Historia

Cien años de Henri Désiré Landru, el asesino en serie de las 300 víctimas

El 7 de noviembre de 1921 fue acusado de asesinato y el 25 de febrero de 1922 fue guillotinado en la cárcel de Versalles

Henri Desidé Landru
Henri Desidé Landruarchivo

Nació en París el 12 de abril de 1869. Su familia era modesta. Su padre era fogonero y su madre costurera. Parece ser que era un buen estudiante. Su vida cambió por culpa de un descuido. Sentía cierta atracción física por su prima Mary Reny. En 1889 se quedó embarazada y se tuvieron que casar. Empezó a trabajar como administrativo y vigilante de un garaje. A pesar de tener dos empleos estables no se sentía realizado. Él no quería ser un simple administrativo. Deseaba ser una persona importante, adinerada y con cierto prestigio. La única manera de conseguirlo era robando y estafando. Trabajando, pensaba, nadie se hace rico. Como Robin Hood empezó a robar empezó a robar a los ricos para su propio beneficio, no para dárselo a los pobres.

Fue descubierto y tuvo que pagar sus errores. Estuvo tres veces encerrado en la cárcel por pequeñas estafas. El comportamiento de su hijo no lo entendía el señor Landru. Él era un hombre recto y religioso. Nunca se quejó por su mísero trabajo. En un momento de desesperación decidió quitarse la vida. Se fue al Bois de Boulogne y se ahorcó.

¿En qué consistían las pequeñas estafas? Por aquel tiempo la gente insertaba anuncios en la Prensa para encontrar compañía. Hoy ocurre lo mismo, aunque las técnicas han cambiado. Está Internet y empresas especializadas que han suplido los anuncios en la Prensa. Pues bien, Henri Landru leyó el anuncio de Madame Izoret. Era una viuda millonaria que deseaba compañía. Ofrecía su fortuna a cambio de que alguien estuviera con ella. Landru respondió el anuncio. Entablaron amistad. Le prometió el oro y el moro. La buena señora le entregó una importante cantidad de dinero: 20.000 francos. Landru prometía y no cumplía. Madame Izoret se cansó y denunció a la policía. Esto pasaba en 1909. Landru, con 40 años, regresaba a la cárcel.

Para salir de la miseria y no regresar a la cárcel tenía que ser más inteligente. Ayudó mucho que en 1914 estallara la Primera Guerra Mundial. El número de viudas aumentó y, con ello, las peticiones matrimoniales. Por eso decidió adelantarse a los acontecimientos y publicar su propio anuncio. Decía: “Viudo, dos hijos, cuarenta y tres años, solvente, afectuoso, serio y en ascenso social desea conocer a viuda con deseos matrimoniales”.

Como era de esperar el anuncio lo contestaron bastantes mujeres. Era el momento de elegir y no cometer errores. De hacerlo regresaría a la cárcel y eso a Landru no le interesaba. Tenía que ser escrupuloso y elegir bien a sus víctimas.

Una doble vida

La primera fue Jeannete Cuchet. Una mujer de 39 años, con un hijo llamado André y unos ahorros estimados en 5.000 francos. Para que su legítima mujer, Mary Reny, y sus tres hijos no sospecharan nada, alquiló un apartamento en el barrio de Vernouillet. Adoptó una identidad falsa, Raymond Direl, y un trabajo ficticio, inspector de correos. Empezó a conquistar a la viuda Cuchet como antes lo había hecho con madame Izoret. Esta vez tuvo más cuidado. Cuando sospechó que estaba a punto de denunciarlo la hizo desaparecen junto a su hijo. Los asesinó, los descuartizó y los quemó en la chimenea. Por supuesto se quedó con los 5.000 francos.

