¿Por qué decimos “noche toledana” cuando no hemos podido dormir?
La expresión está reconocida por la RAE como “una noche sin poder conciliar el sueño”, pero ¿cuál es su origen?
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El diccionario de la RAE tiene reconocida la expresión “noche toledana” como una expresión válida que describe “una noche sin poder conciliar el sueño”. Se trata de una forma de hablar muy común en España pero de un origen incierto, que podría aludir a diferentes hechos o sucesos acaecidos siglos atrás que van desde el hecho más intrascendente a los más graves.
El primero en recoger la expresión parece ser Francisco del Rosal, lexicógrafo y autor del “Origen de los vocablos castellanos” (1601), obra en la que el experto ya hacía mención de la diversidad de hachos a los que podía aludir esta expresión, que estaba en el habla corriente desde mucho tiempo atrás. “Dejadas varias historias fabulosas que los naturales cuentan, es la verdad que (el dicho) manó de la antigua costumbre, guardada antiguamente en Toledo entre mujeres, de velar una noche entera escuchando la primera voz o palabra que otro habla en la calle” para, “de ahí, pronosticar cuál había de ser su casamiento”. Esto aludía a una superstición o tradición según la cual las mozas solteras interpretaban que debían desposarse con la primera persona que escuchasen pasadas las doce de la noche de San Juan, lo cual ocasionaba en ellas no pocos nerviosismos.
Sin embargo, no es la única versión. Así, el también lexicógrafo Sebastián de Covarrubias, toledano de origen (1539 - 1613), describió la noche toledana como “la que se pasa de claro en claro, sin dormir porque los mosquitos persiguen a los forasteros, que no están prevenidos de remedios como los demás”. Así lo recoge en “Tesoro de la lengua castellana o española” (1611).
Otro de los expertos en el lenguaje más importantes de la época, Gonzalo Correas, abundaba en su “Vocabulario de refranes y frases proverbiales” (1627), en la citada superstición de la noche de San Juan. Así lo recoge: “Noche toledana (...) es la escucha que hacían mozas necias, noche de San Juan, de la palabra primera que oían dadas las doce en la calle, pensando que con el que se nombrase se habían de casar. De allí salió decir noche toledana”, explicaba.
Aún queda otra interpretación, de cariz más serio y sangriento. Se trataría de unos sucesos acaecidos en torno al siglo VIII, cuando el gobernador musulmán de Toledo hizo invitar a centenares de muladíes (es decir, musulmanes conversos) que podrían haber traicionado a las autoridades conspirando para una rebelión. Según esta leyenda Amrus ben Yusuf citó a todos los sospechosos de la revuelta en el Alcázar de Toledo con el pretexto de templar los ánimos mediante un encuentro, pero se convirtió en un masivo ajuste de cuentas. Hizo pasar uno a uno a sus invitados para que sus hombres les decapitasen y arrojasen sus restos.