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Cinco motivos para ver (o volver a ver) Annie Hall

Los guionistas norteamericanos han elegido a la cinta de Woody Allen como el mejor guión cómico de la historia

Cinco motivos para ver (o volver a ver) Annie Hall
Cinco motivos para ver (o volver a ver) Annie Halllarazon

Los guionistas norteamericanos han elegido a la cinta de Woody Allen como el mejor guión cómico de la historia

Algo debe tener "Annie Hall"para que hasta en Estados Unidos (donde Woody Allen no es tan venerado como en Europa) se rindan a la evidencia. Al menos, entre los guionistas norteamericanos, un gremio no tan "mainstream", la obra cumbre del neoyorquino hace furor. Hasta el punto de que el sindicato del ramo, la Writers Guild of America, la ha seleccionado como el guión más divertido de la historia del cine por delante de "Con faldas y a lo loco"y "Atrapado en el tiempo", dentro de una lista de 101 filmes. Pero, ¿qué tiene "Annie Hall"que los (nos) vuelve locos? Estas son algunas de las claves para disfrutar por primera o por enésima vez del clásico de Allen.

El escenario perfecto: Manhattan

Dos años antes de que Woody Allen declarara su amor incondicional por la isla neoyorquina en la genial "Manhattan"-curiosamente, Allen nunca la tuvo por tal-, el director ya se dió un magistral garbeo por la Gran Manzana con su cámara y un argumento cien por cien "newyorker". La pasión de Allen por su escenario predilecto trasciende la pantalla. Rodada con un gusto exquisito y una ambientación propia de comedia clásica trasplantada a los subversivos años 70, ¿quién no ha soñado desde entonces con pasear de la mano de Diana Keaton (o semejante) por esas mismas calles?

El humor sofisticado de un judío universal

En "Annie Hall"puede haber mucha torpeza y hasta una lucha con un centollo. Pero el humor de Allen nunca ha sido, nunca es, de trazo grueso ni de "caca-culo-pedo-pis". La comedia sofisticada y la parodia de grandes temas filosófico-literarios, aliada con los gags del que fuera, inicialmente, monologuista elevan a esta película a categoría de superclásico. Fue una de las que ayudó a forjar ese "toque Allen"que tantas risas inteligentes nos ha deparado. En "Annie Hall"encontramos, entre otras muchas, alguna de las frases míticas de Allen. Un ejemplo: "No te metas con la masturbación. Es hacer el amor con alguien a quien yo quiero".

Allen-Keaton: un binomio inolvidable

Cuentan que hay mucho de terapia de pareja en esta cinta que trata de la ruptura y del modo de somatizar una historia de amor. Woody Allen y Diana Keaton habían pasado por ese trago y en "Annie Hall"hay mucho de ambos, pasado por el tamiz del gran arte. Quizás, por eso, el binomio resulta inolvidable en pantalla y la sintonía, la profesionalidad y el encanto de ambos depara alguna de las mejores escenas de la historia y un a ratos entrañable, a ratos melancólico, análisis (o psicoanálisis) de lo que supone encontrar el amor, vivirlo, perderlo y recordarlo.

El glamour bohemio de Ralph Lauren

Junto con los escenarios del filme (¡ese pletórico Manhattan!) buena parte del éxito de la cinta como icono fácilmente reconocible, deudor de su época pero al mismo tiempo universal y atemporal, lo constituye nada más y nada menos que su magnífico vestuario. El reto, y el éxito, de Ralph Lauren fue captar perfectamente la esencia de los 70 y el “charme” de esa bohemia inteligente, cultivada, sofisticada y pedantuela de Manhattan. El vestuario andrógino y desenfadado de Diane Keaton es sencillamente maravilloso.

Los recursos de un genio tansgresor

“Annie Hall” recoge lo mejor en cuanto a recursos en la obra de un norteamericano que creció fascinado por el cine europeo, por las películas de Fellini, Bergman o la Nouvelle Vague. En esta cinta hay miradas a cámara, muchas, interprelaciones directas al espectador, saltos en el tiempo, extractos animados parodiando el mundo de Walt Disney, mucha cinefilia soterrada y un cameo para la historia: el de Marshall MacLuhan (por entonces, un semidios en los ambientes intelectuales de Nueva York)) en la cola de un cine.

Lo dicho. Una delicia.