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Lecturas

Los libros de la semana: de los textos póstumos de James Salter a la relación entre Pinochet y el nazismo

César Pérez Gellida también aterriza esta semana con «Nada bueno germina», coincidiendo entre novedades con la evocadora autora japonesa Syou Ishida

Augusto Pinochet escolta al nuevo presidente Salvador Allende en su camino a la catedral en Santiago el 4 de noviembre de 1970.
Augusto Pinochet escolta al nuevo presidente Salvador Allende en su camino a la catedral en Santiago el 4 de noviembre de 1970.Thomas Billhardt/ Camera WorkAgencia EFE

Crítica de ««No guardar nada» ★★★★: Aquí están los textos que James Salter no quiso que guardaran

Fallecido en 2015, su esposa se encontró numerosas cajas de textos a pesar de lo que el autor solía repetir: no guardes nada

James Salter
James SalterEd BetzAgencia AP

Por Diego GÁNDARA

Todo lo que un escritor escribe, así se trate de ficción o de no ficción, o incluso de papeles dispersos, acaban conformando eso que se llama su obra, algo que muchas veces no puede siquiera controlar. Y menos, claro, después de muerto, cuando aparecen en cajones y desvanes y en archivos de ordenadores notas, cuadernos, libretas y material que, aunque póstumo, acabará, también, siendo parte de su obra.

Es lo que ocurrió con la obra de James Salter (escritor estadounidense nacido en Nueva Jersey en 1925 y fallecido en 2015) tras su muerte y gracias, de alguna manera, a su esposa, quien se encontró con cajas de textos que el autor de «Años luz» había guardado cuidadosamente, algo que, según la esposa ponía en entredicho aquello que Salter solía repetirle a menudo: no guardes nada.

Pero Salter, sin embargo, lo había guardado todo. Y parte de ese todo que guardó es lo que constituye «No guardar nada», un libro compuesto por treinta y cinco textos en los que el autor se explaya sobre los temas más diversos, sobre cuestiones relacionadas con el cine, con el alpinismo y también con la escritura y la literatura.

Notas y borrradores

«No sólo había una copia acabada de todo lo que había publicado, sino también sus notas y borradores», recuerda su esposa en el prefacio de este libro que refleja, ante todo, el interés de Salter por los temas más variados. Pero, asimismo, muestra también algo más: su agudeza, que se impregna a su mirada y se traduce en una escritura clara, a veces distante con el lector y a veces tan cercana; especialmente se trata de contar sobre el oficio de escribir o sobre la obra de otros escritores, como el dedicado a Isaak Bábel, que es, en ese sentido, uno de los textos más hermosos del libro: todo un canto de amor y de fidelidad a la vida y a la escritura. El resultado es un libro en el que Salter tampoco se guarda nada y, así se trate de entrevistas con autores, de crónicas de viaje y deportivas o de cuestiones relacionadas con la belleza natural o sus años como piloto de caza y su participación en Corea, tampoco se guarda nada y consigue, con pocas palabras, decirlo todo y decirlo de manera directa, sin fisuras.

Lo mejor

La variedad de temas que se cruzan aquí siempre con una luminosa escritura

Lo peor

El libro no tiene fisuras, lo que persiste es el atractivo estilo de Salter

Crítica de «Calle Londres 38» ★★★★: El regimen de Pinochet y el nazismo, cara a cara

En «Calle Londres 38», Philippe Sands hace coincidir al dictador con Walther Rauff, inventor de las cámaras de gas móviles

El escritor y abogado inglés Philippe Sands, presenta su nuevo título 'Calle Londres 38'
El escritor y abogado inglés Philippe Sands, presenta su nuevo título 'Calle Londres 38'Marta PérezAgencia EFE

Por Jesús FERRER

En 1998 era detenido en Londres el dictador chileno Augusto Pinochet, acusado por un juez de la Audiencia Nacional española de los delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desa-parición de personas durante los años en que gobernó el país andino. Esto dio lugar, hasta marzo del año 2000, a un proceso penal de extraordinaria repercusión política y legal.

El escritor Philippe Sands (Londres, 1960), especializado en derecho internacional, ha novelado este hito histórico cruzándolo con la personalidad de Walther Rauff, oficial de las SS alemanas e inventor de las cámaras de gas móviles, quien tras la Guerra Mundial conseguiría refugiarse administrando una empresa conservera chilena. El cruel dictador y el militar nazi coincidirán en siniestras complicidades y oscuros intereses. Este libro es la narración novelada de dicha colaboración, aunando en sus páginas la crónica periodística, el alegato democrático, la denuncia de conculcados derechos humanos así como el relato pormenorizado de un perverso tiempo histórico. Sands tuvo la oportunidad, contratado como abogado por Human Rights Watch, de ser testigo directo de aquel proceso contra Pinochet, lo que le permitió ahondar personalmente en los testimonios de quienes sufrieron las terribles consecuencias de aquella dictadura, con el trasfondo de las iniquidades de la ideología nazi.

Amenidad y rigor

Así lo manifiesta en su declaración de objetivos: «Esta es mi interpretación basada en lo que yo he visto, oído o leído. Es un viaje personal. Trata de la justicia, la memoria y la impunidad en distintos momentos y lugares; de los hilos que entretejen nuestras extrañas vidas, en las que tan a menudo surgen preguntas y coincidencias». Además de la documentación jurídica expuesta con sorprendente amenidad y minucioso rigor narrativo, se detallan los entresijos políticos del caso, con el apoyo al dictador de la mismísima Margaret Thatcher, la acogida que tuvo Rauff integrándose en una respetabilidad social que en absoluto merecía y la necesidad de que ninguna impunidad sea posible.

