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Ecocomunistas y heteropatriarcales: teorías sobre «Los pitufos» cuando cumplen 65 años

Aunque este año se cumplen 65 años del nacimiento de estos simpáticos gnomos azules, lo que deberían celebrar es haber llegado hasta aquí sin que las garras de la inquisición woke haya caído sobre ellos
Los pitufos fueron creados por el dibujante belga Peyo en la historieta «La flauta de los seis pitufos» para el semanario «Le Journal de Spirou» en 1958 y pronto se hicieron series y películas
Los pitufos fueron creados por el dibujante belga Peyo en la historieta «La flauta de los seis pitufos» para el semanario «Le Journal de Spirou» en 1958 y pronto se hicieron series y películasImdb

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Era un 23 de octubre de 1958 cuando nacían «Los pitufos» y lo hacían como personajes secundarios en la trama de una de las aventuras de Johan y Pirluit, del historietista Peyo, titulada «La flauta mágica» y publicada en la revista «Spirou». Aquellos sorprendentes personajillos azules tuvieron un éxito tal que al año siguiente protagonizaban ya su primera historieta como protagonistas absolutos. Así que este año celebran su 65 aniversario. En realidad, más que celebrar el cumplir 65 años, lo que deberían celebrar es haber llegado hasta aquí sin que las garras de la inquisición woke haya caído sobre ellos. Aunque en los últimos años, todo hay que decirlo, se han ido cuidando mucho de poner la tirita antes de recibir el previsible rasguño: desde el descubrimiento de un aldea poblada por pitufas (a tope con la paridad) a ser embajadores de sostenibilidad de la ONU (a muerte contra el cambio climático).
La agenda 2030 no respeta ni a «Los pitufos». Solo les falta ya un pitufo racializado, uno transexual (el Pitufo Vanidoso sería más bien metrosexual) y uno ecodeprimido. Puestos a sacarles pegas, lo tienen a huevo los patrulleros de lo políticamente correcto: el que manda ahí sigue siendo Papá Pitufo (el heteropatriarcado es fuerte en la aldea pitufa) y Pitufina solo hay una (aquí, ni cuotas ni nada). Una vez hubo pitufos negros, pero era porque se volvían malos (además de negros) por el picotazo de un bicho, lo que los convertiría ahora mismo en racistas pese a ser todos azules. Era, más que un tema de inclusión, la versión pitufa de un holocausto zombie.
No es que quiera dar ideas a las hordas bienpensantes, no se me malinterprete. Yo estoy a favor de que unos seres que no existen tengan sus propias reglas y manías. Y, puestos a criticar, me parece peor que esta sea una aldea sin elecciones libres, donde se hace lo que dice el señor de la barba por sus santos pitufos y cada uno desempeña un trabajo asignado para la comunidad. Y no hay propiedad privada. ¡Ni un Corte Inglés! Eso bien podría ser una dictadura comunista. Un totalitarismo. Uno muy azul, muy cuqui y muy ecosostenible, eso sí. Que viven todos en setas biodegradables. Pero prefiero destacar, desde mi obstinado respeto por la libertad creativa, que un producto infantil como este se dedique a divulgar valores como la amistad, la solidaridad y la diversión antes que a alinearse con la causa justa del momento. Que para moralejas ya tenemos a Esopo.
También es cierto que todo el mundo comete errores y el de los pitufos fue el Padre Abraham, es justo decirlo. Pero si hasta Jesulín tuvo su propio disco, por qué no iban a tenerlo los pitufos. Y es que son ecocomunistas pero no tontos y alrededor de su figura han montado (no ellos, que no existen, pero sí los herederos de Peyo) todo un merchandising que no se limita a sus aventuras en cómics o dibujos animados, sino que abarca desde la ropa y material escolar a la alimentación, figuritas, videojuegos… Negociazo. 65 años ya, tan chiquiticos y azules como el primer día, huyendo del malísimo Gargamel y su gato Azrael, que, como el Coyote con el Correcaminos, no desiste en su empeño por atraparlos pero tampoco consigue nunca lograrlo. Que pitufen muchos más.