Santas o brujas: la historia de la mujer en el arte
Una exposición reflexiona sobre la representación de la mujer en las creencias a través de la creación artística
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Hace más de 5.000 años que la mujer aparece representada en creaciones humanas como un símbolo o más bien como un misterio, adorada y vilipendiada a partes iguales, como si de un arcano de poder sobrenatural se tratase. A la figura femenina se le han otorgado los poderes de la ternura, el amor y la creatividad tanto como los del pecado, la tentación y la destrucción, convirtiendo su representación en una efigie poderosa, portadora tanto del bien como del averno. Así ha sucedido en culturas de los cinco continentes a lo largo de los siglos y ese material sirve para la reflexión en «Veneradas y temidas. El poder femenino en el arte y las creencias», la exposición que CaixaForum Madrid inaugura con la intención de hacer pensar el presente.
«Queremos que la gente hable en las salas. Que comente, que debata», asegura Belinda Crerar, comisaria de la exposición y conservadora del British Museum, de donde proceden las más de 160 piezas que, desde la prehistoria hasta la actualidad, dan forma a la muestra. Ninguna de las cuales, por cierto, son objeto de las reclamaciones que diferentes países han realizado al museo británico al conocerse que se han producido robos de piezas en la institución en los últimos años, como ella misma aclaró en rueda de prensa. La exposición constata una realidad: las mujeres han sido representadas como símbolo de poder, pero, frente a la creencia habitual, que cae en lo maniqueo y simplista –tanto como objeto de deseo que conduce al pecado como creadora generosa y benefactora– hay otras complejidades. «Tratamos de presentar objetos y representaciones de las mujeres que escapan a esa dualidad y que superan nuestras propias ideas preconcebidas acerca de la representación femenina. Las piezas seleccionadas buscan hacer pensar sobre el presente», insiste Crerar.
La exposición incorpora objetos de culto, iconos religiosos y símbolos de autoridad. Estatuas públicas, máscaras de teatro japonés, monedas del imperio romano, grabados moralistas, tallas medievales o tapices que enseñan el camino del Nirvana. También hay maldiciones, brujería, maleficios y gigantescas vulvas que amenazan las conciencias. Sin embargo, en muchas ocasiones, el poder es dual: «Algunas de las diosas de la antigüedad presentan una cara generosa y benevolente. Son la abundancia, la riqueza de la tierra. Pero, si no se las respeta o venera, llega el desastre. Los volcanes, las tormentas o la ausencia de la caza. Por eso, en muchos casos, su naturaleza es ambigua, no son el bien o el mal absoluto», explica Crerar. En otros casos, los poderes de las figuras femeninas están más matizados, como en el caso de la diosa romana Venus (Afrodita en Grecia) que habitualmente se asocia con el amor, pero que en su tiempo tenía unas atribuciones más matizadas: «Es la diosa de la belleza y de la pasión, pero entendida también como la que impulsa a los grandes discursos en el Senado romano y a las grandes campañas militares», señala la comisaria de la muestra. Encendía la pasión en todas sus formas, desde el amor y el éxtasis sexual hasta la rabia y la desesperación. Los devotos acudían a ella por asuntos relacionados con el placer y el deseo, así como para perseguir éxitos sociales o militares. No es casualidad que su efigie apareciese en las monedas acuñadas en el imperio durante distintas épocas.
La exposición aborda los mitos de Eva, más bidimensional a lo largo de los tiempos, como una mera fuente del pecado. Enfrente, la figura de la Virgen María, que si bien con el tiempo se exacerbó su aspecto puramente maternal, fue también en origen la destructora del mal y desempeñaba un papel activo en la salvación de las almas. Frente a las virtudes occidentales de Minerva (Atenea para los griegos), en la exposición se cuentan las historias de la sanguinaria diosa Sekhmet de los antiguos egipcios enviada por Ra para destruir a la humanidad, o Kali, la terrible, la diosa del hinduismo que está relacionada con la muerte pero, de nuevo, con una complejidad: esta diosa destruye la ignorancia y guía a sus seguidores hacia el conocimiento. Frente a ellas, Parvati, la esposa de Shiva y diosa de la tranquilidad y la calma, o Guanyin, que en el budismo chino conduce a la iluminación.
En cada uno de los capítulos de la exposición, una pieza de arte contemporáneo plantea una mirada sobre los aspectos temáticos: la justicia, la pasión y el deseo, la magia y la maldad, la creación y la destrucción. Con esa mirada contemporánea, la exposición se centra tanto en el poder femenino desde múltiples perspectivas y deja preguntas: ¿por qué algunas energías tanto positivas como negativas fueron representadas abrumadoramente por diosas en lugar de dioses? ¿Qué nos dice eso de la consideración que ha tenido la mujer en la sociedad a lo largo de los tiempos? Para la reflexión también queda por qué la imagen de la mujer está más estereotipada en la actualidad, dentro de las coordenadas de santa o bruja, que en la mayor parte de las culturas de la antigüedad. «Su poder espiritual ha sido el de la vida y el de la muerte, pero también el de la compasión, la serenidad, el conocimiento y la pasión», matiza Crerar. Un poder que sigue dando que hablar.