La inconformidad progresista de Ben Shahn llega al Reina Sofía
Hasta el 26 de febrero se ofrece la exposición «Ben Shahn. De la no conformidad»
Madrid Creada:
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El inconformismo es valiente. Ante la intolerancia, la injusticia, lo complejo es la réplica, el debate. Pero solo se llega al avance si se reconocen los problemas. Ben Shahn, artista lituano que vivió y trabajó en Estados Unidos, fue un maestro de la no conformidad. Le sacó punta a todos y cada uno de los asuntos trascendentales que tuvieron lugar a lo largo del siglo XX, que no fueron pocos. Defensor de la justicia social y figura crucial del realismo social estadounidense, Shahn no dejó títere sin cabeza. Le preocupaba la Gran Depresión, y la retrató. Fue testigo del ascenso del fascismo en Europa, y lo denunció con sus cuadros. Tras la Segunda Guerra Mundial, él no celebró ningún triunfo, sino que pintó la barbarie vivida. Luchó, a través de su pincel, contra la amenaza nuclear y en pro de los derechos laborales, civiles y humanos. «Es solo cuando el artista habla y se expresa libremente que la sociedad en su conjunto puede ir avanzando. La voz individual del artista es la mayor forma de represión», asegura Laura Katzman, comisaria de «Ben Shahn. De la no conformidad». Hasta el 26 de febrero, el Museo Reina Sofía de Madrid acoge la primera exposición antológica del artista que se realiza en Europa desde 1963, y que cuenta con cerca de 200 obras.
Explica Katzman que Shahn abrazó en su obra «a un ciudadano global», independientemente de su origen, cultura o naturaleza. Su compromiso se sustentó en apoyar «la dignidad del humano individual y en denunciar el autoritarismo allá donde se encontrara». Y, dado que son situaciones que no suenan actualmente ajenas, uno de los objetivos de la muestra «es transmitir la actualidad de su obra». ¿Qué pintaría el bueno de Shahn si pudiera levantar la cabeza? ¿Es necesario recuperar esa forma de rendir homenaje a la libertad de expresión? Lo que sí llevaría a cabo es lo que demostró a lo largo de su carrera: la experimentación en el arte. En una época en que el expresionismo abstracto estaba en auge, él impuso su mirada y su pincel con el realismo y el arte figurativo. «Su absorción de la abstracción queda más evidente en la segunda parte de su carrera, y también en la segunda parte de la muestra», continúa Katzman, «celebramos la profundidad de la obra de este artista» Todo ello, a través del temple, las acuarelas, la fotografía, los carteles o los murales. La muestra no deja atrás su carácter polifacético, crítico, satírico e irónico, así como comprometido con la política, tal y como se observa en la cartelería que creó para la campaña de reelección de Roosevelet, en 1944.
Según la dirección del Reina Sofía, esta muestra es resultado de un trabajo de tres años y medios, pues ha tenido una especial dificultad: los préstamos eran muy complicados. No obstante, se ha conseguido reunir obras procedentes de 50 museos, galerías, archivos y colecciones privadas de EE UU y España, entre los cuales se encuentran el Museo Whitney y el MoMa de Nueva York. Con esto, podríamos decir que Shahn fue un artista global, pues su obra, y ante todo el discurso que figura tras de ella, se alza en un plano internacional. De hecho, realza Katzman que Shahn «estaba convencido del papel del artista de buscar y crear un futuro y una sociedad más justos, y en el papel del arte de mitigar el de la ciencia, con el fin de crear un equilibrio que asegurase un mundo más justo».