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Historia

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Fidel Castro, de la guerrilla a la dictadura

El 8 de enero de 1959, hace ahora sesenta años, Fidel Castro, que se había impuesto a la dictadura de Batista y a las diversas facciones de la guerrilla, entraba en La Habana

Castro, en el momento de entrar en la capital
Castro, en el momento de entrar en la capitallarazon

Castro se había iniciado en política en la universidad, un tiempo en el que además de participar en iniciativas estudiantiles y protestas contra el Gobierno, tomó parte en acciones violentas, como por ejemplo la llamada invasión de Cayo Confites en 1947.

Castro se había iniciado en política mientras estudiaba en la Universidad de La Habana, un tiempo en el que además de participar en diversas iniciativas estudiantiles –mayoritariamente dentro del marco de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU)– y diversas protestas contra el Gobierno, también tomó parte en acciones violentas, tanto a nivel nacional como internacional, como por ejemplo la llamada invasión de Cayo Confites en 1947, una expedición entrenada y organizada en Cuba para ir a derrocar al dictador dominicano Rafael Trujillo que acabó en desastre al ser interceptados los aspirantes a invasores por las propias fuerzas armadas cubanas. Era pues un hombre con cierta experiencia tanto de la lucha política como en la armada, y licenciado en Derecho desde 1950, quien interpuso una denuncia ante el Tribunal de Urgencia en contra del golpe de Estado efectuado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 y que ante el rechazo de sus alegatos decidió optar por la vía insurreccional, como quedaría de manifiesto, estruendosa y violentamente, con el asalto al cuartel Moncada (en Santiago de Cuba) el 26 de julio de 1953. La acción, cuyo objetivo era conseguir equipo para armar al pueblo, fracasó por completo, y Fidel Castro acabó por ser juzgado y condenado a prisión, un proceso en el que, de nuevo, con su «la Historia me absolverá», aprovechó para hacer un profundo alegato en favor de su causa, afloraba otra vez el licenciado en Derecho. Beneficiario de una amnistía general en 1955, Castro saldría de Cuba para acabar en México, donde reunió y organizó el entrenamiento de su expedición, la misma que iba a llegar a la costa cubana el 2 de diciembre de 1956. La guerrilla no empezó con buen pie. El desembarco del Granma fue, al decir de algunos de los mismos participantes, más bien un naufragio, y los problemas acababan de empezar, ya que a las vicisitudes de la llegada a tierra hay que sumar la emboscada de Alegría de Pío el día 5 de diciembre en la que la expedición fue dispersada y diezmada a lo largo de las jornadas siguientes. Se llegó incluso a afirmar que Fidel Castro había muerto, extremo que recibiría un rotundo desmentido en febrero de 1957 gracias a las entrevistas publicadas por el corresponsal del «New York Times» Herbert Matthews. Siguió un largo periodo, año y medio, de pequeñas acciones, de lentísimo crecimiento de los efectivos, de búsqueda desesperada de recursos armamentísticos (mayoritariamente capturando el equipo de las pequeñas guarniciones batistianas) y de creación de la leyenda de Sierra Maestra. Mientras sobrevivía y aplicaba esas mismas tácticas aprendidas tanto en la preparación de la invasión de Cayo Confites y luego en México de la mano del ex oficial republicano español Alberto Bayo, Fidel Castro también consolidaba su posición. Oportunas muertes y fracasos, tanto en otros movimientos antibatistianos –como el Directorio revolucionario 13 de marzo– como en su propio Movimiento 26 de julio –valga por ejemplo la muerte del líder urbano Frank País–, una oportuna gestión de la propaganda y su firme oposición a sumarse a acciones políticas junto a otras organizaciones y partidos, como el Pacto de Miami, lo convertirían en la persona de referencia cuando tras el fracaso de la ofensiva gubernamental del verano de 1958 y la contraofensiva guerrillera por toda la isla, Batista abandonó Cuba el 1 de enero de 1959 y triunfó la revolución.

Desapariciones

No terminaba con ello el convulso periodo que vivía la isla pues, entre otras causas, el mundo bipolar de finales de los años cincuenta empujó a la triunfante revolución hacia el bloque comunista, un acontecimiento que supuso un trauma más, en esta ocasión entre los propios líderes guerrilleros. El 20 de octubre de 1959, apenas unos meses después de la expulsión de Batista, el comandante Huber Matos hizo pública su renuncia al cargo de comandante en jefe del Ejército en la provincia de Camagüey para protestar por la deriva comunista del nuevo Gobierno. Apenas dos días más tarde, Fidel Castro envió a Camilo Cienfuegos, uno de los guerrilleros más reverenciados por los cubanos, para detenerlo. Matos sería juzgado y condenado a veinte años de prisión, Cienfuegos desaparecería misteriosamente el 28 de agosto durante el vuelo de vuelta a La Habana desde Camagüey. No fueron los únicos personajes relevantes que acabaron por salir de escena, dando lugar a sospechas y acusaciones que la larga permanencia en el poder de Fidel Castro no podía más que alimentar.

Era difícil imaginar que Rubén Zaldívar, luego Fulgencio Batista y Zaldívar, nacido en Holguín en 1901, hijo de familia pobre cuyo padre no quiso, inicialmente, darle su apellido, campesino, aprendiz de barbero y sastre, jornalero, mensajero, estibador, empleado de ferrocarril y sargento taquígrafo en el Ejército, sería presidente y dictador de Cuba. Su primera intervención en política tuvo lugar en 1933, cuando fue uno de los líderes de la Revuelta de los sargentos, que expulsó del poder a Gerardo Machado y que, en los acontecimientos políticos posteriores, lo llevó a ser ascendido por la llamada Pentarquía, un Gobierno provisional instaurado por él mismo, a la comandancia suprema de las fuerzas armadas cubanas. Ya nunca abandonaría el poder, que ejercería en la sombra durante los años siguientes y en primera fila luego, primero tras ganar las elecciones de 1940, victoria que lo convirtió en presidente hasta 1944, y, segundo, tras dar un golpe de Estado militar que lo perpetuó en el poder hasta su huida el 1 de enero de 1959.