Paul Auster: «En Estados Unidos aún seguimos luchando en la guerra civil»
Publica «La llama inmortal de Stephen Crane», una excelente biografía sobre el autor de «La roja insignia del valor»
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Un tipo con mala suerte. Con talento y vida corta. Malditos, los llaman. Stephen Crane venía troquelado por mimbres distintos a otros Max Estrella del mundo. Voluntarioso, genialoide, con pulso periodístico, tempranas inclinaciones literarias en las volutas de su pensamiento y algunas derivas bohemias, más impuestas que elegidas, el escritor trabó amistad con el inhóspito Joseph Conrad (que le entregó su amistad sin reservas) y Ford Madox Ford. Fue admirado por la reservada Virginia Woolf, Hemingway o el autodestructivo Scott Fitzgerald. Su resuello le falló en 1900, «deshecho por la tuberculosis», antes de «conducir un automóvil», «contemplar un aeroplano» o «ver una película». Pero tuvo tiempo de conocer la bombilla de luz, la cerveza Budweiser, el kétchup Heinz, la Prensa, la máquina de escribir, la liga profesional de béisbol, cubrir la Guerra de Cuba y escribir un librazo: «La roja insignia del valor». Ahí queda. A esta voluntad de mil caras, inaprensibles, ha empujado a Paul Auster, un autor tan alejado de su estilo, a dedicarle una sólida biografía, «La llama inmortal de Stephen Crane». El autor de «Leviatán» y «El libro de las ilusiones», en un rapto de entrega, lo califica de «poeta» y su voz tiembla al decirlo.
–A Stephen Crane no se le estudia ya en Estados Unidos
–No solo ha sucedido con «La roja insignia del valor». De la lista han caído otros muchos autores y libros, como «La letra escarlata», de Hawthorne, la primera gran novela americana. Muchos estudiantes ahora no entienden ese lenguaje ni su sintaxis. Los profesores desesperados para que lean, ceden y ponen a su alcance libros mediocres y más accesibles. No los culpo, porque vamos pasos hacia atrás. Sucede en España, Italia, Alemania...
–No es bueno.
– Los gustos cambian. Y no siempre para bien. A mí me deprime bastante. Pero piensas en todas las distracciones que tienen... Es difícil concentrarse en un libro, como hacíamos antes. Internet ha supuesto un cambio radical. Tiene cosas buenas y otras negativas, aunque creo que ha sido muy dañino. Distrae y la gente se pierde dando vueltas durante horas.
– «La roja insignia del valor» es una novela sobre la guerra civil americana. ¿EE. UU. está dividido hoy?
–En Estados Unidos todavía seguimos luchando la guerra civil. El sur perdió la batalla militar, pero la ganaron por otro lado. Siguen con esas abominables hogueras, se imponen en la guerra de la propaganda. La causa del sur, la causa noble, decían... El filme más exitoso de todos los tiempos es «Lo que el viento se llevó», horrible película, pero se lleva todos los méritos. El sur sigue ganando, aunque nosotros somos más. A veces parece que va a haber otra guerra civil, real, a nivel físico, en mi país, porque los bandos están divididos. No existen grises. Solo blancos y negros. Son lenguajes totalmente opuestos. No sé y no me atrevo a predecir qué es lo que va a pasar. Tengo miedo de que vayamos a perder la democracia y el país.
–Pero el tiempo de Crane fue una época de optimismo con Walt Whitman, Emerson y Thoreau, entre otros
–Es la cultura que hemos creado donde la ficción y sus autores no forma parte de la conversación nacional del país. La gente ya no sabe de nada de los escritores y los creadores. No se habla en los diarios de ellos, ni en la televisión, no se ven reseñas. Si bajo a la calle y le pregunto al primero que pase quién es Don DeLillo, no sabe qué decir. Algo ha cambiado, no es culpa de los escritores, es la sociedad, el dominio del dinero que existe. El «New York Times» es el diario más sofisticado que tenemos y cuando lo lees a fondo, ni entiendes de qué están escribiendo. Cuando se molestan en hablar de un cineasta, un novelista, solo hablan de dinero. Solo atienden a los que tienen éxito. Si has vendido pocos ejemplares, aunque sea el libro del año, les da igual. Solo tiene espacio el éxito artístico, es decir la mierda. Lo malo acaba desbancando a lo que es bueno. Eso no quiere decir que no haya poetas o directores que estén haciendo cosas interesantes, es que nadie sabe de ellos.
–En los años de Crane había esclavitud y se mataba a los nativos
–Lo he pensado. EE.UU. no ha sido el único país que ha infringido atrocidades. Todas las antiguas colonias han cometido horrores. Estos dos crímenes están arraigados en la fundación del país. Pero hay que tener en cuenta que antes de su nacimiento hay 180 años de historia colonial, exterminio de nativos y esclavitud. No fue solo norteamericano, también británico. Después EE.UU. se formó como país. Es el primer país que se crea desde cero, pero con todos estos problemas, con estos pecados.
–Un problema
–La declaración de independencia tendría que haber sido el fin de esclavitud, pero eso afectaba a la economía de los sureños y no hubieran firmado la sublevación contra Gran Bretaña. La revolución no hubiera triunfado. Y se aceptó esta solución de compromiso. Tenemos encima esos dos crímenes que no hemos reconocido. Un país que cuenta mentiras sobre sí mismo, está plagado de defectos. No hay homenajes a los esclavos y se ven banderas confederadas y estatuas de generales. Es una locura. Todavía no lo hemos resuelto, pero ya hay gente preparada para hacerlo.