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El aquelarre de Dolores Redondo

Publica «Las que no duermen», novela cargada de leyendas y brujería, y segunda parte de una tetralogía
La escritora Dolores Redondo, junto a la sima de Legarrea
La escritora Dolores Redondo, junto a la sima de LegarreaCarlos Ruiz B.k

ELIZONDO (NAVARRA) Creada:

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Tras hallar el cadáver en 2015 del joven desaparecido siete años antes, Iñaki Indart, decidieron proceder a limpiar el lugar del crimen: la sima de Legarrea (Navarra). Sobre aquel lugar existían rumores y leyendas, y se contó con un equipo de espeleólogos no sólo para eliminar basura acumulada, sino también para descartar la veracidad de una de estas historias, terrible y macabra. Pero resultó ser real: en 2015, hallaron los restos de Juana Josefa Goñi y sus seis hijos, todos ellos arrojados a aquel pozo de 60 metros de profundidad en 1936. Según los estudios que se han realizado sobre ello, que no han concluido de manera unánime aunque sí hay versiones cada vez más aprobadas por los especialistas, este suceso queda lejos de un ajuste de cuentas entre bandos de la guerra. «El propio esposo y el hijo mayor de Juana Josefa estaba en el ejército, y ella provenía de familia de militares navarros», explica la escritora donostiarra Dolores Redondo. Entonces, ¿qué motivos pueden llevar a arrojar por una sima a una madre embarazada con sus seis hijos? «Porque era bruja, porque era bellísima, porque no iba a misa, porque practicaba una antigua religión, porque hacía sus pócimas y sus hierbas y porque provenía de una familia que ya consideraban como brujas», resume.
Aquel doloroso hallazgo corrió a cargo de un equipo liderado por Francisco Etxeberría, antropólogo y forense reconocido a nivel nacional por su papel en la investigación sobre los restos de los hijos de José Bretón. También encontró, relata Redondo, «todos y cada uno de los huesos de esta familia, y su historia me inspiró mucho para la protagonista de esta novela». Publica «Las que no duermen» (Destino), novela negra repleta de misticismo y que figura como la segunda entrega de «Los Valles Tranquilos», tetralogía en cuya escritura ahora Redondo (Premio Planeta 2016) se encuentra volcada.
La autora ha realizado un breve parón en su escritura de la próxima entrega para explicar, desde el corazón de esta nueva historia, qué inquietudes le han llevado a llevar a la ficción tan terrible tragedia. En Elizondo, población navarra cercana a Gaztelu, donde se encuentra la sima de Legarrea, la autora se ha reunido con la Prensa, bajo el abrigo de los verdes tintados de tonos ocres y otoñales, y junto a la humedad, ese ingrediente indiscutible tanto en esta zona como en las novelas de Redondo. «Ya con el título lo dejo claro: este libro es un homenaje a esas mujeres que no nos fuimos a dormir cuando nos mandaron. Uno de los símbolos de la brujería es estar despiertas durante la noche», explica. La novela, de hecho, además de la protagonista Nash Elizondo, está repleta de potentes personajes secundarios, también femeninos, que a la escritora le recuerdan «a mi propio aquelarre, donde llevamos la sororidad auténtica, y que nos deja renovadas cada vez que nos juntamos», define.
La escritora Dolores Redondo
La escritora Dolores RedondoCarlos Ruiz B.k
Redondo regresa, por tanto, y con un nuevo personaje, al paisaje que tanto le ha dado. Vuelve a los valles navarros de la mano de su protagonista, una psicóloga forense que documenta el origen de una leyenda sobre brujería en la citada sima. Cuando desciende, encuentra, más que ritos y leyendas, es el cadáver de Andrea Dancur, una joven desaparecida tres años atrás. El hallazgo se produce en 2020, y nuevas pistas obligan a reabrir una investigación que se desarrolla en dos planos diferentes: por una parte, a través del método científico. Por otra, mediante una rama que Redondo revela y con la que trata de dar una perspectiva innovadora a esta nueva creación de su género negro particular: profundiza en la psicología de las víctimas.
Todo ello, rodeado de un misticismo que ya es imprescindible en sus obras, así como de aportaciones que dejan entrever la eterna relación que, aunque desde de la ficción y de la invención de historias y matices, se establece siempre entre trama y autor. Dice Redondo que, de no haberse podido permitir vivir de la literatura, «sería chef y, si no, cardióloga». Lo primero es su pasión, y lo segundo nace de su labor de documentación. «Para las tres últimas novelas, tuve la suerte de conocer al que fue Presidente de la Asociación Española de Cardiología, una eminencia, y me asesora de forma extraordinaria», recuerda Redondo, «algo que me ha regalado la escritura es conocer a profesionales apasionados de diferentes ámbitos». Y avanza que ya está siendo aconsejada «para la próxima novela, con otro gran profesional que no puedo desvelar, pero me tiene enamorada», concluye.
Hace 11 años Dolores Redondo publicó «El guardián invisible», la primera entrega de su exitosa «Trilogía del Baztán». A día de hoy, y tras 7 novelas publicadas –sin contar la que ahora presenta–, afirma que «sigo aplicando la misma fórmula que utilicé entonces. Estoy de acuerdo en que la novela negra no puede tener magia, pero sí mística. Y aquí vuelvo a creencias propias de la zona, esa especie de síndrome de Baztán que sientes cuando estás imbuido en el tono que te da la naturaleza», explica la autora.