Crítica de "Trenque Lauquen": los detectives salvajes ★★★★★
Directora: Laura Citarella. Guion: L. Citarella, Laura Paredes. Intérpretes: Laura Paredes, Ezequiel Pierri, Rafael Spregelburd, Elisa Carricajo, Juliana Muras. Argentina, 2022. Duración: 250 minutos. Drama.
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“Adiós, adiós. Me voy, me voy”. Con esta nota de despedida, que invoca una canción de Violeta Parra, Laura se esfuma. Es un final que es, en realidad, muchos principios: si, por un lado, está la búsqueda que intenta rellenar el hueco de su cuerpo, por el otro está el prólogo a su desaparición, y, en medio, un mapa de desvíos y carreteras secundarias que, enmascarándose en el falso orden de las clasificaciones y las categorías, se abre al desorden del relato oral en perpetua construcción. En la primera parte de la película, los hombres que amaron a Laura son detectives asilvestrados intentando atrapar un fantasma, que les habla desde la segunda parte, y ese fantasma, Laura, es en sí mismo otro detective, como si en realidad “Trenque Lanquen” estuviera buscándose a sí misma a través de un espacio-tiempo cuya delirante concreción es abstracción pura.
Ocurren tantas cosas en el filme que parece que todo ocurra “in media res”, al borde de un plano al que hemos llegado o muy tarde o demasiado pronto, y mientras tanto, como en cierto cine contemporáneo -desde “Mysterious Objects at Noon”, de Apichatpong Weerasethakul hasta “La flor”, de Mariano Llinás, pasadas por un filtro de aire rivettiano- la película no para de cambiar de rostro -ahora un thriller procedimental, luego un melodrama romántico, más tarde una de ciencia-ficción de serie B, siempre una ‘road movie’ circular y sin rumbo-, y se desborda, como un río (el cine) inventado por Heráclito.
Lo mejor:
Sus cuatro horas de metraje pasan volando, gracias a la inteligencia con que Citarella maneja la puesta en abismo de la desaparición de su heroína.
Lo peor:
No apta para espectadores adictos a las narrativas tradicionales.