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Un estremecedor relato del lado más oscuro del alma humana

El periodista Patrick Radden Keefe reflexiona sobre la maldad y los límites del bien a través de personas vinculadas al terrorismo, el crimen, el narcotráfico y el asesinato
Joaquín "El Chapo" Guzmán es escoltado por soldados en el hangar de la Fiscalía en Ciudad de México, cuando fue "recapturado" en 2016La RazónLa Razón

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En el listado de los mejores libros que nos trajo 2020 estuvo en un lugar elevado «No digas nada», sobre Irlanda del Norte, el conflicto entre católicos y protestantes, el terrorismo de IRA. Su autor era un periodista de «The New Yorker», Patrick Radden Keefe, que logró una crónica completísima e iluminadora en que el lector conocía el proceso de profesionalización de las milicias republicanas, la represión del Estado británico y la escalada de violencia. Una gran investigación que atravesaba el siglo XX. Más adelante, este autor nacido en Bruselas en 1977 hizo algo semejante con «la historia secreta de la dinastía que reinó en la industria farmacéutica», como rezaba el subtítulo de «El imperio del dolor». Y, para redondear toda esta incursión en el mal en mayúsculas, tenemos «Maleantes» (en traducción de Pablo José Hermida Lazcano).
La magnífica prosa de investigación de Keefe tiene elementos propios de la crónica literaria y podría recordar un poco a Gay Talese en el sentido de ser un periodista de raza que guarda el deseo de llegar al fondo de la cuestión en lo que tenga entre manos y una gran vocación de observador. El descubridor de este escritor de Nueva Jersey de ascendencia italiana fue su colega Tom Wolfe, que tras leer el artículo de aquél sobre el boxeador Joe Louis «le atribuyó públicamente el haberlo iniciado en una nueva manera de no ficción, forma que ponía al lector en estrecho contacto con personas y lugares reales mediante el fiel registro y empleo de diálogos, entornos, detalles personales íntimos».
Así, Wolfe llamó a lo que hacía Talese «Nuevo Periodismo», aunque el propio implicado, humilde, le reste tal dimensión innovadora y se limite a recordar esa suerte de teatro que presenció día a día en la tienda y que le llevaría a escribir sobre la vida de las personas vulgares, muy en especial, en sus primeros libros sobre las gentes de Nueva York. En esa línea, abordando personas célebres y poderosas, y malévolas también, se desarrolla el trabajo de Keefe, quien, en vez de dedicarse como Talese a captar la personalidad, presencia física y acciones de figuras admiradas como Frank Sinatra o Muhammad Ali, se centra en «historias reales de estafadores, asesinos, rebeldes e impostores», como reza el subtítulo de su libro.
De tal modo que aquí disponemos de una mirada cercana, a raíz de entrevistas y un extenso trabajo de hemeroteca, a individuos que ejemplifican lo peor de nuestra sociedad. Encontramos en estas páginas, por nombrar los casos de ambiente hispano, al traficante de armas Monzer al-Kassar, apodado «el príncipe de Marbella» y perseguido por un agente de la Administración de Control de Drogas norteamericana; o el celebérrimo Chapo Guzmán, quien logró escapar de una prisión de alta seguridad pero que al final fue condenado a cadena perpetua.
En el prefacio, Keene habla de lo que fue uno de los momentos más extraños en su carrera de periodista: cuando recibió una llamada telefónica, en 2014 (hacía poco que había publicado «A la caza del Chapo», un artículo en el «New Yorker» sobre la carrera criminal y la captura de Joaquín Guzmán Loera). Era del abogado de la familia de este capo de la droga, y fue de lo más inquietante. Pero luego, valga la sorpresa, no se trató de ninguna llamada intimidatoria, sino que implicaba admiración por parte del Chapo hacia quien lo había retratado en la Prensa mientras el criminal estaba encerrado en una prisión mexicana y no concedía entrevistas. El caso es que el Chapo quería contar con él para que escribiera sus memorias, escuchó Keene, que no salía de su asombro y tenía el corazón a mil.La idea era seductora, pero antes de colgar ya tenía decidido que en absoluto iba a aceptar tal encargo. «Guzmán era responsable, directa e indirectamente, de miles de asesinatos, quizá decenas de miles. No habría manera de escribir con rigor su historia sin explorar con mucho detalle ese lado de las cosas y la vida de sus numerosas víctimas», escribe Keene, consciente de que el Chapo no querría un libro semejante.
En fin, cabe preguntarse qué pensarán los maleantes protagonistas de unas páginas que nos llevan a conocer los tejemanejes del productor de telerrealidad Mark Burnett (creador de «The Apprentice», una especie de «Gran Hermano» para directivos de empresa), a quien Trump debe buena parte de su éxito político, o las barbaridades del holandés William Holleeder, obsesionado por hacer que maten a su propia hermana por considerarla traidora. Holleeder, en 1983, fue condenado a once años de prisión por secuestrar al presidente de Heineken, Freddy Heineken (por el rescate pidió 35 millones de florines), y en 2019 fue declarado culpable de cinco asesinatos. Su hermana vive escondida desde hace muchos años, temerosa de que él ordene que la busquen y ejecuten. Este texto, titulado «Familia de criminales», es de lo mejor de un libro que también nos ofrece una visión de la que llaman la «abogada del diablo», Judy Clarke, acostumbrada, y con mucho éxito, a defender de la pena de muerte a criminales realmente abyectos. Esta aceptó el reto de luchar por Dzhokhar Tsarnaev, el terrorista de la maratón de Boston, y ya le había salvado la vida a Unabomber, al secuestrador conocido como número veinte del complot del 11 de septiembre o al hombre que mató a media docena de personas en un centro comercial, e hirió a otras trece, en 2011.
Desde luego, experiencia en sumergirse en mentes de este calado a Keefe no le falta, habida cuenta de que en «No digas nada» no sólo consiguió una crónica completísima e iluminadora sobre el asunto norirlandés por el que el lector conocerá el proceso de profesionalización de las milicias republicanas, como dijimos, sino también sus protagonistas de una forma estremecedoramente próxima. También profundizó en lo que tiene que ver con la codicia y la falta de escrúpulos de los seres humanos con «El imperio del dolor», que lo llevó a estudiar una macroindustria que produce beneficios multimillonarios para múltiples compañías y en la que estaban a la cabeza los Sackler, responsables de una «despiadada comercialización de analgésicos» que ha generado innumerables adictos, producto «de la combinación de lucro desmedido y la mala praxis».
Estos mismos elementos caracterizan en muchas ocasiones las historias que se presentan en «Maleantes». Se aprecia en «Las botellas de Jefferson», sobre el fraude de vinos selectos, o en «El imperio de las ventajas», acerca de «cómo un médico, un operador de bolsa y el multimillonario Steven A. Cohen se vieron involucrados en un enorme escándalo financiero», «Una escopeta cargada», en torno a una mujer que perpetró un tiroteo masivo que cumple cadena perpetua y se ha hecho escritora de relatos. Junto a todo ello, hay otros como «El vengador», sobre la persona que puso una bomba en un avión de la Pan Am en 1988, y otros que van en la línea de presentar un fuerte dilema, como muestra «Atraco a un banco suizo», en torno al técnico informático «que reveló los más oscuros secretos de un banco de Ginebra», Hervé Falciani, hoy en libertad, por hacer el bien, o el mal, según quien mire sus acciones.