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Así es “God of War: Ragnarok”: fuerza épica para el videojuego más esperado del año

Kratos y Atreus continúan su camino tras desatar el Fimbulwinter en una nueva entrega de la saga de Santa Monica Studio, que verá la luz el próximo 9 de noviembre
PLAYSTATION / SANTA MONICA STUDIO
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Poco más de 18 días. Eso es lo que separa a la comunidad de los videojuegos de uno de los títulos más esperados del año. Cuatro años después del juego original, Santa Monica Studio y PlayStation están listos para presentar, el próximo 9 de noviembre, “God of War: Ragnarok”. El camino de Kratos y Atreus continúa, así, con el Fimbulwinter completamente desatado tras los hechos de la primera entrega. Después de varios meses de espera, donde se habló incluso de un posible retraso y el mundo “gamer” volvió a mostrar su lado más tóxico, machista y, directamente, infantil, el último candidato serio al GOTY (juego del año) se pone de largo para los medios especializados de todo el mundo. Y LA RAZÓN ya ha tenido acceso a él.
Las primeras sensaciones que desprende “God of War: Ragnarok”, más allá de un desarrollo narrativo que aún no es menester discutir en profundidad para preservar la experiencia completa, son las de confirmar, de manera violentamente activa, que no estamos ante “El mismo juego 2″. Las dinámicas de la nueva entrega juegan en favor del barbecho, en el sentido de darnos a entender que Kratos anda ciertamente “oxidado” tras un período de hibernación en el que Atreus está más cerca de confirmarse como hombre que de seguir definiéndose como niño. Y es ese uno de los puntos de fricción más importantes de las mecánicas iniciales, que nos enseñan ya en plenos poderes lo que nos avanzaron los tráilers: nuestro protagonista sigue sin saltar, pero el juego de cadenas, salientes y, en general, horizontalidad de la primera entrega se remodela para mejor, ofreciéndonos más posibilidades en la exploración y, sobre todo, en los combates. “Ragnarok” corrige y mejora a su predecesor, sin por ello ensimismarse demasiado ni convertirse en radicalmente vertical.
Respecto a lo argumental, algo que se analizará en profundidad en la review completa prevista para la semana de salida del videojuego, “God of War: Ragnarok” nos recibe con dos de las primeras horas más estimulantes de los últimos años y quizá, uno de los mejores arranques que se hayan visto en la corta historia de PlayStation 5. Si bien la fluidez de algunos enemigos menores sufre en el modo de explotación gráfica, la experiencia nunca queda deslucida. Nuestro primer contacto, jugado en su mayor parte en el modo rendimiento, nos devuelve un juego espectacular en cada uno de sus detalles. Desde la iluminación, transgresora entre reinos, dejándonos sentir algo tan, a priori, poco conseguido en el medio como la humedad; hasta los propios diálogos, que se suceden de un modo más natural a las conversaciones de barca de la primera entrega.
Después de acercarnos a la quinta hora de experiencia, la nueva creación de Cory Barlog (ahora con Eric Williams en la dirección) nos sumerge definitivamente en el nuevo viaje. Con todas las dinámicas y mecánicas listas para ser exploradas y desarrolladas y, por supuesto, sorpresas que comienzan ya en la primera cinemática. Otro triunfo, se puede afirmar, de “God of War: Ragnarok”, ya que se integran con el propio “gameplay” y no se sienten artificiales. Tienen, en la mayoría de casos, un gran sentido narrativo para con la historia que se quiere contar. Y es ahí donde vuelve a brillar la música de Bear McCreary, tan épica y tan mastodóntica como en la primera entrega pero rediseñada para adaptarse al nuevo tono, más irreverente y quizá rebelde, de este videojuego en concreto.
A la espera de disfrutar del camino completo (sus desarrolladores han permitido acceso completo a la prensa apenas unos días después de dar luz verde a la versión Gold, lo cual nos avanza la confianza del estudio en su nuevo trabajo), el videojuego más esperado del año, sí, podría ser también el mejor juego del año. El poderío, el músculo y lo crudo de los primeros compases de “God of War: Ragnarok”, sobre todo si hablamos de la primera gran pelea física que nos ofrece el juego, es todo lo que se le puede pedir a un Triple A. El vértigo, la acción y la emoción, parecen asegurados. Todas las respuestas, en todos los reinos, a partir del 9 de noviembre, con ediciones que van desde la estándar a 69,95€ (PS4) y 79,90€ (PS5) hasta la Jötnar, disponible por 269,99€.