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El histórico récord del “Cuatro Vientos”, la olvidada gesta de la aviación española

El capitán Mariano Barberán y el teniente Joaquín Collar lograron volar sin escalas de Sevilla a Cuba, pero la tragedia les impidió regresar a casa
La Razón
  • Licenciado en Ciencias Políticas y Periodismo, llegó a LA RAZÓN en marzo de 1999: Tras pasar por Deportes, Televisión, Sociedad y Sucesos aterrizó en internet hace 15 años y ahora busca oportunidades para conseguir tráfico a través del SEO.

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Cristóbal Colón logró a finales del siglo XV y principios del XVI realizar cinco viajes a América. Cuatrocientos años después, en 1933, el capitán Mariano Barberán y el teniente Joaquín Collar lograban hacerlo a bordo de un avión, sin escalas, un hito en la historia de la aviación mundial.
La gesta se cocinó varios años antes, En 1926, el hidroavión español Plus Ultra logró por primera vez unir por el aire el viejo y el nuevo continente. Eso sí, con escalas. Despegó el 22 de enero de 1926 del Muelle de la Calzadilla en Palos de la Frontera y llegó el 10 de febrero a Buenos Aires. El Plus Ultra siguió la misma ruta realizada por los portugueses Sacadura Cabral y Gago Coutinho, que fueron los primeros en hacer una travesía aérea a través del Atlántico. A diferencia del Plus Ultra, necesitaron tres hidroaviones para hacerlo debido a las averías. El Plus Ultra se convirtió en un símbolo de la aviación y el rey Alfonso XIII lo donó a la Armada Argentina, donde sirvió como avión correo hasta que fue retirado del servicio.
Pero la proeza del Plus Ultra quedó ensombrecida por el vuelo del “Espíritu de San Luis” del norteamericano Lindbergh, en 1927 cruzó el Atlántico desde Nueva York hasta París en tan solo 33 horas. La rivalidad llevó a la Armada Española a tratar de superar lo logrado por Lindbergh y en 1932 comenzó a valorar la posibilidad de unir Sevilla y Cuba sin escalas. Era la mayor distancia hecha nunca para un vuelo sin repostaje y un recorrido que superaba en más de 2.000 kilómetros el de Lindbergh.
Para ello, le encargaron el proyecto al capitán de ingenieros Mariano Barberán. El teniente Joaquín Collar fue elegido como segundo piloto y Modesto Madariaga sería mecánico de asistencia. En poco más de cuatro meses, la aeronave estaba lista. El 15 de abril de 1933, los mecánicos e ingenieros dieron los últimos retoques al Cuatro Vientos, un Breguet XIX, con uno de los motores más potentes existentes (Hispano Suiza 12 Nb de 650 caballos), adaptado para un vuelo sin precedentes y que necesitó el trabajo de 53 personas para su fabricación en CASA, con sede en Getafe (Madrid).
El resultado final fue llamado Breguet XIX TR Super Bidón con motor Hispano de 650 CV y que bautizado como Cuatro Vientos. El avión era blanco con franjas rojas, pesaba 6.320 kilos, podía volar a una velocidad máxima de 220 km/h y un depósito para 5.300 litros de combustible. El sistema de orientación era astral y por brújulas y se realizaron modificaciones importantes en el diseño del avión: Se aumentó la envergadura hasta los 18,30 metros y la superficie de las alas a 59,94 metros cuadrados, y se aumentó la vía del tren de aterrizaje.
El motor lineal de 12 cilindros Hispano Suiza 12Nb fue evolucionado en Barcelona y se le aplicó un tratamiento termoquímico al acero para aumentar su dureza y la resistencia a la corrosión y a la fatiga.
Además llevaba un depósito de combustible suplementario colocado entre los largueros del fuselaje, detrás del motor, que le proporcionaba mayor autonomía de vuelo.
El combustible iba alojado en ocho depósitos con válvulas de vaciado rápido para que, en caso de accidente, sirvieran como flotadores durante 24 horas.
