Alfonso XIII

Alfonso XIII, el padrino del ballet

Durante la Primera Guerra Mundial, los Ballets Rusos de Diaghilev estuvieron en España y contaron con un protector especial: el propio monarca

El rey Alfonso XIII contempla las vistas de Madrid desde la azotea del edificio de Telefónica, en octubre de 1927
El rey Alfonso XIII contempla las vistas de Madrid desde la azotea del edificio de Telefónica, en octubre de 1927telefonicaARCHIVO FOTOGRAFICO ALFONSO XIII

Al estallar la I Guerra Mundial los reconocidos internacionalmente Ballets Rusos de Diaghilev decidieron quedarse en España. Habían llegado a Europa en 1909, con Nijinsky y estrenando ballets tan conflictives en su momento como “El pájaro de fuego”, “La consagración de la primavera” o Petrushka de Stravinsky. Sergei Diaghilev revolucionó el mundo de las Artes y descubrió geniales bailarines, bailarinas, compositores, escenógrafos, pintores o directores de orquestra. La primera vez que actuaron en Madrid fue el 26 de mayo de 1916. ¿Por qué recalaron en España? Manuel Escrivá de Romaní y de la Quintana, conde de Casal, invitó a Diaghilev y a su Ballet a actuar en España. La invitación la tramitó en nombre del rey Alfonso XIII, que se consideraba a sí mismo el padrino del Ballet. Los Ballet estaban en New York. La realidad es que no deseaban pasar toda la guerra en América. Teniendo en cuenta la neutralidad de España, aceptaron la invitación. Actuaron en Madrid, San Sebastián, Barcelona, Valencia, Bilbao y muchas capitales de provincia. Para el público español interpretaron ballets como Thamar, Les Sylphides, Carnaval, Scheherezade, Le Solet de Nuit, El pájaro de fuego, Petrushka. Aquí vinieron Leonide Massine, Adolf Bolm, Lydia Lopokova, Nijinsky o Stravinsky.

Gracias a su estada en España se relacionaron con Manuel de Falla, Pablo Picasso, José María Sert, Joan Miró. También a Antonia Mercé “La Argentina”, Encarnación López “La Argentinita”. De todo aquello surgió, en 1919, el ballet “El sombrero de Tres Picos” de Falla. En 1959 Antonio, Ludmilla Tchérina y Massine lo inmortalizaron en la película “Luna de Miel”. Hasta ahora hemos hablado de los pros. Hubo algún contra. La primera tuvo lugar al llegar la compañía, en barco, al puerto de Cádiz. Uno de los baúles, con las partituras y la escenografía del ballet Thamar, cayó al mar. Solo fueron rentables las actuaciones que llevaron a cabo en el Teatro Real de Madrid, el Liceo de Barcelona, victoria Eugenia de San Sebastián, Principal de Valencia. Los teatros de provincias o el Teatro Infanta Isabel de Madrid, a parte de no estar acondicionados, no tuvieron público. Uno de los que se arruinaron fue el empresario Arturo Serrano.

Cultura española

El número de artistas en cada representación variaba. Por ejemplo, en el Liceo actuaron 314 entre bailarines, bailarinas, comparsas, figurinistas y orquestra. En el Teatro Real ascendió a 450. En las capitales de provincia se reducía a 160. Viajaron por toda España. Su llegada era un acontecimiento que rompía la paz y tranquilidad de esas poblaciones. Diaghilev se interesó por la cultura española. Visitó el Museo del Prado y se quedó deslumbrado con el ambiente de los cafés cantantes de Madrid y Andalucía. Todo aquel ambiente y la inspiración de Alfonso XIII dieron su frutos. Impresionado por los cuadros de Goya y Velázquez ideó, con música de Gabriel Fauré, decorados de Carlo Socrate, vestuario de José María Sert y coreografía de Leónide Massine, el ballet “Las Meninas”. Estrenado en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián el 21 de agosto de 1916, interpretado por Sokolova, Woizikowsky y Massine.

Aunque un ballet menor, al interpretarse solo dos veces, no nos podemos olvidar de “Cuadro flamenco”. El vestuario y decorados eran de Picasso. El cante, la guitarra y las palmas los protagonistas musicales. El elenco estaba formado por Sánchez Valencia “El Estampio”, María Albaicín, La rubia de jerez, La Gabrielita del Garrotín, La López, El Moreno, Maté el sin pies, y Víctor Rojas Monje, hermano de Pastora Imperio. Después de la I Guerra Mundial los Ballets regresaron varias veces a España, pero centraron sus actuaciones en el Liceo de Barcelona. De aquella relación entre Alfonso XIII y Diaghilev surgió una anécdota, que relató Ernest Ansermet en sus memorias. Dice así…

Después de una representación en el Teatro Real de Madrid, durante la I Guerra Mundial, visitó a los Ballets Rusos el rey Alfonso XIII y su familia. Ernest Ansermet, director de la orquestra, se quedó sorprendido cuando el rey le comentó: “Por su aspecto y su barba, debéis ser moscovita”. Ansermet le respondió: “No, Señor, soy suizo”. Alfonso XIII, dirigiéndose a Diaghilev le preguntó: “Entonces, ¿qué es lo que usted hace en esta troupe? Vos no dirigís, no bailáis, no tocáis el piano. ¿Qué es lo que hacéis?”. Diaghilev le respondió: “Majestad, yo soy como vos: no toco el piano, no danzo, no hago nada, pero, soy indispensable”. Falleció en Venecia el 19 de agosto de 1929. Los momentos posteriores a la muerte de Diaghilev fueron tumultuosos, pero eso lo contaremos otro día.