Fulano y Mengano eran árabes: ni los lingüistas lo sabían
A pesar de estar 'en boca de todos', puede que estos dos hombres sean los más desconocidos de España
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Muchos son los motivos por los que una persona puede alcanzar la fama: programas de televisión, rendimiento deportivo, implicación política, excelencia laboral creación de contenido en redes sociales… Pareciera como hoy en día fuese más sencillo el acceso a aquello que le llaman ‘fama’ o notoriedad.
Pero existen muchas clases de popularidad, y hay incluso quien llega hasta ella simplemente por ser familia o amigo de tal o cual persona relevante. Es una de las vías más rápidas del ‘ascensor social’, aunque no siempre se traduce en mejores condiciones de vida.
Quizás muchos no lo recuerden, pero hace ya algunos años que un hombre ‘normal y corriente’, un lotero de Andalucía, fue la comidilla de muchas tertulias tanto televisivas como populares. El motivo: se las arreglaba para aparecer al lado de diferentes famosos cuando se acercaban las cámaras de televisión. Se trataba de Enrique Jiménez, más conocido como ‘Mocito Feliz’.
La fama puede llegar desde muchas vertientes, y tan rápido como viene se puede marchar por donde vino. En España, sin embargo, existen unas personas que están en boca de todos y que, al mismo tiempo, son completamente desconocidas. Nos referimos a aquellos personajes que aparecen en las expresiones populares, como el pobre ‘Abundio’, al que siempre tachamos de 'tonto' y no conocemos ni por qué.
Fulano y Mengano eran árabes: ni los lingüistas lo sabían
No existen desconocidos más ‘imperfectos’, dándole la vuelta al dicho, que aquellos de cuyo nombre se abusa, pero sin entender muy bien el motivo. Existen ciertos nombres propios que llevan siendo utilizados en el hablar popular desde hace cientos de años y que, sin embargo, no se los menta jamás en los libros de historia.
Se trata de individuos a las que se menciona constantemente para aludir a personas cualquiera, a un indeterminado ‘hijo de vecino’. Hablamos pues de nombres como: Fulano, Mengano, Perengano, Zutano, Perencejo… y sus correspondientes diminutivos (Fulanito, Menganito, etc.).
¿Pero quiénes fueron exactamente estas personas indeterminadas? Hace un par de años Ruth Martín Mazón, en un artículo para la Fundéu (Fundación del Español Urgente), compartió una encuesta a la población española sobre el uso de estos términos. Una de las conclusiones fue que las nuevas generaciones cada vez utilizan menos estas expresiones, pero que al menos sí que las han escuchado alguna vez.
Es el Centro Virtual Cervantes, en su Archivo del Foro del español, quien resuelve esta encrucijada: Fulano y Mengano eran árabes, aunque nunca existieron. ‘Fulano’ proviene del árabe “fulân”, que se traduce en algo así como “tal”, de ahí su carácter indeterminado. Por eso se utiliza incluso como adjetivo la palabra fulano, en referencia a ‘algo cualquiera’.
‘Mengano’, por otra parte, también proviene también del árabe. “Man kân” era como se hacía referencia a ‘quien sea’, una persona cualquiera. Estos dos hombres, por muy mencionados que sean, realmente nunca vivieron entre nosotros, son pura invención del lenguaje y sus retorcidos juegos.
Existen otros muchos nombres propios de personas indeterminadas, y algunos de ellos incluso han sido utilizados por autores para evitar la censura u otras clases de persecución política. Tal es el caso de la novelista española Carmen Burgos, que publicó varios libros bajo la firma del ‘archidesconocido’ Perico el de los Palotes.