Una de las innovaciones del director de CASA fue la de crear una cabina cerrada para proteger a los politos de las inclemencias climatológicas y de las bajas temperaturas. ¿El resultado? una cabina con una cubierta irrompible, móvil y expulsable en caso de emergencia. La cabina trasera también iba provista de mandos duplicados de vuelo, por si fueran necesarios. El asiento era abatible, para hacer más fácil el acceso a instrumentos y para la observación astral. Asimismo, disponía de una mesa para poder realizar cálculos y sujetar planos. Barberán creó una carta de navegación que podía moverse con unos rodillos para facilitar su trabajo.
El coste, un dineral para la época: 8.000 pesetas (algo menos de 50 euros), que fue financiado por el Gobierno de la República, el Ministerio de Guerra, y la Jefatura de Aviación estatal.
El avión estaba listo, pero había otras variables que había que tener en cuenta. Una de ellas, casi tan importante como la mecánica era la meteorología. José Cubillo Fluiters fue el encargado de hacer un detallado estudio del tiempo, de la previsión durante la ruta y de los lugares por los que pasaba. Una tormenta inesperada podría echar al traste el sueño de la aviación española.
A pesar de que era un vuelo sin escalas, se prepararon paradas de emergencia en lugares como Madeira, Puerto Rico o Santo Domingo. Barberán y Collar también llevaron a cabo un entrenamiento específico e hicieron vuelos de prueba a Las Palmas o al Cabo Juby en Marruecos, zona española en aquellos años. Finalmente, la propuesta fue aceptada por el Gobierno, y el 10 de junio de 1933 despegaría el Cuatro Vientos desde la Base Aérea de Tablada hacia La Habana, Cuba.
El Cuatro Vientos despegó de Tablada (Sevilla) a las 04:35 de la mañana, con con 5.300 litros de gasolina y 220 litros de aceite. Tras recorrer 1.500 metros (hubo que alargar la pista para esta misión), la aeronave comenzó a coger altura y media hora después ya había salido de España. El trabajo de Fluiters fue certero y les permitió anticiparse a algunos fenómenos atmosféricos que podrían haberles roto los planes. Cinco horas después des despegue, sobrevolaron Madeira.
Al comienzo del segundo día de travesía, los pilotos recurrieron a la estrella Polar para poder calcular su latitud en el paralelo 22, lo que les permitió llegar a República Dominicana tras 30 horas de vuelo. A las 14:05 horas avistaron Cuba, más concretamente Guantánamo, pero un cambio de tiempo les obligó a desviarse y lo lograron aterrizar en Camagüey hasta las 15:39 horas. La gesta estaba cumplida: 8.000 kilómetros en 40 horas de vuelo, lo nunca visto hasta el momento.
Trágico desenlace
Tras la escala en La Habana, el Cuatro Vientos tenía planeado viajar a México. Era un trayecto de 1.920 kilómetros, que realizarían en apenas 12 horas y había cuatro aeropuertos preparados para su llegada en caso de que se presentaran problemas. Con 2.000 litros de combustible y víveres para ocho días, Barberán y Collar despegaron de Cuba el 20 de junio a las 08:45 horas. El tiempo no era bueno pero en principio no hacía peligrar la misión hasta Ciudad de México. A las 11:35 horas, en Tabasco, se les perdió el rastro. Debido a la tardanza, con la llegada de la noche, comenzó a reinar el nerviosismo entre las 60.000 personas que esperaban al Cuatro Vientos. Las 21 aeronaves que esperaban para rendir homenaje a los pilotos españoles salieron en su busca. Ante la imposibilidad de encontrarles, el Gobierno de Guatemala se sumó al operativo pero una fuerte tormenta obligó a detener la búsqueda cuatro horas después. Pero el público aguantó estoicamente durante 19 horas, nadie quería perderse la llegada triunfal del Cuatro Vientos. Pero nunca se produjo.
