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Cine

Crítica de “Ruido de fondo”: la muerte del futuro ★★★★☆

Adam Driver en "Ruido de fondo" - Wilson Webb/NETFLIX © 2022
Adam Driver en "Ruido de fondo" - Wilson Webb/NETFLIX © 2022La Razón

Dirección y guion: Noah Baumbach, según la novela de Don DeLillo. Intérpretes: Adam Driver, Greta Gerwig, Don Cheadle. USA-Gran Bretaña, 2022, 136 min. Género: Drama.

En la última página de “Ruido de fondo”, Don DeLillo describe la vida de un supermercado como un perturbador teatro de autómatas, cuyo código de barras se decodifica a partir “del lenguaje de las ondas y la radiación, o del modo en que los muertos se comunican con los vivos”. La adaptación de Noah Baumbach también acaba en un supermercado, aunque ahora en clave de musical ‘pop art’, como si un Jerry Lewis adicto a LCD Soundsystem hubiera imaginado el “Todo va bien” de Godard. Qué extraño cruce de tiempos: si DeLillo proyectaba la década de los ochenta hacia un futuro distópico, Baumbach elige el pastiche retro para decirnos que el futuro ha pasado de largo. En ese cruce de tiempos sabe captar el ‘angst’ de una novela visionaria, que hizo de una accidental nube tóxica un precoz anuncio de la pandemia, en tiempos en que la hipervigilancia amenazaba con confinarnos con un miedo atroz a lo desconocido y un amor desquiciado por teorizar sobre los fascismos y la música popular sin cambiar de renglón. Por un lado, Baumbach ha sabido reconocer su propio estilo en los acerados, cínicos, hilarantes, terroríficos diálogos de DeLillo. Por otro, los Gladney, centro neurálgico de la trama, son territorio fértil para un cineasta tan interesado en las familias disfuncionales. Tal vez el texto de DeLillo habría necesitado un director más atrevido en lo visual, aunque Baumbach, que admite haberse inspirado en el cine de los ochenta, mantiene muy bien el pulso cuando se trata de trabajar el ‘collage’ de tonos y registros de la novela, que transita desde la ‘sitcom’ marciana hasta la sátira vitriólica sobre el mundo académico, pasando por la fábula distópica, el ensayo apocalíptico y la meditación existencial. Es el miedo a la muerte y cómo nos enfrentamos a él, lo que universaliza el discurso de “Ruido de fondo”, más allá de su lucidez a la hora de radiografiar el mundo en que existimos: es ahí, cuando una nube tóxica nos coloca al borde del abismo, y vemos que esa felicidad cosmética en la que vivíamos se diluye bajo la lluvia ácida del pánico a perder lo que ya no teníamos.

Lo mejor: El accidente de tren y sus efectos devastadores, y el concurso dialéctico entre dos académicos pop (Driver y Cheadle).

Lo peor: Pasada la nube tóxica, la película pierde un poco el rumbo.