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Amir Jadidi, el “buen ladrón” de Asghar Farhadi

En “Un héroe”, el actor iraní se pone a las órdenes del laureado realizador para narrar desde lo moral una historia de contradicciones
A CONTRACORRIENTE
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Según reza el Corán, que es casi Carta Magna en países como Irán: «Al ladrón y a la ladrona, cortadles las manos como retribución de lo que han merecido, como castigo ejemplar de Allâh». En ese mínimo espacio para la duda, llama la atención cómo el genio de Asghar Farhadi es capaz de firmar en «Un héroe» uno de sus mejores guiones. Su parábola del ladrón, protagonizada por un Amir Jadidi que habló con LA RAZÓN en la pasada Seminci de Valladolid, es una historia moral sobre lo que es correcto y lo que no en una sociedad tan opresiva como la persa. Rahim, protagonista y preso de permiso carcelario, encuentra por cuestiones más o menos azarosas una bolsa llena de oro que decide devolver a su propietario. El consiguiente revuelo mediático, las dudas sobre la versión del personaje al que da vida Jadidi y los resortes de las corruptelas sirven entonces a Farhadi para desnudar la ética del oficialismo de su propia sociedad.
-¿Cómo consiguió el papel? ¿Cómo se subió al proyecto?
-Fue un proceso extraño, alejado de lo habitual. Asghar Farhadi ya sabía exactamente qué quería antes de hacer la película con el personaje, por lo que se entrevistó con muy pocos actores. Tuve la suerte de estar ahí. Los pocos que éramos profesionales, principalmente yo y los miembros de mi familia en la película, entramos entonces en la dinámica de la película, que exigía actuar con intérpretes no profesionales y conjugar nuestras dos formas de estar ante la cámara. Esa riqueza da mucha naturalidad a la película.
-Hasta cierto punto, la exposición de una película que ha competido en Cannes y se ha paseado por festivales de prestigio en todo el mundo debe ser nueva para usted...
-Ha sido grandioso. Estuve en Cannes, pero lamentablemente no pude acudir a Toronto por un problema con el visado y la COVID. A la presentación de la película en Londres sí pude acudir, por ejemplo. Uno nunca sabe.
-¿Cree usted que “Un héroe”, como señala la crítica, es una película sobre la polisemia del honor?
-La palabra “honor” es polisémica en farsi y en otro montón de lenguas, por lo que creo que el valor universal de la película se mantiene. Sí, podría estar de acuerdo. El honor articula toda la sociedad iraní, y es intrínseco a la herencia persa. Es algo de lo que yo, podríamos decir incluso, estoy orgulloso. Es muy importante lo que la gente pueda pensar de ti, por delicado que sea en lo que se puede convertir. Esa imagen que proyectamos, para bien o para mal, es muy importante. ¿Quizá haya quien quiera cambiarlo? Perfecto, pero todavía importa.
-Si la tesis gira alrededor del honor, ¿quizá la denuncia del sistema penitenciario o de sus condiciones es una idea satélite?
-Desde luego, pero no creo que sea algo realmente importante en el desarrollo de la historia. En todas las partes del mundo hay cárceles mejores y peores, no es algo exclusivo de Irán. Como he dicho a otros periodistas, creo que no es mi labor responder a ese tipo de preguntas. No por algo ideológico, sino porque creo que tiene que ver con el guion y para eso el que de verdad sabe qué quiere contar y cómo quería hacerlo es Farhadi. Cualquier cosa que yo pueda decir es una opinión más. De alguien que ha participado en la película, pero una opinión al fin y al cabo.
-A nivel artesanal, como actor, ¿qué representa para usted en su carrera trabajar con Asghar Farhadi?
-Para mí es todo un orgullo, pero también una responsabilidad. Es un honor por su trayectoria, por su fe personal en los proyectos y por lo bien que está valorado dentro y fuera de Irán. Por otro lado, hay algo casi básico en la alegría que me llevé, porque trabajar con Farhadi es como volver a la escuela de interpretación. Cada pequeña parte del rodaje, cada escena servía para aprender algo nuevo.
-Después de hacer la película, ¿usted devolvería las monedas de oro?
-¡Sin duda! En un plano egoísta, solo por la mera capacidad de poder dormir y vivir conmigo mismo al día siguiente. Más allá de la moralidad. Si, para salir de un problema, generamos dos, nunca aprenderemos. Me lo pensaría más de lo que creo ahora, pero las devolvería de inmediato.