nuestros genes y, además, el mundo audiovisual nos ha marcado cómo debemos ser para gustar.
-¿Es esclavo del gimnasio?
- Voy mucho. En cierto sentido, sí. Necesito la actividad física porque me ayuda a resetear la mente. Cuando no hago deporte me siento mal, me puede el estrés. Para mí, el gimnasio es estética, pero también terapia.
-¿Ha ligado entre pesa y pesa?
- Yo voy a mi bola en el «gym». Es curioso, las mujeres suelen ir a entrenar mientras que algunos hombres se lo toman más como club social.
-¿Enseñar carne da audiencia?
-Siempre es un aliciente. Tanto en la tele como en el teatro hay un componente estético, artístico. Pero no debemos olvidar que es una industria y busca sacar rentabilidad al negocio. Si no se hace dinero esto no saldría.
-En el cartel de «Oh, mami!» usted es el único que sale sin camiseta...
-Bueno, es un desnudo justificado. Realmente a mi me da bastante pereza quitarme la ropa. Me da corte aunque luego lo haga.
-¿Qué esconde tanto músculo?
-Inseguridad. Cuanto más entrenas, y más capas te quitas, más fallos te ves.
-¿En alguna ocasión se ha sentido hombre florero?
-En algún trabajo sí. Quizá era un personaje que estaba enfocado a un aspecto muy físico y me han elegido por ello, pero de todas formas me lo han propuesto y yo he aceptado sabiendo lo que había. Soy adulto y decido si lo apruebo o no. De todas formas, nada de lo que he hecho ha sido denigrante. Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar.
-Este último años hemos conocido también su cara más familiar y tierna a través de los vídeos que ha subido con su padre a las redes sociales, a quien ha cuidado durante la pandemia. ¿Tienen futuro como dúo cómico?
-La verdad que a mí me ha servido para conectar mucho más con mi padre. Ha habido mucho cariño y la gente que nos veía me ha dado mucha fuerza en los momentos más difíciles.
-¿Quién tiene más chispa, su padre o usted?
-Mi padre es muy carismático y a mí se me da mejor hacer el guión, aunque parezca un contrasentido al ser yo actor.
-Tiene dos hijos de 15 y 17 años, ¿con ellos interpreta el papel del «malo de la película»?
-La adolescencia se gestiona como se puede. Intento no ser un padre chapado a la antigua, pero sí estricto. Eso sí, no pongo normas decimonónicas,.
-Además de actor es médico, imagino que la pandemia la habría vivido de manera muy diferente si estuviera en activo...
-De menuda me he librado... (bromea) Es un trabajo que lamentablemente está muy castigado. Son los que nos han salvado y da tristeza ver lo mal que se les paga. Me llevan los demonios.

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