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Estreno

Crítica de “Un héroe”: camino a la perdición ★★★

Un fotograma de "Un héroe"
Un fotograma de "Un héroe"ImdbImdb

Dirección y guion: Asghar Farhadi. Intérpretes: Amir Jadidi, Mohsen Tanabandeh, Sahar Goldust. Irán-Francia, 2021. Duración: 127 minutos. Drama.

En el mundo del iraní Asghar Farhadi nada es blanco ni negro. Una buena acción puede provocar consecuencias funestas porque la bondad tiene su propia agenda, y a veces confunde el beneficio propio con la generosidad para con la comunidad. Rahim, que no se caracteriza por su buena suerte (sale de permiso de la cárcel, está endeudado hasta las cejas), encuentra un tesoro (una bolsa llena de monedas de oro) que podrá o solucionarle la vida o restituir su reputación. Es el primero de los dilemas morales que jalonan su camino a la perdición, siempre diseñado para surcar el mapa del error. Todas sus decisiones parecen dictadas por impulsos contradictorios, a remolque de lo que la vida le da y le quita, tanto de una forma arbitraria como dictada por la feroz gramática del sistema.

A diferencia de los protagonistas de “Namir y Simin, una separación” y “El viajante”, Rahim, al que un espléndido Amir Jadidi interpreta desde una vulnerabilidad apabullante, víctima de una desesperación que disfraza con una sonrisa ausente o una expresión de total desamparo, es la encarnación de la pasividad. Solo actúa por reacción a una realidad externa que le abruma, convirtiéndole en héroe del pueblo o sometiéndole al linchamiento público. Por desgracia, da la impresión de que esa realidad externa está creada por Asghar Farhadi de un modo un tanto artificioso, como si el guionista obsesionado por hinchar de conflictos una trama cotidiana que se retuerce a contrarreloj para asfixiar al espectador ocupara el lugar del humanista, heredero del Neorrealismo, que quiere entender a toda costa la complejidad ética de sus personajes. Es decir, lo que “Un héroe” gana en tensión narrativa lo pierde en verosimilitud.

Lo mejor

Farhadi sigue siendo un orfebre del dilema moral, columna vertebral de una fatalista concepción de la vida.

Lo peor

Se le va la mano con las desgracias, hasta el punto de que lo que nos afectaba acaba por no resultar creíble.