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El sorprendente origen del semáforo: entre el rojo y el verde

El primer semáforo se instaló en Londres en 1869: un instrumento de brazos con una luz verde y una roja que se accionaban manualmente. El ámbar se añadiría después

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Las mañanas de lluvia en las ciudades mediterráneas parecen invivibles, a pesar de la existencia de semáforos, los coches se atascan en los cruces y el inmovilismo atenaza la ciudad, sólo disuelto por el pitido del gendarme que gesticula sustituyendo los esféricos luminosos. En los días de lluvia, este maravilloso artefacto ordena el caos pese a que algunos los ignoren prefiriendo las sanciones. El primer semáforo de la historia no era como los mecanismos actuales. Su diseño consistía en dos brazos verticales con dos lámparas de gas. De día, cuando el brazo estaba en posición vertical indicaba «seguir» y cuando estaba en posición horizontal indicaba «parar», y de noche se utilizaban las lámparas de gas con los colores verde para «seguir» y rojo para «parar», accionadas de forma manual por un policía. El invento era muy similar a los utilizados en las líneas ferroviarias que indudablemente inspiraron a su inventor, el ingeniero ferroviario John Peake Knight.

El primer semáforo fue instalado originalmente cerca de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en Londres, en la intersección de las calles George y Bridge en 1869, siendo retirado al año siguiente ya que una explosión accidental hirió gravemente al policía encargado de su funcionamiento. El fracaso de esta idea hizo que otros inventores buscaran la forma de mejorarlo: así en 1910 Ernest Sirrine mejoró el semáforo volviéndolo automático. El sistema de Sirrine usó las palabras no iluminadas «stop» (pare) y «proceed» (continúe), pero sólo era útil durante el día. Así en 1912 Lester Wire, un oficial de policía de Salt Lake City, optó por regresar al anterior sistema con las luces rojas y verdes. Aunque era manual, la innovación fue usar luces eléctricas y un zumbador para advertir del cambio de estado, además permitía a las estaciones de policía y bomberos cambiar el estado del semáforo en caso de emergencias. Este invento nunca fue implementado ya que Wire era funcionario estatal. 

El primer semáforo automático que utilizaba luces rojas y verdes fue patentado en California en 1917 por Willian Ghiglieri, y fue utilizado en todas las ciudades del Estado: primero en San Francisco y luego en Los Ángeles , ciudad que tenía el registro más alto de automóviles per cápita del mundo. Si bien este sistema de luces rojas y verdes inspiradas en las luces ferroviarias era útil para la circulación de vehículos pero no lo era tanto para los peatones que veían limitada su libertad de circulación ya que el semáforo estaba estrictamente en verde el tiempo necesario para evitar los choques de vehículos sin que los peatones pudiesen cruzar en muchos casos los calles. Pero claro, no pasó mucho tiempo hasta que se descubrió otro problema: según se iban multiplicando los semáforos, surgía la necesidad de conseguir policías para cada uno de ellos que colaborasen a sincronizarlos para que se pusieran en rojo y verde de manera eficaz. El primer sistema de sincronización de semáforos se instaló en Salt Lake City, Utah, en 1917. Tenía seis semáforos (en seis intersecciones diferentes) controlados con un solo interruptor…manual, por supuesto.

Una tercera luz: ámbar

En 1920 Willian Pots, un oficial de policía de Detroit, introduce la luz amarilla en los semáforos, avisando al conductor del cambio inminente de color. Estos semáforos de tres luces aún tenían dos brazos y distaban mucho de ser similares a los actuales. Este mecanismo no fue patentado por Potts, ya que trabajaba también en la función pública, sino por Garret Morgan en 1923, quien vende su patente a General Electric.

En España, el primer semáforo se colocó en el cruce de la calle Alcalá con la actual Gran Vía, exactamente el 17 de marzo de 1926. Fue la empresa SICE, vinculada por entonces a la compañía General Electric, quien tenía la patente del diseño de los semáforos, quien se encargó de instalar la primera «farola de señales luminosas para regular la circulación de peatones y vehículos», como lo llamaron en un inicio. Por aquel entonces, ese era el lugar donde residían las principales firmas de automóviles y concesionarios, como Citroën, Fiat o Renault.

Los semáforos con sus tres colores existen en todas las grandes ciudades del mundo, ya no son necesarios ni policías, ni interruptores ni banderas para indicar el cambio de color teniendo en cuenta el tráfico rodado y las intersecciones con otras calles. Hoy en día, la regulación del tráfico se hace mediante algoritmos desde un centro de control con un software especializado. En 2011 se introdujo también la tecnología de luces LED para reducir el consumo de electricidad, las cuales no solo sirvieron para ahorrar en energía, sino para otorgar una buena visibilidad a los peatones. La educación vial no fue coetánea a la instalación de los primeros semáforos, vendría muchos años más tarde; no fue hasta la década de los cincuenta cuando se introdujeron las célebres figuras humanas que resaltan sobre los colores para regular a coches y peatones de manera conjunta. Los niños españoles de los años setenta y ochenta lo tenían claro con la canción del «Auto Nuevo» que cantaban Los payasos de la tele: «¡rojo,amarillo y … verde!».