Henri Landru, en el centro
Henri Landru, en el centroDominio público

El lugar de los dos primeros asesinatos era peligroso. Siempre pueden quedar restos que delaten los actos cometidos con anterioridad. Por eso decidió alquilar una casa fuera de París. Allí nadie le conocería y podría actuar con impunidad. La segunda víctima de Landru se llamaba madame Laborde-Line. Cambió de personalidad. Ahora era agente del servicio secreto llamado Dupont. Convenció a la mujer para que le dejara administrar su fortuna. Una vez conseguido su propósito la asesinó y quemó su cuerpo.

Era complicado para Landru mantener esa doble vida. Alquilaba los pisos y, al poco tiempo los abandonaba. Eso sí, sin dejar ninguna pista que lo pudiera implicar en sus asesinatos. También era complicada su vida familiar. Era un simple administrativo. No era normal que viajara tan a menudo. Esta parte era la que menos le preocupaba. La otra, alquilar casa, podía levantar sospechas. Por eso, con el dinero ganado, decidió alquilar una casa en Gambais. Le puso por nombre “Ermitage”. Allí cometería sus fechorías durante la Primera Guerra Mundial.Al margen de cualquier legalidad, continuó invitando viudas, les prometía matrimonio, se ocupaba de sus finanzas y posteriormente las asesinaba. Nadie sospechaba de él. Era el marido modélico. Cuidaba de su familia y su conducta laboral era intachable. Todo un caballero.

Las cosas no siempre salen bien. En momentos de guerra uno sólo piensa en sobrevivir. No le importa nada más. Cuando llega la paz es el momento de reconstruir familias y volver a la normalidad. Así ocurrió. Una familia de madame Collomb pidió a la policía de Gambais información sobre su pariente. Según parece había están en esta población en compañía de un tal Dupont. Después nada más se sabía de ella. La policía no les hizo demasiado caso. Era normal que la gente fuera a esta población y se marchara. Quizás estaba en otra población y la desastrosa comunicación impedía que se pusieran en contacto.

Todas las pruebas le implicaban

La mala fortuna para Landru fue cruzarse con la hermana de madame Buisson. Esta vio a Landru comprando obras de arte en una tienda de la Rue Rivoli. Su hermana había desaparecido y fue a la policía para informar, no sólo sobre la desaparición, sino del lugar donde había estado el supuesto pretendiente de su hermana. La policía fue a la galería de arte. Interrogaron al dueño y les comentó que la persona en cuestión había dejado su dirección: “Lucien Guillet, 76, Rue Rochechomart”. Era el 11 de abril de 1919. Landru tenía 50 años y estaba en compañía de Fernande Segreti.

Todas las pruebas le implicaban. En Gambais encontraron 295 huesos humanos medio carbonizados; 1,5 kilos de cenizas y 47 piezas dentales de oro. El juicio se inició el 7 de noviembre de 1921. Landru fue acusado de haber asesinado a: Jeanne Marie Cuchet, André Cuchet; Line-Thérèse Laborde; Marie-Angélique Guillin; Anna Berthe Heón; Anne Collomb; Andrée-Anne Babelay; Célestine Buisson; Louise Joséphine Jaume; Anne-Marie Pascal; Marie-Thérèse Marchadier.

Landru admitió haber robado y defraudado a todas esas mujeres, pero negó que las hubiera matado. Incluso exclamó al tribunal:

Se presentaron muchas pruebas que lo culpaban. Su abogado, Giafferi Moro, no pudo hacer nada para defenderlo. Landru fue condenado a muerte el 30 de noviembre de 1921. Aunque sólo se pudo probar el asesinato de 11 personas, la policía estaba convencida que sus víctimas ascendían entre 117 y 300. Según el fiscal Landru había obtenido de todas aquellas muertes la nada despreciable cantidad de 35.642 francos con 30 céntimos.

El 24 de febrero de 192 el presidente de la República francesa, Alexandre Millerand, rechazó la petición de clemencia que se le presentó. El 25 de febrero de 1922 Landru fue guillotinado en la cárcel de Versalles. Sus últimas palabras fueron:

- Me gustaría terminar cuanto antes este asunto enojoso. No quiero hacer esperar a mi verdugo.