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“Un héroe”: Asghar Farhadi dibuja la hamartia en Valladolid

El director iraní, que no ha podido viajar a la Seminci por su visado, está en todas las quinielas de los próximos Premios Oscar con su nuevo drama, protagonizado por Amir Jadidi
A Contracorriente
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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De entre las numerosas figuras clásicas, siempre presentes de uno u otro modo en el diseño teatral de las películas de Asghar Farhadi (Irán, 1972), pocas veces se había dado un baile con la hamartia. El error fatal de los protagonistas helenos, esa pulsión que les arrojaba a la tragedia por pura predestinación más que por empeño, había huido al ritmo del director persa por su tendencia a la catarsis arrebatadora. Como si tuviera que enmendarse a sí mismo, en una de las filmografías más excelentes de este siglo, Farhadi presentó en la Sección Oficial de la Seminci de Valladolid, “Un héroe” (“A Hero”), su última película y con la que consiguió el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes.
Así pues, el “héroe” del título no es tan solo la revelación argumental de un encarcelado de permiso que, aun ahogado por las deudas, decide devolver un bolso repleto de monedas de oro para convertirse en un agente mediático, si no que también se puede entender como la declaración de intenciones de Farhadi respecto al mito clásico. El personaje de Amir Jadidi (presente en Valladolid), espléndido como protagonista trágico, sufrido y desesperante, es una mera excusa del director para analizar una sociedad, la iraní, profundamente afectada por el honor y la defensa del valor propio una vez puesto en común, como si la reputación fuera el objetivo y no el medio. No es tanto una narración sobre el ascenso mediático de los mitos de barro del siglo XXI como una reflexión profunda sobre la imposibilidad de superación, en mundos como el otrora persa, de las propias circunstancias y marcos contextuales.
Ansias de paz
La película del director iraní, que está en todas las quinielas para ser nominada a los Premios Oscar como Mejor Película Extranjera, se eleva narrativamente como una especie de deconstrucción del hombre gregario, quizá como un anexo a “Crimen y castigo” o, al menos, un filme heredero del sufrimiento de Rodión Románovich. Falso final a falso final, Farhadi vuelve a la anemia de concesiones que le hizo grande en “Nader y Simin, una separación” o “El viajante”. “Un héroe” (“A Hero”) es una obra madura y concreta sobre el honor o, más bien, sobre la percepción de pérdida del mismo cuando es lo único que se tiene. Igual que Aquiles y su talón, u Orfeo volviendo la mirada, el protagonista de Farhadi no puede evitar ser presa de su mitomanía y, en gloriosa contradicción, también de sus propias ansias de paz.
Quizá “Un héroe” (“A Hero”), no sea el Farhadi superior, ni siquiera el tendente al melodrama de “Todos los saben”, quizá estemos ante una nueva etapa, mucho más madura, del director. Todavía sin encontrar un tono definido, dejándose imbuir por momentos por una especie de condescendencia con sus personajes, el iraní consigue epatar incluso cuando se muestra tramposo en el guion. La película, un triunfo incontestable pese al titubeo de su final, casi circular, es la telegrafía exacta del diseño mediático del héroe, temporal y efímero, pero conviviente y último testigo de su propia desgracia.