Qué pudo ocurrir
Los rumores y leyendas entorno al avión español comenzaron a correr como la pólvora, pero ninguna ha podido probarse hasta 1995. La más extendida es que los militares españoles intentaran esquivar la tormenta y se dirigieran al Golfo de México, donde fueron sorprendidos por el temporal y cayeran al mar. Pero los historiadores están convencidos de que el temporal les obligó a realizar un aterrizaje de emergencia en la sierra Mazteca y murieron en el acto o poco después.
Otras versiones hablan de que Barberán quedó malherido y que Collar salió en busca de ayuda y fue confundido con un ladrón o un militar. También se especula con que pudieron ser secuestrados y que después de que los medios de comunicación se hicieran eco de la noticia de la desaparición decidieran acabar con su vida.
Pero, como ocurre muchas veces, también hubo momentos de desconcierto y se llegó a decir se habían encontrado los restos del avión y que los tripulantes estaban con vida. Pero el Ejército mexicano se trasladó a la zona y desmintió los rumores: ni había restos del avión ni de los españoles. Otra “fake news” hablaba de que habían sobrevivido y que habían sido trasladados a Madrid...
Y cómo no, las teorías de la conspiración. Una de ellas, defendía que el avión había sido saboteado para ocultar la gesta. De hecho, en su llegada a Cuba detectaron que había una fisura inexplicable en el depósito de la gasolina y que pudo ser reparada antes de volar con destino a México.
Investigación española
En diciembre de 1933, el aviador republicano Ramón Franco (hermano del dictador Francisco Franco y piloto del “Plus Ultra”) fue designado agregado militar español en Washington y viajó a Ciudad de México para encabezar la investigación oficial sobre la desaparición del Cuatro Vientos. Su informe fue remitido a España en 1934 pero desapareció durante la Guerra Civil Española.
Por su parte, la prensa mexicana alimentó durante años la teoría de que sufrieron un accidente y cayeron en la Sierra Mazateca, donde un grupo de nativos asaltaron a Barberán y Collar para robarles. De hecho, contaron con el testimonio de una mujer que relató que un grupo de hombres vio caer el avión y que fueron al lugar del accidente. Allí vieron que Barberán tenía las piernas rotas y que Collar había sobrevivido. Supuestamente esos hombres, comandados por Bonifacio Carrera, Rainaldo Palancares y dos de sus hijos acabaron con sus vidas para robarles.
La revista “Hoyinformó durante meses de la tragedia, trasladó a la zona a varios periodistas pero ninguno pudo confirmar lo que realmente pasó. Debido al interés, los medios se llenaron de versiones de lo más increíble.
Pero la tesis del asesinato fue calando, hasta el punto de que en 1964, el teniente general mexicano Serrano de Pablo declaró a la revista “Ya” que Barberán y Collar fueron asesinados, sus negocios saqueados en la Sierra Mazateca y el crimen encubierto.
El interés siguió vigente con el paso de los años y en la década de los 80el periodista Jesús Salcedo, del Canal 13 de la televisión mexicana comenzó su búsqueda de los restos del Cuatro Vientos, viajó a la Sierra Mazateca, entrevistó y los indígenas, que relataron el asesinato y señalaron a los culpables. Una versión de los hechos que fue avalada posteriormente por el municipio de Puebla y por la Secretaría de la Defensa Nacional de México.
Esta versión cogió aún más fuerza en 1995, con el hallazgo de unos restos de avión y de dos cuerpos en una cueva situada en un acantilado. El gobierno mexicano realizó una investigación en la que contó con el periodista y concluyeron que los restos del Cuatro Vientos y los pilotos habían sido transportados desde el lugar del accidente a la cueva y enterrados para tratar de ocultar las pruebas del crimen. El problema es que los expertos aeronáuticos españoles no pudieron confirmar que los restos fueran los del Cuatro Vientos y que los cuerpos pertenecieran a Barberán y Collar.