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Tony Gratacós: «Stefan Zweig nos ha permitido comprender una hazaña de hace 500 años»

El autor de «Nadie lo sabe», que novela la primera vuelta al mundo, recomienda este verano la lectura de «Magallanes» del escritor austríaco
El escritor Tony Gratacós
La Razón.

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Fue una lectura casual, pero fue la lectura que dirigió su mirada hacia una hazaña a la que no había concedido en principio mayor importancia y que sería trascendental para su futuro. Tony Gratacós, autor de «Nadie lo sabe» (Destino), un intenso fresco narrativo sobre la primera vuelta al mundo salpicado de aventura y de intriga, reflexiona sobre «Magallanes», el libro de Stefan Zweig, la obra que decantó su interés por este suceso que después abordaría en su primera novela.
¿Qué libro recomienda leer este verano?
«Magallanes», de Stefan Zweig. Recuerdo que lo compré hace años en la Cuesta de Moyano. Conocía al autor, pero desconocía esta obra de él y, movido por la curiosidad, me lo llevé. Por entonces, mi conocimiento de la primera vuelta al mundo no era mayor que la que suelen tener la mayoría de los españoles. Este libro supuso la puerta de entrada a esa gesta que justo ahora cumple quinientos años.
¿Qué le llamó la atención?
Lo que me resultó curioso es que fuera un extranjero el que nos descubría esta hazaña. En mi caso, además, fue el pistoletazo de salida, la semilla, de lo que más tarde sería mi novela «Nada lo sabe». Pero si me pregunta por qué me llamó la atención es que Zweig hablaba de una gesta de la Corona de Castilla, pero, en cambio, al que daba valor era solo a Magallanes, de quien hace un perfil psicológico extraordinario. Por otro lado, sin embargo, ningunea a Elcano.
¿Por qué le resultó chocante?
La primera vuelta al mundo tiene dos caras. La que percibe el resto del mundo y la que vemos nosotros. La nuestra es Elcano y la del mundo, Magallanes. Los españoles nos vendemos muy mal. Es como si la primera vuelta al mundo fuera solo de Magallanes y no tuviera nada que ver con Elcano. El cronista Antonio Pigaffeta no menciona a Elcano, aunque Zweig, esto es cierto, deja constancia de él. Esto me hizo pensar qué historia hubiera podido ocurrir para que Pigaffeta no lo mencionase. Este es el origen de mi libro, «Nadie lo sabe».
¿Es lo que le gustó de este libro?
El libro de Zweig fue el trampolín para entrar en este acontecimiento. Pero lo que más me atrae de sus biografías es la capacidad que tiene para conocer a las personas y brindarnos estos retratos históricos. Él nos permite entrar en la mente de alguien que afrontó esta hazaña de hace ahora 500 años. Te metes en los zapatos de esos navegantes, en su piel y ves aquel suceso desde la perspectiva de Magallanes, a quien ensalza.
Pero no a España.
También alaba a Portugal, aunque a la Corona de Castilla no la deja bien. Lo curioso es que el hombre que dio la vuelta al mundo fue Elcano. Si Elcano no hubiera acabado de dar esa vuelta, nadie se acordaría de Magallanes y hoy nadie sabría quién era. Por supuesto, también se necesitaba a alguien convencido, como Magallanes, de que en alguna parte existía un paso para circunvalar ese nuevo continente. Ambos se necesitaban. Son personalidades imposibles de desvincular.
¿Se deja llevar por el azar al comprar un libro?
Siempre me ha gustado ir a librerías. Los libros tienen magia. Entras en una librería y siempre hay uno por encima de los demás que te atrae. No sabes si es por el nombre del autor, la portada, el título del libro... En el caso de «Magallanes» influyó que unía un capítulo de la historia con su autor. Pero el romanticismo de una librería consiste en entrar en una y que alguna historia llame a tu puerta. A veces te compras el libro y no aciertas, pero creo que resulta bonito esta atracción.
¿Qué valora de Zweig?
Lo que comentaba antes de manera sucinta: cómo aborda la psicología de las personas, de qué manera logra hacerlos suyos y que comprendas los problemas y los pensamientos que tiene. Zweig era un genio en este punto, en reflejar el mundo interior de los personajes que trata.
¿Es el reto de los escritores?
Sin duda, que cualquiera se pueda identificar con un personaje, aunque no comulgue con lo que piensa. El escritor debe lograr que un lector se adentre en un protagonista y ser capaz de transmitir con coherencia sus sensaciones y que se entiendan, aunque después no se compartan. Eso es lo más gratificante. Con este libro, entré en esa época, entendí la envergadura de esa hazaña y la rivalidad de sus personajes. Zweig no se quedó en la superficie. Te muestra cómo vivió esa experiencia cada una de estas personas. Es esto lo que hace que un libro sea grande. En ocasiones, cuando lees alguno o ves una película, te das cuenta de que ocurren muchas cosas, pero que ninguna te importa. Eso ocurre porque los personajes no tienen alma y la historia, tampoco. Es lo que hay que evitar.
¿Por qué nos atraen tanto las hazañas?
Porque desde que somos pequeños y nos miramos al espejo queremos ser protagonistas de grandes historias y hazañas. Es la razón. Cuando era pequeño, te crees que eres el protagonista de la película que estás viviendo. Todos queremos ser los héroes de algo, y las heroicidades, las grandes hazañas, por eso nos resultan tan seductoras.
¿Tienen valor los héroes anónimos?
Los héroes cotidianos están infravalorados. Es la labor oculta de los hombres silenciosos, los que no salen en los diarios, la que construye el mundo. Leemos la Prensa y pensamos que la historia pasa por sus páginas, pero eso no es más que el ruido diario. Lo que hay detrás oculto es lo que cambia la historia, el hacer de esos héroes anónimos.
¿Por qué los españoles tenemos problemas en reconocer parte de nuestra historia?
Los españoles tenemos un gran complejo de inferioridad. En mi anterior trabajo tenía contacto con responsables de Francia, Italia... y me di cuenta de que los españoles somos buenos. La pregunta es por qué nos vendemos tan mal. Me di cuenta de que había franceses que no daban palo al agua, pero qué bien vendían lo suyo... en cambio, nosotros, siempre creemos que lo que hacemos no tiene importancia. Creo que henos sido un imperio y que después pasamos a la nada, y eso nos ha marcado. Pero no entiendo por qué nos da vergüenza. La leyenda negra pesa mucho, pero no habría tenido ese poder sobre nosotros si no la hubiéramos dado esa importancia.