En suma, una extraordinaria novela de no ficción de imprescindible y apasionante lectura.

Lo mejor

El trepidante ritmo narrativo con el que se aborda esta fascinante historia

Lo peor

Poco negativo hay que decir de un libro de tan minuciosa elaboración

Crítica de «Nada bueno germina» ★★★★: El lúgubre evangelio de Pérez Gellida

El «efecto Gellida» alcanza en «Nada bueno germina» su máximo esplendor en forma de una suerte de ética de la tensión narrativa

César Pérez Gellida
César Pérez GellidaJavier CebolladaAgencia EFE

Por Ángeles LÓPEZ

Pérez Gellida echa la llave del cerrojo como solo él sabe hacerlo: con la violencia justa para que escueza y con el ritmo exacto para que no respiremos. También le suma ese nihilismo tan suyo que convierte el serrín de la historia en un légamo espeso donde las emociones, más que florecer, fermentan. «Nada bueno germina» no es solo un título, es un dictamen. Bajo su superficie rocosa –la de una España descompuesta por la guerra, la epidemia y la hambruna– no hay redención posible, solo la ilusión de que los pecados del pasado pueden enterrarse en el olvido. Pero Gellida, que escribe como quien desentierra cadáveres con las garras, no cree en esas ilusiones. Por eso ha creado a Sebastián Costa y Antonia Monterroso: dos fugitivos de sí mismos, dos amantes del cuchillo y la carne quemada, que avanzan sobre una tierra donde cada paso es una traición y cada beso una herida.

Aquí el «efecto Gellida» –término que acuñé y del que me honro porque le admiro– cobra su máximo esplendor. No es solo la estructura perfecta del «thriller» –la persecución, la máscara, el simulado refugio, el regreso del enemigo–, es ese temblor de fondo, esa sospecha constante de que los personajes están vivos de más, que sienten de más, que sufrirán lo suficiente para que el lector no salga indemne. Gellida, como los buenos narradores malditos, no busca empatía; busca complicidad. Aspira a la genialidad casi aritmética del suspense. Nos obliga a mirar donde duele, y lo hace con la solvencia de quien lleva más de una década esculpiendo el género negro con bisturí de cirujano y espíritu de forense. Monterroso es su nuevo milagro narrativo. No se trata de un personaje «potente», sino de una mujer real: hecha de hambre, de rabia, de deseo sucio. Y Sebastián Costa, héroe de barro y pólvora, es el reverso amoral de una España sin brújula. Juntos conforman una pareja tan trágica como inolvidable, como si Bonnie y Clyde hubieran nacido en un olivar y se hubiesen amamantado de opio.

El «gellidismo» vuelve a ser una ética de la tensión. Una forma de narrar el crimen sin piedad, pero acatándolo. Y «Nada bueno germina» es su evangelio final: lúgubre, bellísimo, cruel como la historia. Una novela que no florece: arde. Y en ese fuego, una vez más, este gran autor lo ha conseguido.

Lo mejor

Es una narración brutalmente honesta con un suspense que te deja sin aliento

Lo peor

Que su pesimismo extremo y la violencia emocional pueden resultar sofocantes

Crítica de «Te receto un gato» ★★★: Regresa la curiosa magia curativa de la ficción asiática

«Te receto un gato», de la japonesa Syou Ishida, se une a las novelas orientales que tratan de forma «curativa» variados temas

Syou Ishida
Syou IshidaPLANETA

Por Lluís FERNÁNDEZ

Hay un género literario japonés actual realista pero con un componente mágico que se manifiesta a veces como realismo poético y otras como un cuento fantástico desplazado. En el caso de «Te receto un gato», de la japonesa Syou Ishida, sigue ambas líneas que unen el realismo poético con el cuento fantástico desplazado. El mundo creado por Ishida es amable, realista, pero en él se descubren agazapados los elementos esenciales del cuento popular: un gato que tiene propiedades curativas y un excéntrico psicólogo y su malhumorada enfermera que recuerdan dos personajes que ocupan el lugar desplazado del bondadoso mago y la ogresa.

Pero el subgénero que unifica las novelas orientales traducidas estos últimos años en España es la «ficción curativa». Unos, como los que tratan de forma poética la cocina y la literatura en el contexto de un policiaco leve («Las deliciosas historias de la taberna Kamogawa» de Hisashi Kashiwai o «La asombrosa tienda de la señora Yeom» de la surcorena Kim Ho-yeon); otros, en tanto dramas policiacos, como «Seis Cuatro» de Hideo Yokoyama o dramones gore como «Strange Pictures» de Uketsu.

La vida moderna

¿Qué tienen en común novelas tan dispares? La levedad de lo policiaco y su encuadre poético o mágico como pretexto para hablar sobre el tipo de vida de los japoneses y surcoreanos, su conflictiva relación familiar y el estrés de sus rígidas vidas laborales. El aspecto literario así lo refleja: una literatura descriptiva, de prosa sencilla, divida en capítulos autoconclusivos que se engarzan en un relato central que acaban por restaurar la unidad familiar y laboral perdida por la deshumanización de la alienante vida moderna.

En este libro aparece lo poético mezclado con lo mágico, pues a la vez que restaña la vida familiar perdida y un mejor entendimiento profesional, elementos esenciales de la «ficción curativa», los personajes episódicos entran y salen de la misteriosa clínica de Kokoro tratando de darle sentido a sus vidas. Y son esos gatos que les receta el médico los que imaginariamente operan la magia curativa. Una obra curiosa. Bondadosa. Mágica. Y, en algún aspecto, curativa.

Lo mejor

La bondad que destila esta ficción curativa durante toda la trama de la obra

▼Lo peor

Seguir la moda oriental de una novela sencilla con personajes cambiantes