Crítica de «La jauría»: Colombia, año cero ★★★★
Dirección y guion: Andrés Ramírez Pulido. Intérpretes: Jhojan Estiven Jimenez, Maicol Andrés Jimenez, Miguel Viera, Diego Rincon, Carlos Steven Blanco, Ricardo Alberto Parra. Colombia, 2022. Duración: 86 minutos. Drama.
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Parece que suframos junto a ellos el calor, la terrible humedad (esa sucia piscina de agua estancada), que estemos en ese mismo paisaje salvaje de la selva colombiana cuyos lujuriosos y oscuros tonos verdes parecen querer «tragarse» a estos jóvenes dejados de la mano de Dios y de muchos hombres que prefieren mirar hacia otro lado. Estafadores, drogadictos, ladrones, camellos, asesinos... Son un puñado de existencias absolutamente descarriadas, unos niños casi que han sido encarcelados en un centro experimental de menores más parecido a una secta donde trabajan hasta la extenuación y realizar luego sesiones de terapia en grupo bajo la atenta mirada de «el líder», un adulto que sabe también lo que es tener los demonios dentro.
Igual que Eliú, un chico que, con su peligroso amigo El Mono, mataron a un tipo «por error» y que ahora se reencuentran en ese lugar. Tremenda, violenta, durísima, realista y a un tiempo cargada de lirismo la opera prima de Andrés Ramírez Pulido, que refleja una sociedad que parece no tener salida,o, al menos, ninguna salida inmediata, en la que los adolescentes, en tantas ocasiones huérfanos, en tantas otras sin saber quiénes fueron siquiera quienes los engendraron, deambulan por las calles donde aprenden pronto; a beber alcohol, a colocarse con sustancias que mezclan en cócteles mortales, a pisotear cualquier atisbo humano que descubran en sí mismos o los demás... Y, sin embargo, quizá haya un atisbo de esperanza en medio de la espesa noche, lejos, muy lejos, al otro lado de la vida.
Lo mejor:
Se trata de una durísima, aunque por momentos poética, y muy madura opera prima
Lo peor:
Los chicos usan mucho el lenguaje coloquial colombiano, y, claro, cuesta entenderlos