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Juanjo Artero: "Si no me preguntan por "Verano azul'' me enfado"

Foto: Cipriano Pastrano
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Juanjo aún conserva la mirada pícara de Javi. Sí, resulta inevitable sentarse a su lado y no hablar de «Verano azul», la serie que causó sensación hace 40 años y cuyo éxito va parejo a la trayectoria de Artero. Él habla con cierto hartazgo del tema aunque siempre con un poso de cariño y respeto. «Hay veces que lo he llevado peor», reconoce. Cerveza en mano en «El Kiosko» de Pozuelo nos descubre por qué ha cogido tanto apego a los personajes de policía en las diferentes ficciones que ha protagonizado y cómo le ha sentado ser «el marido ideal» de Oscar Wilde, obra con la que ha acudido este verano al Festival de Teatro Clásico de Peñíscola.

¿Le han hecho alguna entrevista en la que no le preguntaran por «Verano azul»?

No, en todas cae alguna pregunta al respecto. De hecho, si no lo hacen me enfado. Es normal, lo entiendo y para mí es un orgullo. En ciertos momentos de mi vida me molestaba porque sentía que no me daban oportunidades o me encasillaban en aquella etapa, pero con los años he aprendido a gestionarlo.

Es que empezó con el listón muy alto...

Claro, y luego tuve que bajarlo y no es una tarea sencilla. Aquello ocurrió cuando tenía 14 años y han pasado 40 desde que comenzamos a rodar la serie. Estos años han sido una montaña rusa y siempre con la angustia presente de que no salga un nuevo trabajo. Yo he sido afortunado y no me ha faltado, pero la duda siempre está ahí.

¿Dónde le fichó Mercero?

En una piscina de Madrid. Me vio y me propuso hacer unas pruebas. Yo ya quería ser actor así que me puse como loco. Cuando fui al primer casting iba muy nervioso, iba con Mercero en el coche a los estudios y fue una experiencia mágica. Recuerdo que me confundía todo el tiempo con el personaje de Chanquete y de Pancho, como los dos tenían «ch»... Mercero me decía: «Juanjo tu eres el chulete del grupo».

Con un éxito tan precoz, ¿se saltó alguna etapa de su adolescencia? ¿Perdió su inocencia demasiado pronto?

Qué va. Si de hecho todavía no soy adulto, así que imagínate. Tuve una infancia y una adolescencia que todavía me dura. He sido un afortunado. Nunca dejé de ser niño y sigo siéndolo. Creo que en cierto modo es algo positivo.

Pues su mujer estará contenta...

La esencia de las personas es la que es. Realmente no se cambia con el paso de los años. Uno nace con alma, luego se cogen vicios y demás, pero el alma se mantiene y a ella se suman sensaciones y experiencias, pero la esencia sigue ahí.

¿Le ha enseñado Oscar Wilde a ser «Un marido ideal»?

Eso debería de responderlo mi mujer, que es la que me aguanta. Pero el personaje que interpreto en la obra es maravilloso y he aprendido mucho de él. Nunca antes había hecho una obra de Wilde y ha sido fantástico.

Su padre, cirujano cardiovascular, trató a Franco en sus últimos días. ¿Le ha contado los entresijos de aquellas consultas?

Algo me ha contado, pero siempre ha sido muy respetuoso con la privacidad de sus pacientes. Yo muchas veces le dicía: «Papá, ¿es cierto que Franco murió antes de lo que se dijo oficialmente» Él me responde que vaya tontería. «¡Cómo se iba a ocultar a Franco muerto!». También nos recuerda a veces cuando fue a sondar al dictador y él levanto la falda a modo de militar y le dijo: «Proceda».

También tuvo en sus manos la vida de La Pasionaria...

Sí, pero a ella sólo le puso un marcapasos.

Después de su experiencia en «El barco» supongo que no le habrá dado por embarcarse en un crucero...

Me encanta navegar, pero como capitán sería un desastre, el mar me impone mucho. Yo soy más de que me lleven y disfrutar del mar. El éxito de la serie fue brutal, de hecho en Rusia compraron los derechos y hasta mi propio traje de capitán. Es increíble

¿Por qué tiene tanto éxito en papeles de policía? ¿Es su profesión frustrada?

En la vida real, en mi día a día, tengo muy poco de «poli», pero parece que delante de una cámara se me da bien. Lo cierto es que de pequeño me gustaba jugar con el tema de las pistolas y volvía locos a los niños, vendrá de ahí el asunto.