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Historia

Dionisio Ridruejo, amante de las vanguardias

Cuando lo moderno era el fascismo, él lo apoyaba. Llegó a escribirle a Franco aconsejándole cómo ser un buen dictador: «No puede ser un árbitro sobre fuerzas que se contradicen», advertía

Dionisio Ridruejo, considerado un mal hijo por el franquismo, pero al fin y al cabo uno de los suyos
Dionisio Ridruejo, considerado un mal hijo por el franquismo, pero al fin y al cabo uno de los suyosArchivo

Sin lugar a dudas, entre todos los azules que renunciaron a su ideario de juventud, Dionisio Ridruejo ocupa un papel destacado. Nacido en el Burgos de Osma, en la Castilla profunda, pronto se vio seducido, como muchos jóvenes de su generación, por el mensaje de rebeldía de la Falange. En el Madrid republicano conoció a José Antonio Primo de Rivera, a Onésimo Redondo y a José Calvo Sotelo. En agosto de 1935 Foxá le presento a José Antonio en La Granja e inmediatamente fue ganado para su causa por el hijo del Dictador. Formó parte de la corte literaria de José Antonio, una generación maldita de escritores. En la tertulia de La Ballena Alegre, en el sótano del Café Lion de la calle de Alcalá, junto a Cibeles, se reunió con lo mejor de la intelectualidad azul; Pedro Mourlane Michelena, Víctor de la Serna, Agustín de Foxá, Eugenio Montes, Rafael Sánchez Mazas, Jacinto Miquelarena, Alfredo Marquerie, Alfonso Ponce de León o Luis de Urquijo. En los bajos del restaurante Or Kompon aportó las dos primeras estrofas del himno de guerra de la Falange, el cara al sol.

Su brillante oratoria, gracias a su intervención en un programa de radio en Segovia, hizo que, ya iniciada la guerra, el entonces jefe nacional de Falange Manuel Hedilla le nombrase jefe provincial de Valladolid, que en los primeros días del alzamiento militar había sido una de las ciudades que más voluntarios falangistas había aportado a la sublevación. Un puesto importante dentro de la joven Falange. Pronto fue captado por Serrano Suñer para su equipo. Aunque Ridruejo nunca se manchó las manos, su intelecto le permitió no bajar a la arena, pero su pensamiento había de resultar fundamental para comprender la evolución del estado campamental levantado por los militares al comienzo de la guerra, a la España de Franco de aires totalitarios de los primeros tiempos.

De las manos de Ridruejo, Serrano Suñer propició la llegada a los sindicatos de Gerardo Salvador Merino como jefe de los nuevos sindicatos verticales. ¡Una apuesta claramente revolucionaria! Unos sindicatos que desfilaron por Madrid organizados militarmente, con palas y picos al hombro, en lugar de fusiles, lo que arrancó a Varela el improperio de que él no había hecho la guerra para ver aquel espectáculo por la calle de la capital. El 25 de junio de 1941 Ridruejo estaba en el balcón de la calle Alcalá cuando Serrano Suñer dio a los cuatro vientos su famoso discurso: «Camaradas: No es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! Culpable de nuestra guerra civil. Culpable de la Muerte de José Antonio , nuestro Fundador. El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa».

Reproches a Franco

Este discurso provocó el nacimiento de la División Española de Voluntarios, la División Azul, y arrastró a 40.000 españoles a luchar y morir en el Frente Ruso. En un acto de gallardía Ridruejo se alistó voluntario como soldado para combatir en el Frente Ruso, pero su paso por las trincheras fue muy muy breve. Tras ver in situ las glorias del III Reich, y quedar maravillado por el nuevo orden que prometía Hitler para Europa y para el mundo, Ridruejo escribió a Franco: «El dictador no puede ser un árbitro sobre fuerzas que se contradicen, sino el jefe de la fuerza que encarna la revolución. El Movimiento no puede ser un conglomerado de gentes unidas por ciertos puntos de vista comunes, sino una milicia homogénea y decidida».

En 1942 Ridruejo rompe con FET de las JONS y dimite de todos sus cargos públicos. Su antifranquismo evoluciona cuando Alemania ya había perdido la guerra y la hora de los fascismos había pasado, lo que le lleva a oponerse al Régimen. En 1956 Ridruejo alienta un movimiento de protesta estudiantil por lo que es nuevamente encarcelado y procesado. El franquismo le considera un mal hijo, pero uno de los suyos. En 1957 denuncia la situación política en un «informe confidencial» que es entregado a Franco. Participa en la fundación del grupo político ilegal Acción Democrática lo que le lleva a ser procesado en encarcelado. Falleció en la madrugada del 29 de junio de 1975 sin llegar a ver el final del régimen de Franco. La figura de Ridruejo nunca me ha producido admiración. Hablando de él con mi buen amigo el historiador José Andrés Gallego me dijo: «Luis, no entiendes a Ridruejo, es un hombre de vanguardias. Cuando lo moderno era el fascismo él era fascista y cuando la moda cambio el apostó por otras nuevas vanguardias». Desde entonces siempre que pienso en Ridruejo pienso en Alaska, una artista que está siempre en la vanguardia. Me sigue gustando más Alaska que Ridruejo.