Juan Scaliter

La canción del futuro: un «hit» para cada ser humano

El top ten de los próximos años no estará creado de forma masiva, obedecerá a los estados de ánimo gracias a la tecnología neurocraneal.

La tecnología neurocraneal será clave para conocer los gustos musicales de los ciudadanos
La tecnología neurocraneal será clave para conocer los gustos musicales de los ciudadanoslarazon

El top ten de los próximos años no estará creado de forma masiva, obedecerá a los estados de ánimo gracias a la tecnología neurocraneal.

Nuestra canción favorita, ¿sabríamos explicar por qué nos gusta tanto? Puede que nos recuerde un evento memorable o que nos lleve a un estado de ánimo determinado. En 2018 un estudio dio el pistoletazo de salida para un nuevo estilo de creación musical. Los autores descubrieron una explicación simple y hasta medible que explica nuestra preferencia por una canción sobre otra.

Los responsables señalan que las canciones más populares tienden a incluir acordes raros, es decir, suelen tener lo que llamaríamos una sorpresa armónica. La sorpresa armónica se puede describir como el momento en el que la música se desvía de las expectativas de los oyentes. Así, los científicos predijeron que estos cambios en la estructura podrían generar una respuesta placentera en el cerebro. Pero los autores señalan algo más: no es solo el elemento sorpresa de una canción lo que el cerebro considera placentero, sino también el regreso a la normalidad.

Así, el cerebro disfruta de la sorpresa solo hasta cierto punto.

Este conocimiento fue la base sobre la que se construyó gran parte de la industria musical cerebral. Una vez que los expertos comprendieron cómo se podrían construir éxitos, compararon las secuencias, ritmos y armonías de miles de temas exitosos, buscaron las coincidencias y elaboraron nuevas tonadas (alegres, tristes, para bailar...) que se convirtieron a su vez en nuevos miembros del club Top Ten. Las grandes compañías, los estudios de grabación y hasta algunos músicos se aliaron con universidades y científicos para garantizarse un lugar en las emisoras. Es cierto que hubo grupos y cantantes que se resistieron a usar la ciencia para hacer diana en el público y siguieron creando obras inesperadas, algunas mejores y otras ya olvidadas.

Este auge de los éxitos –en 2025 casi un 80% de la producción musical se encontrará entre las preferidas del público– hizo que los oyentes se cansaran un poco ya que, la realidad es que no todos tenemos el mismo gusto y no se puede agradar a todos.

Fue entonces cuando surgió una nueva tecnología destinada al individuo más que a la sociedad. Los fabricantes de cascos de alta gama comenzaron a utilizar la tecnología neurocraneal en sus dispositivos para analizar y conocer la respuesta neurológica de los usuarios a diferentes estímulos. La tecnología neurocraneal consiste básicamente en el análisis de las ondas cerebrales en tiempo real y, más importante aún, su interpretación mediante inteligencia artificial y la capacidad de generar una respuesta para continuar esa onda o interrumpirla.

A eso se unió la música evolutiva, canciones que gracias al sistema de «machine learning» cambiaban de ritmo o armonía dependiendo del momento y el ánimo del oyente.

Desde ese momento se acabaron prácticamente los éxitos a gran escala y se comenzaron a consumir canciones que respondían y evolucionaban al ritmo de las ondas cerebrales de cada persona. Esta evolución no solo influyó en los gustos individuales, adaptándose a cuando nuestro cerebro señalaba que le apetecía música alegre o reflexiva, sino que también cambió nuestra manera de trabajar, estudiar y hasta de conducir.

Si los cascos neurocraneales detectaban que precisábamos una mayor concentración debido a la tarea que estábamos realizando, por sí mismo reproducía temas que inducían a ese estado. Lo mismo ocurría si lo que buscábamos era conciliar el sueño o hacer deporte. De hecho el ritmo y la melodía no solo inducían cierto tipo de ondas, sino que esto generaba la liberación de hormonas, lo que posibilitó el uso de esta tecnología para diferentes tratamientos, desde adelgazamiento, hasta terapias vinculadas a la depresión o trastornos neurodegenerativos.