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Javier Cercas contra el Epstein de Mallorca

El escritor traslada hasta Mallorca su serie policial con «El castillo de Barbazul»
IVÁN GIMÉNEZ / TUSQUETSIVÁN GIMÉNEZ / TUSQUETS
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Con «El castillo de Barbazul», publicado por Tusquets, Javier Cercas continúa la saga/fuga de Melchor Marín que el escritor inició con «Terra Alta», la obra con la que ganó el Premio Planeta, y continuó con «Independencia». En esta ocasión, Marín viaja hasta Mallorca para presentarnos un trepidante cuento de terror, para que su antihéroe pueda conocer el paradero de su hija Cosette. Pese a haber dejado su trabajo policial para convertirse en bibliotecario, Marín volverá a su oficio para localizar a Cosette y para enfrentarse a Rafael Mattson, un multimillonario que usa su dinero y poder, desde su finca de Formentor, para ser un depredador sexual que puede recordar a Jeffrey Epstein o Harvey Wenstein.
Cercas habló ayer, desde los escenarios de la novela, desde Pollença, sobre una historia que tiene mucho que ver con el lugar en el que se desarrolla. «Sabía que la hija de Melchor Marín se iba a perder y sentía que se perdería en Mallorca. Así que buscaba un lugar con gente muy rica y que estuviera aislado», explicó Cercas quien tuvo la suerte de que el pintor Biel March le abriera no pocas puertas de la isla. Con este punto de partida, el escritor ha seguido, como él mismo indicó, la máxima que le gusta repetir de Miguel de Cervantes: Haz lo que te dé la gana. «Cuando uno gana un premio como el Planeta pasa a ser sospechoso de algo. Yo no podía saber que “Terra Alta” era parte de un proyecto mucho más amplio, de una novela mayor. El resultado final son tres novelas distintas y un solo libro verdadero», comentó. Todo ello con la duda de si continuará una serie que tiene un final abierto y podría prolongarse en una cuarta entrega.
Al hacer balance de lo que ha sido un cambio de registro que en su momento sorprendió a muchos, Cercas meditó que con «Terra Alta» «quería ser otro escritor. Tenía la sensación de que con la novela anterior, “El monarca de las sombras”, que era muy importante para mí, se había acabado algo que había empezado con “Soldados de Salamina”, que era la autoficción, algo que no había cuando empecé y que ahora hay demasiado. Si un escritor se repite está muerto. Mi máxima ambición sería ser un Pessoa a lo largo del tiempo e ir descubriendo todos los escritores que hay en mí».
¿Era una provocación que el autor de «Anatomía de un instante» o «El impostor» hiciera novela policiaca? «Me han preguntado mucho eso, pero no, es que me salió así. Aún se dice que una novela policial es un género menor. Quien diga eso es que no sabe lo que es la literatura. Lo único que existe en la realidad son buenas y malas novelas. Lo demás es verborrea. La buena literatura es la popular y no debe cerrarse a la trinchera para los literatos». Con «El castillo de Barbazul» Cercas ha aspirado, al igual que en otros de sus títulos, a «que el lector no note el trabajo que hay detrás. Me gusta que parezca fácil lo que es difícil».
Tanto en «Independencia» como en «El castillo de Barbazul», Javier Cercas se aproxima a la otra cara del poder, aunque no se trata de algo que esté oculto porque, como dice el mismo escritor, «los secretos están a la vista pero hay que mirarlos». Eso le hace reflexionar en las novelas de la aventura de Melchor Marín sobre «una constante que es el hecho que el dinero ofrece impunidad. La mitad de la humanidad ha tenido el pie en el cuello por la otra mitad. Eso es algo de lo que nos hemos dado cuenta en fecha reciente, aunque es algo que ha pasado siempre».
Esta mirada a la sociedad y, sobre todo, al poder hace que Cercas defina estas novelas como «antisistemas porque la literatura o es antisistema o no es literatura. La literatura se dedica a formular una pregunta de la manera más compleja posible y a no contestarla. La respuesta la tiene el lector. La mitad de un libro lo pone el autor, la otra mitad es del lector. Esa es una de las pocas verdades absolutas que conozco».
Las tres novelas también han servido para que Melchor Marín ya sea mucho más que un personaje para el autor de «Las leyes de la frontera». Ahora, tres novelas después, el mosso d’esquadra que fue el héroe desconocido en los atentado de Cambrils, el mismo a quien le gusta leer «Los miserables» de Victor Hugo, es «un tío de quien me he enamorado. Ahora lo conozco mucho mejor. Melchor soy yo, pero es mucho mejor que yo. Es alguien que tiene malos rollos, deseos de venganza. Tiene coraje, lo que es una virtud poco valorada. Churchill decía que el coraje era la base de otras virtudes». Cercas también aplaude de Melchor que «tiene carisma. Detesto a los políticos carismáticos porque lo que quiero es que solucionen problemas. Melchor lo es y piensa en jugarse la vida por una causa justa».
La guerra
La actual y delicada situación en Ucrania también apareció ayer durante la presentación de «El castillo de Barbazul». Al ser preguntado por su opinión sobre el conflicto, Cercas dijo que «esta es la primera manifestación a gran escala del enfrentamiento entre democracia y nacionalpopulismo que es la máscara posmoderna del fascismo. Antes era Donald Trump su líder, ahora lo es Vladimir Putin quien hace mucho tiempo que lleva haciendo esto, pero es ahora cuando nos hemos enterado».