Escarificaciones en África: por qué se hacen y qué significan
Las cicatrices con motivos bélicos, estéticos o tribales llevan practicándose miles de años en el continente
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Se llama escarificaciones (del inglés scar, que significa cicatriz) a las marcas hechas en la piel mediante el uso de diferentes técnicas. Tribus aborígenes de Australia y mayormente a lo largo de África han utilizado las escarificaciones porque, según se piensa, los tatuajes no han sido tan comunes en estas sociedades a causa de la dificultad de distinguir la tinta negra frente al tono de piel. Una escarificación puede hacerse con herramientas tan variadas como un cuchillo, un pedazo de vidrio o incluso una piedra afilada. Pueden ser “planas” o buscarse en ellas el relieve que se obtiene levantando pedacitos de piel utilizando un gancho. Pueden dejarse cicatrizar sin más preámbulos o rellenarse con arcilla y pólvora. Existen tantos tipos de escarificaciones y tantos métodos para obtenerlas que haría falta un libro para dedicarles el detalle que requieren, aunque este artículo procurará arrojar una esquirla de luz en la penumbra de misterios que todavía enmarcan al continente africano.
Aunque las escarificaciones no se practican en la actualidad con la habitualidad del pasado (en parte por la pérdida de identidades tribales debido a la migración a ciudades, en parte por el auge de religiones monoteístas por encima del animismo, en parte por la pérdida de contacto de las diásporas africanas con sus países de origen), todavía forman parte de una realidad común en África. Todos los días podemos pasear las calles de Jartum o Dakar y cruzarnos aquí con esta vendedora, allí con aquél taxista venido de una aldea rural y con las marcas convenientes decorándole el bello rostro.
La estética de una cicatriz
La mayoría de las escarificaciones sirven como seña de identidad tribal. Se reconocen generalmente por sus complejos patrones y el detalle con que han sido realizadas. Un ejemplo lo encontramos en determinadas tribus de la etnia dinka, en Sudán del Sur. Cuando los dinka (ya sean hombres o mujeres) pasan de la infancia a la niñez, el herrero de la tribu forja una pequeña hoja y practica en la frente y en las mejillas del niño una serie de líneas que señalarán para siempre a qué tribu pertenece exactamente. Cuando el niño crece, ese mismo herrero forja una nueva hoja y realiza nuevas escisiones, esta vez ubicadas en el abdomen del individuo. De manera que quede patente, mediante el goteo de la sangre y el aguante estoico del dolor, que ya no es un niño quien pasea por la tribu y que desde ese día ha ingresado con valentía en la vida adulta. En el caso de las mujeres, estas últimas cicatrices también se dibujan en el pecho, poco después de que se tenga constancia de la primera menstruación.
La etnia houeda de la República de Benin mantiene la creencia popular de que la escarificación de los niños crea una conexión entre ellos y sus antepasados. Después de hacerles las cicatrices en la cara, conceden nuevos nombres a los individuos y les afeitan el pelo, antes de llevarlos ante un oráculo cuya tarea es ayudarles a comunicarse con las generaciones anteriores.
Cabe a destacar que este tipo de cicatrices tienen también un alto componente estético, principalmente entre las mujeres. No es de extrañar que el individuo busque cierta armonía entre las marcas que decorarán su cuerpo hasta el día de su muerte. En las escarificaciones no solo viene representada la identidad tribal, sino también la identidad propia de cada individuo, de manera que podemos encontrar en ellas una poderosa fusión entre la tribu y el individuo. El individuo pertenece a una tribu a través de las cicatrices y la tribu reconoce al individuo por medio de ellas.
En la mayoría de las tribus de África occidental, la escarificación juega un papel importante en la identidad de género y la expresión sexual del individuo. En este caso, las cicatrices pueden ser vistas como bellos elementos de atracción. Se cree que ayudan a mejorar las capacidades de estimular y atraer a posibles parejas sexuales, como ocurre entre la gente de Tiv en Nigeria. Estas personas también creen que simplemente llegar a tocar las cicatrices puede inducir poderosos sentimientos eróticos tanto en hombres como en mujeres.
Guerra, salud, dolor
Otras cicatrices tienen fines curativos. Siguiendo la tradición medicinal de numerosas tribus del continente africano, que casa la medicina con los remedios basados en la magia, las cicatrices pueden verse como un remedio tan útil como los paracetamoles. Si la familia de un enfermo o el curandero encargado de atenderle entienden que su dolencia viene causada por un mal espíritu que se le ha introducido en el cuerpo, se piensa que una serie de escarificaciones realizadas mediante los ritos necesarios expulsarán al espíritu dañino por las heridas abiertas. En algunas tribus de Guinea Ecuatorial, las marcas se realizan incluso antes de la enfermedad, en una suerte de magia medicinal preventiva. Se piensa que pequeñas y casi imperceptibles incisiones en las sienes y en las extremidades (realizadas cuando el individuo es un bebé) servirán para proteger al individuo de los ataques de estos posibles malos espíritus que contaminan la salud de las personas.
Existe además la opción de encontrar escarificaciones con motivos bélicos. Entre las tribus ganaderas del continente, donde puede existir una estrecha relación entre la ganadería y la guerra (defender el ganado mediante el uso de la fuerza o robarlo con violencia cuando escasea son prácticas habituales), estas marcas sirven como aviso a los forasteros y como señal de respeto entre los miembros de una misma tribu. Los miembros varones de la etnia suri (Etiopía), por ejemplo, marcan su brazo derecho con una herradura si han matado a otro hombre de una tribu enemiga, mientras que se marcan una herradura en el brazo izquierdo si su víctima ha sido una mujer.
En todas las escarificaciones se percibe la importancia del dolor y de la sangre. Ya sea para señalar que uno se trata de un gran guerrero o para indicar el paso de la niñez a la pubertad o de la pubertad a la vida adulta, cada marca reporta un grado de dolor que el individuo debe superar con la valentía requerida. En las tribus donde todavía se realizan este tipo de prácticas, un hombre que no haya seguido el ritual de las escarificaciones puede ser tachado de cobarde y dejado de lado por el resto de integrantes de su tribu.
Una nueva época
Pese a todo lo dicho, cabe reconocer que la escarificación puede haber perdido sus valores y la forma de ser percibida por la mayor parte del continente africano. Los métodos de belleza modernos (cremas, lociones, cambios de imagen en el quirófano) y los nuevos cánones de belleza globalizados que también afectan este aspecto de la cultura africana han llevado a que se disipe la finalidad estética de las escarificaciones. La gente prefiere un nuevo corte de pelo o una nueva marca de pintalabios antes que sufrir el dolor de los cortes en la piel, que en muchas ciudades se perciben desde hace años como costumbres rurales, anticuadas o incluso ignorantes.
En las ciudades se ha desarrollado una especie de estigma asociado a las escarificaciones, generando vergüenza o baja autoestima entre quien las luce. Algunas mujeres tapan las marcas con maquillaje; otras llegan a someterse a operaciones de cirugía estética para eliminarlas. Ocurre en cualquier nación del mundo: a medida que las ciudades se masifican, la convivencia interétnica se acentúa, eliminando así rastros de ritos y costumbres ancestrales que encajan difícilmente con los patrones sociales estipulados por Occidente y que generalmente permiten una correcta convivencia entre individuos llegados de todos los rincones del planeta.