Historia

¿De dónde viene la expresión "tengo la negra"? La respuesta está en la Grecia clásica

Utilizada como sinónimo de "tener mala suerte", esta frase debe su origen a un peculiar procedimiento de selección de magistrados que se producía antiguamente

Rafael pintó así el emblemático fresco «La escuela de Atenas»
El emblemático fresco «La escuela de Atenas»larazon

Atribuimos a los colores un significado. Desde la Antigüedad, nuestra cultura ha relacionado el rojo con la pasión o la fuerza, el amarillo con la energía o la alegría, así como el verde con la esperanza o la naturaleza. El blanco se suele atribuir a sensaciones de pureza, así como el negro puede aludir tanto a la elegancia como a situaciones negativas. Entre el largo catálogo de expresiones y frases hechas que componen nuestro idioma, figura una expresión de uso bastante común "tengo la negra". Suele utilizarse para aludir a la mala suerte, a malas rachas. Así lo define la Real Academia Española (RAE): tener la negra quiere decir tener mala suerte (por ejemplo, "tiene la negra y todo le sale mal"). Pero, ¿cuál es su origen? ¿cuál fue su significado inicial? La respuesta está en el pasado, nada menos que en la Antigua Grecia.

Tanto en Roma como en Grecia, el blanco se atribuía a la fortuna y el negro a la desgracia. Pero, especialmente, era en la época de la Grecia clásica cuando esto tomaba forma. Los representantes públicos, los senadores o los magistrados, eran los encargados de preparar y ejecutar las decisiones tomadas por los órganos legislativos o judiciales de las ciudades o polis griegas. En su "Política", Aristóteles enumeró los principios fundamentales de aquellos que asumían estos cargos públicos, y entre ellos menciona un método que está relacionado con la expresión que nos ocupa.

Apuntaba Aristóteles que los magistrados eran elegidos por sorteo: eran seleccionados a través de un peculiar procedimiento, que además es mencionado en "La vida de Arístides" de Plutarco, y donde participaban aquellas personas de la sociedad griega que tenían un mayor poder adquisitivo. Además, como requisito, debían tener como mínimo 30 años de edad, y ocupaban cierto cargo, sobre todo aquellos magistrados atenienses, durante al menos un periodo de un año.

Este sorteo consistía en introducir habas blancas y negras dentro de una tinaja, y en otra varias tablillas con los nombres de los candidatos a ser representante público. Cada ciudadano, debía sacar su propia tablilla y también una haba de la otra vasija. Y el resultado era sencillo: quien sacaba su nombre junto a una haba blanca se convertía en arconte o magistrado. No obstante, si la haba era negra quedaba excluido de la selección, no podía ocupar ningún cargo y, por tanto, "tenía la negra".