Los «cojones de toro» de Nuria Espert
La actriz protagoniza en el Romea "La isla del aire", dirigida por Mario Gas
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Ella lo sigue recordando perfectamente. Fue un día en las oficinas del Teatre Romea de Barcelona donde acudió para una entrevista con el dramaturgo Josep Maria de Sagarra, uno de los más importantes nombres de las artes escénicas en Cataluña. La niña Nuria Espert participaba en una entrevista para poder optar a un papel de una obra navideña. «Sagarra me dijo, con mucho cariño, que tenía unos cojones como un toro. En aquella época yo era una adolescente a la que no le gustaba que le dijeran esas cosas, pero ahora sí me gusta y espero que ustedes piensen que sigo en mi línea», dijo la actriz.
La intérprete vuelve a los escenarios, precisamente en ese Romea en el que todo empezó, con una obra de mujeres dirigida por Mario Gas. En «La isla del aire», adaptación de la primera de las novelas de la trilogía llamada «El tiempo que nos une», de Alejandro Palomas, Espert está acompañada de un reparto también formado por Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Miranda Gas y Candela Serrat, en una acción que transcurre en una casa de la isla de Menorca donde una mujer vive con sus hijas y sus nietas. La obra levantará el telón por primera vez mañana.
La actriz que se ha atrevido con todos los clásicos, desde Eurípides a Lorca pasando por Shakespeare y Wilde, ha querido de nuevo asumir un reto interpretativo, meterse en la piel de un personaje nada fácil. «Tenía ofertas menos peligrosas , pero me pareció que donde yo podía sacar algo era en este personaje complejo y en esta obra con tono de tragedia que, como es sabido, es el género superior en materia de sentimientos», dijo.
De nuevo ha querido asumir un riesgo, alejarse de lo fácil. Todo ello porque, como explicó, «los espectáculos que eliges definen quién eres y los errores se quedan clavados con chinchetas». Uno de los principales retos, en el caso de «La isla del aire», ha sido defender el texto de un autor que, si bien es muy conocido como novelista, no lo es tanto como dramaturgo. Espert recordó que «con los autores clásicos siempre estás más protegida que con los contemporáneos». Eso le ha hecho plantearse «qué habría pasado si Lorca hubiera vivido muchos más años y venido a mi camerino con “El público”. Me habría espantado y no habría visto el texto para mí. Es que dar vida a un texto nuevo es muy complicado». En el caso de la obra de Alejandro Palomas, lo que le ha atraído es el poder acceder a lo que definió como «un recuerdo de vida tan bien explicado y desarrollado que todas sentimos que estamos contando nuestra propia historia. Sé que en esta pieza hay una luz que la gente se llevará a casa».
Pero está también la curiosidad permanente por el hecho escénico y por querer seguir al pie del cañón. Esta gran dama del teatro añadió que «dar guerra es el eje de mi vida. Mi vida gira alrededor de estos momentos, a veces de éxito, otros sin él. De repente, una noche veo que sé hacia dónde va esto que estoy haciendo». Lo que mantiene ese espíritu de «cojones de toro» que vio Sagarra.