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“Ron da error”: cuando Baymax conoció a Wall-E

Sarah Smith y Peter Baynham ponen el guion de la apuesta otoñal en animación de Fox, un lío tecnológico en el que el malo malísimo se parece sospechosamente a Tim Cook, el jefe de Apple
La RazónLOCKSMITH ANIMATION
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Al final del visionado de “Ron da error” (”Ron’s Gone Wrong”), la apuesta de 20th Century Fox (ahora, Disney) para la época otoñal y en el terreno de la animación infantil, el espectador puede quedar con varias dudas: ¿Por qué hay un anti-comunismo tan voraz en una película dirigida, principalmente, a niños? ¿Por qué el malo malísimo de la película se parece a Tim Cook, el jefazo absoluto de Apple tras el fallecimiento de Steve Jobs? ¿Hay en realidad una reflexión sobre el transhumanismo y todas las discusiones teóricas que están por venir al respecto? Para empezar a responder a algunas de estas cuestiones, primero hay que saber quién está detrás del filme: Sarah Smith, que también dirige, y Peter Baynham son un tándem célebre en guiones de animación (”Arthur Christmas: operación regalo”), y el segundo, además, es también un estrecho colaborador del cómico Sacha Baron Cohen, para el que ha escrito en las dos entregas de “Borat”, “Brüno” y “Agente contrainteligente”.
¿Cómo se apaga el interruptor de la comedia más adulta para pasar a la más infantil? Baynham, por videoconferencia y entre carcajadas por la pregunta, responde a LA RAZÓN: “¡Es un interruptor bastante grande! Sobre todo el de cuando trabajo con Sacha (Baron Cohen). Yo soy un escritor de comedia, y eso nunca podrá separarse de mí o de mi trabajo. Durante casi 30 años es lo único que he hecho. Si es divertido, se puede adaptar. Entre Borat y Ron hay menos distancia de lo que uno podría pensar”, explica el experimentado guionista.
El eterno debate de tecnología e infancia
En “Ron da error” seguimos a Barney, un niño hijo de inmigrantes búlgaros que tiene dificultades para hacer amigos y cuya única afición es la geología. De repente, el lanzamiento de los robots B-bot, personalizables y al alcance de todo el mundo menos de nuestro protagonista, le hará sentirse todavía más extraño en su colegio. En el día de su cumpleaños, y no sin complicaciones previas, el padre de Barney se hará con un B-bot de esos que, como se dice coloquialmente, “se cayeron del camión”. Entre la pulsión socialmente extraña de Barney y los defectos de fábrica del robot, al que cariñosamente nombra Ron por los números de su código de barras, ambos se harán amigos y trascenderán el algoritmo de programación del juguete, pensado para funcionar como una revolucionaria red social.
Así el argumento, la pregunta se hace obvia: ¿Cómo se hace una película que mezcla infancia y tecnología sin resultar un panfleto, sin hacer ludismo moderno? Smith lo explica desde su propia experiencia: “¡Ha sido súper complicado! Cada vez que escribía una idea o unas líneas, le preguntaba a mis propios hijos sobre ello, y casi siempre me decían que estaba sonando como una adulta dando lecciones airadas. Y luego me di cuenta, gracias a ellos, que nosotros pasamos el mismo tiempo o más delante de las pantallas, aunque sea por cuestiones estrictamente laborales. No tiene sentido criticar el tiempo de consumo de pantallas porque sí, si no cómo se invierte o qué se hace durante ello. Además, hemos creado al B-bot para que sea atractivo, deseable por los niños, entonces no tendría sentido que no lo quisieran, que no lo anhelaran. El objetivo era señalar lo peligroso que es perderse en ello, no entretenerse”, confiesa antes de que Baynham le ponga humor al dilema: “Queríamos que el final también fuera integrador, que no se tratase solo de una moralina barata. Odio cuando las películas hacen eso de “y entonces se deshicieron de los aparatos, jugaron con palos y se leyeron un buen libro todos juntos”. Es irreal. Yo no me pienso deshacer de mi móvil porque haya gente que sea adicta”, remata.
Entre “Wall-E” y “Big Hero 6″
La nueva película de la división de animación de 20th Century Fox es irregular, se siente un poco acelerada por los tiempos que marca una sala repleta de niños y, quizá, no tenga el apoyo mediático que las demás cintas del grupo puedan llegar a alcanzar, pero sí tiene algo muy importante: alma. El trabajo de Smith y Baynham brilla en la construcción de personajes, quizá algo maniquea en ese debate entre hombre y máquina, y también predispuesta a lo transhumanista como todo el Hollywood reciente, pero original al fin y al cabo. Aunque en ella haya ecos obvios de “Wall-E” o “Big Hero 6″, esto no debería ser una crítica negativa al poso del filme, que se las apaña para racionalizar la ciencia ficción de sus hermanas mayores y, de algún modo, hacerla casi neorrealista al más puro estilo “truffautiano” de mostrar a un niño y sus circunstancias.
“Ron da error”, a pesar de sus errores, es una película ya difícil de encontrar en las carteleras modernas, porque parte de una premisa sencilla y no se juega todo a la carta de la franquicia. Quizá se venda algún que otro Ron de peluche estas navidades, pero si acaso es un beneficio colateral de una película que solo se puede entender como un ejercicio de escucha y de toma de pulso a una infancia que, queramos o no, ya está empezando a reclamar el espacio del mundo que le pertenece.