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Libros de la semana: del lirismo doloroso de Amilibia a la reivindicación de Demócrito

Entre las novedades literarias también destacan las controvertidas memorias de Hans Magnus Enzensberg o la recuperación del “road trip” de Italo Calvino por Estados Unidos
C bejaranoLa Razón

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“Demócrito. La ética del buenánimo”: la modernidad de aquel filósofo risueño

★★★★☆
Por David Hernández de la Fuente
Es un lugar común en la historia de la filosofía decir que los presocráticos se ocuparon de la ontología y la física buscando los principios de la naturaleza, la «physis», sean o no materiales, y descuidando las vertientes ética y política del conocimiento, más centradas en la felicidad del individuo. Sería Sócrates, y por eso se habla del «mundo presocrático», el que introdujo la reflexión ética y política sumándola a la tradición de pensamiento teórico anterior. Pero nada más lejos de la realidad, pues a los presocráticos perteneció también un rico pensamiento ético y político, solo que menos conocido.
Por eso es extraordinariamente relevante recuperar el legado de su ética, que ha sido tradicionalmente subestimada, y precisamente a ello se dedica el nuevo libro de García Gual, una aportación que, bajo el título «Demócrito. La ética del buenánimo», presenta una edición completa en castellano, con un comentario, de la colección de los fragmentos sobre ética de Demócrito de Abdera. Considerado impropiamente «el último de los presocráticos» según la tradición, aunque realmente fue contemporáneo de Sócrates, Demócrito y su maestro Leucipo son ante todo conocidos por haberse dedicado a la indagación sobre la «physis» enunciando la teoría atomista. Sin embargo, como apunta García Gual, resulta paradójico «que la gran mayoría de los fragmentos conservados sea de ética; una ética de escaso prestigio para la mayoría de los estudiosos modernos».
Un legado moral
Demócrito pasó a la posteridad como el filósofo risueño, acaso precisamente por su ocupación por la ética del equilibrio y la «euthymia», concepto estupendamente traducido por García Gual con el neologismo «buenánimo». Por ello parece importante reivindicar su legado en la ética. Este libro es, así, una notable contribución a la bibliografía sobre filosofía antigua que viene a justipreciar el legado de Demócrito como pensador moral, presentando por primera vez en castellano un estudio sobre este tema en una cuidada traducción de todos los fragmentos éticos, tras una introducción contextualizadora y un claro y preciso comentario. En suma, un libro imprescindible para los amantes de la filosofía griega y también para el gran público en tiempos en los que las éticas antiguas y sus propuestas en pos de la felicidad están más al día que nunca.
▲ Lo mejor
La recuperación de este autor clásico y su reivindicación como pensador moral
▼ Lo peor
Quizá pueda resultar un poco denso para quien no esté versado en la materia

“Un puñado de anécdotas”: Enzensberg, entre Weimar y Hitler

★★★★★
Por Diego Gándara
Poeta, narrador, ensayista, Hans Magnus Enzensberger es uno de los intelectuales alemanes más importantes del último siglo. Autor de una vastísima obra en la que, con su pensamiento, siempre lúcido, se ha acercado a los temas más candentes de la agenda mundial como la migración, el futuro de Europa o el papel de los medios de comunicación, ahora, con «Un puñado de anécdotas», repasa una vida de más de noventa años.
«Las memorias siempre mienten –dice Enzensberger en un momento del libro, a modo de reparo y casi de reproche histórico–. Miras hacia atrás y a veces recuerdas cosas que no sucedieron en absoluto». Verídicas o no, lo cierto, en cualquier caso, es que las anécdotas están contadas de una manera tan vívida, tan lejos de la nostalgia y la evocación, y tan intrincadas, a su vez, con el devenir de la propia historia, que hace que lo que en ellas se cuenta parezca haber ocurrido de verdad, puro realismo.
Narradas en tercera persona y con un protagonista llamado «M», así aparecen en estas anécdotas la debacle económica del 29 –año en el que nació Enzensberger–, la época de la República de Weimar, el ascenso del nazismo, su paso por las Juventudes Hitlerianas («para detener el avance de las fuerzas de Estados Unidos») y su expulsión o deserción de ellas y, después de la liberación o la derrota, un deseo inquebrantable por salir de Alemania y conocer el mundo. Todo acompañado por imágenes de personas y objetos que, es evidente, existieron en realidad.
▲ Lo mejor
La hábil mezcla de tonos y su entidad de anecdotario disfrazado de memorias
▼ Lo peor
No hay nada cuestionable en este libro, una delicia minuciosa y delicada sobre la Historia

