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Cuando Don Juan de Borbón abofeteó a su hija Margarita a propósito de Franco

En una ocasión, la infanta hizo un chiste sobre él y se ganó la reprimenda de su padre
La Familia Real en Villa Giralda; a la derecha, don Juan de Borbón y la Infanta Margarita
La Familia Real en Villa Giralda; a la derecha, don Juan de Borbón y la Infanta MargaritaLRLR

Madrid Creada:

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Con tan sólo tres años, en octubre de 1942, la infanta Margarita de Borbón y Borbón, hermana del Rey Emérito Juan Carlos, se trasladó con su familia a Ouchy, en Lausana (Suiza). La Familia Real huía entonces de los peligros de la guerra y buscaba refugio en un país neutral. A esas alturas, la antigua ama checa de Margarita, que era una excelente puericultora, había comentado a María de las Mercedes, condesa de Barcelona, que su hijita cada vez que movía las manos no se las miraba, al contrario que los niños de su edad.
Comenzó entonces un trasiego por los más afamados oftalmólogos de Italia y de Suiza, incluido el célebre doctor Hermenegildo Arruga de Barcelona, cuya labor científica le valió el condado de Arruga. Todos los especialistas coincidieron, sin excepción, en el fatal diagnóstico: la infanta distinguía tan sólo un punto de luz y sombras, y padecía así un mal irreversible. Margarita, en efecto, había nacido ciega en la Clínica Americana de Roma. Sus padrinos de bautismo fueron Esperanza de Borbón, hermana de su madre, y su tío, el infante sordomudo don Jaime. Como la madrina no pudo asistir y la representó su hermana Dolores, la infanta Margarita ironizaba años después con que tenía en realidad dos madrinas.
Desde sus primeros pasos, la infanta fue educada por sus padres para que, dentro de su limitación, pudiese valerse por sí misma, y eso incluía no hacer demasiadas distinciones con sus hermanos y primos. Su madre advertía de los peligros de ese trato tan exigente: «No sé –dudaba la condesa de Barcelona ante su biógrafo Javier González de Vega– si nos pasamos un poco, pues a veces [Margarita] es demasiado atrevida. La recuerdo cuando en Normandía, en el Castillo de Eu, se subía por tejados altísimos, y los primos le decían: Margot, el pie izquierdo... ahora el derecho. ¡Y sigue siendo igual!».
En Ouchy alquilaron la villa Les Rocailles, en la Rue Roseneck, cerca de Vieille Fontaine y de la iglesia del Sagrado Corazón. «A Suiza llegamos –recordaba Margarita al periodista José Antonio Gurriarán– hablando francés y español. En realidad, el inglés lo empezamos a aprender en Lausana, con miss Jackson. Lo chapurreábamos, cuatro cosas, pero el inglés bien, con más materia y fundamento, lo empezamos a aprender en Portugal. Mi abuela y mi padre querían que hablásemos siempre español. En Suiza, con los amigos, y entre nosotros los hermanos, a veces hablábamos en francés. Y mi padre se indignaba…».
Vieille Fontaine era propiedad de la reina Victoria Eugenia. Pudo comprarla con el dinero que le dieron por una cruz con esmeraldas incrustadas. Pero fue en el espléndido jardín que descendía en pendiente hacia el lago, en Les Rocailles, donde más jugó Margarita con sus hermanos. A sólo doscientos metros, la infantita tenía como vecinos a sus primos Alfonso y Gonzalo de Borbón Dampierre, que residían en el hotel Royal, rodeado también de un hermoso jardín. El 2 de febrero de 1946, los condes de Barcelona abandonaron Suiza para instalarse en Portugal. Llegaron allí el día de la Candelaria. El embajador español, Nicolás Franco, fue a recibirles y les ofreció, en nombre de su hermano, el Generalísimo, una estupenda casa. Pero Don Juan, herido en su orgullo, rechazó el ofrecimiento con un argumento irrefutable: «Los reyes no cobramos mientras no funcionamos». De aquellos años, Margarita recordaba el sonoro bofetón que le propinó su padre por contar un chiste… ¡sobre Franco! En su larga conversación con José Antonio Gurriarán, mantenida en su propia casa de Madrid, en diciembre de 1998, la infanta evocaba así aquel lacerante episodio: «Sí, me acuerdo de una torta bien dada que, además, me dolió mucho porque yo adoraba a mi padre. Conté un chiste de Franco y me pegó una torta, al tiempo que me preguntaba, molesto: “¿Quién te ha enseñado eso?”. Yo le dije: “¡Ay, papá, no sé, alguna compañera!”. Él me respondió: “Pues no te rías nunca si te cuentan algún chiste de esos, no tiene ninguna gracia”… Muchas veces le oí decir que Franco era el Jefe del Estado español y que, por tanto, no teníamos derecho a hablar mal de una persona que, en definitiva, dirigía nuestro país». Verlo para creerlo, teniendo en cuenta las archiconocidas disputas entre Franco y Don Juan durante tantos años, culminadas con el salto dinástico que, a modo de puñalada trapera, asestó el Caudillo al conde de Barcelona en favor del hijo de éste, designándole sucesor suyo en la Jefatura del Estado a título de rey.

«NO, YO NO VEO»

La infanta Margarita reclamaba más cariño que sus hermanos por su indudable limitación física. Su amigo alemán Nils Peter Sieger contaría años después al periodista José Antonio Gurriarán que, cuando había mucha luz, la infanta podía distinguir algunos colores, como el azul y el blanco, y que por eso le encantaba iluminar todo el salón cada vez que iba de visita a su casa. «Una vez –recordaba Nils Peter– la acompañé [a doña Margarita] a una cena con dos alemanes. La señora de la casa la servía en el jardín, y estábamos Margot, los dos alemanes y yo, que, como sabes, soy también alemán. Al servir el vino, la señora le tendió la copa a la Infanta, ésta dio un manotazo y vertió el vino en el vestido de la señora, que se indignó y dijo: “¿Usted no ve?”. Margot le respondió, con gran tranquilidad: “No, yo no veo”».

La fecha: 1946

Margarita, sobre su padre: «Muchas veces le oí decir que Franco era el Jefe del Estado español y que, por tanto, no teníamos derecho a hablar mal de él».

Lugar: Estoril

La infanta añadía, años después, sobre el bofetón: “Sí, me acuerdo de una torta bien dada que, además, me dolió mucho porque yo adoraba a mi padre».

La anécdota

Todos los especialistas coincidieron en que la infanta distinguía tan sólo un punto de luz y sombras: Margarita nació ciega en la Clínica Americana de Roma.