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Crítica de “Cliff Walkers”: espías poco revolucionarios ★★☆☆☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guion: Zhang Yimou, según una historia de Quan Yongxian. Intérpretes: Yu Hewei, Zhang Yi, Qin Hailu. China, 2022. Duración: 120 minutos. Espionaje.
Si a alguien le quedaba alguna duda de que Zhang Yimou es la voz oficial del régimen de Xi Jingping, “Cliff Walkers” está dedicada a “todos los héroes de la revolución”. Así las cosas, esta película de espías ambientada en los años treinta, en la que cuatro agentes de la China comunista, entrenados en la Unión Soviética, aterrizan en la Manchuria ocupada por los japoneses para rescatar al superviviente de un campo de exterminio, está modelada según los patrones del cine clásico, atado a los tropos de un género -las pastillas de cianuro, los agentes dobles, los espacios sin posibilidad de escape (un tren, el cuartel general del enemigo, una embajada), los amores truncados, los mensajes encriptados- que sirvió como vehículo de propaganda para fortalecer nacionalismos amenazados por la crisis de identidad.
Dividida, de una forma un tanto arbitraria, en capítulos, “Cliff Walkers” presenta varios problemas. Por un lado, Yimou no acaba de decidirse, en el plano estético, entre la elegancia de la recreación analógica de un estilo anacrónico -que evoca tanto el cine clásico de Hollywood como, ojo, el ‘spaghetti western’ nevado en el largo arranque- y la nitidez excesivamente digital de la reconstrucción de una época. Por otro, da la impresión de que la película funciona exclusivamente a través de secuencias autónomas. No existen los personajes, que son intercambiables, por mucho que el guion se acuerde de despertar nuestra empatía con una subtrama melodramática (dos huerfanitos que se añaden a la lista de rescate) metida con calzador. La tensión narrativa que debería tender puentes entre escena y escena no existe: los espías se convierten en un grupo que se desplaza de un espacio a otro como una lava informe, quemando a su paso el sentido de sus acciones y, por extensión, las consecuencias que tendrían sobre su misión.

Lo mejor

En la larga secuencia del tren, Yimou consigue emular con eficacia las películas clásicas de espías.

Lo peor

En su conjunto, resulta imperdonable su falta de tensión dramática.