“La piel ausente. Crónica del amor que se va”: Amilibia y el dolor que nos hace parecer vivos y muertos

★★★★★
Por Ángeles López
Era, éste, un libro inevitable que no estaba en la mano del autor no escribir. Por el dolor ante la pérdida, por la necesidad de drenaje, por la testaruda insistencia de un hombre –y un escritor, por ese orden– que desea preservar la memoria del ser amado. Y, sobre todo, por la necesidad de romper el sortilegio del daño. El resumen es sencillo: la crónica del asedio y derribo a Ketty Kaufman, su compañera, por parte de uncáncer de pulmón.
Los últimos seis meses de una vida llena de éxitos y elegancia convertidos en una agonía constante solo mitigada por la morfina y los desvelos de su amado, «suponiendo que sepamos qué es el amor». Nada había preparado el maestro para una situación tan drástica. Su agonía y marcha le deja tan cerca de la frontera invisible entre la vida y la muerte que acaso no sepa del todo de qué lado se encuentra. Tal vez, para explicarse tamaño dolor, arranca este largo poema de pasión y muerte de un cuerpo torturado que clama por un final digno y que le retrata como un hombre que no puede darle a su mujer su último deseo: el estilete para su agonía.
Estas páginas tienen una doble línea argumental: la conformada por un minucioso repaso de los estertores de la muerte –punciones, náuseas, hinchazón– y la elaboración de la pérdida en el propio transcurso de su acabamiento.
En la ciénaga del olvido
Amilibia, en un punto del sentido libro, recuerda que «nunca nos hemos querido tanto como en los malos tiempos. Cuando estuve en la cárcel, cuando perdimos más de lo que teníamos en los casinos de Biarritz...», acaso porque será menos que nada si permite que todo lo vivido caiga en la ciénaga del olvido. Pero resta lo peor: ¿tras el desenlace final deberá comenzar partiendo de cero o disolverse en la más pura nada?
Con una estructura lírico-obsesiva, porque toda experiencia del dolor lo es, mitigada por pinceladas del humor mordaz que le ha acompañado en toda su trayectoria, Amilibia repasa los acontecimientos clave intentando ver alguna salida distinta como si todo pudiera discurrir por otro cauce. Diario o auto ficción, poco importa, lo único cierto es que hay tensión narrativa de alta densidad que nos habla de la levedad de la vida, la construcción del duelo antes del propio duelo y, por encima de todo, de verdad. Después de haber tocado fondo, se ha ganado el derecho a remontar hacia sí mismo para ser lo que tenga que ser. Lo que le quedar por ser.
▲ Lo mejor
La tensión que sale de las entrañas de un ser herido pero excepcional en su expresividad
▼ Lo peor
El dolor o, mejor dicho, la empatía que produce el dolor del autor en su ejercicio literario

“Un optimista en América”: un Italo Calvino menor aterriza en Estados Unidos

★★★☆☆
Por Toni Montesinos
Más de cincuenta años tardó en aparecer esta obra de Italo Calvino, y fue en 2014. El autor murió en 1985, y este libro (con traducción de Dulce María Zúñiga) es el resultado de un viaje que había hecho tres lustros antes a Norteamérica. Tras regresar a casa, se puso a reescribir lo que había ido anotando en aquellos meses, de noviembre de 1959 a mayo de 1960. Sobre todo estuvo en Nueva York y alrededores, pero también conoció otras ciudades grandes como Detroit, Chicago, San Francisco, Los Ángeles, Las Vegas o Houston, y otras pequeñas que le agradaron sobremanera, como Savannah, «la más bella de los Estados Unidos». En cada uno de los sitios contactó con personas propias de su ámbito editorial y literario, pero también con activistas de la talla de Martin Luther King.
Lo curioso es que, tras terminar de corregir «Un optimista en América», Calvino decidió no publicarlo al verlo modesto como obra literaria y poco original como crónica periodística. Pero se leen con placer, como suele suceder con el narrador italiano, estas páginas fruto de su gran curiosidad por otras tierras y culturas, de su ansia de experiencias vitales, sabiendo que un viaje «puede hacer madurar o cambiar algo en nosotros» y «servir para que escribamos mejor porque habremos aprendido algo más de la vida». Y es eso lo que logró: acercarse a lo que los Estados Unidos son de verdad, viéndose preso de un deseo de conocimiento y de posesión total de una realidad que entendió multiforme y compleja.
▲ Lo mejor
La llegada a Nueva York en barco es muy impactante y tiene un excelente tono evocador
▼ Lo peor
Estaría bien que se hubiera desarrollado más lo que califica de enamoramiento por el país