Maïwenn dirige la redención a la francesa de Johnny Depp: "No tengo por qué enjuiciar su comportamiento"
El actor da vida a Luis XV en «Jeanne du Barry», el nuevo trabajo de la cineasta sobre la cortesana favorita del monarca
Creada:
Última actualización:
Complicado rebajar el nivel de expectativas a la hora de enfrentarse a una película de época palaciega si nos remitimos al imaginario cinematográfico de relatos históricos y nos asalta, en un rapto de memoria selectiva, el barroquismo kitsch de la «Maria Antonieta» de Coppola, el preciosismo narrativo del «Barry Lyndon» de Kubrick y esos interiores opacos alumbrados únicamente por la luz de las velas o al virtuosismo inapelable de aquel plano secuencia con el que Sokúrov transformó el Museo del Hermitage en una sinfonía invernal de belleza secular a través de «El arca rusa».
«“Jeanne du Barry” no es en este caso una película polvorienta, en el sentido de que no he intentado restituir la historia o integrar elementos únicamente porque son históricos. Te confieso que por lo general no suelo intentar saber lo que se dice de mis películas, no me gusta. Pero de manera casual terminé en una página en la que se hablaba de esta película y la gente dejaba de manera sorprendente correr su ira en los comentarios que leí. Parece ser que no incluí varias cosas históricas que debía haber incluido», asegura arrojada en entrevista con LA RAZÓN la cineasta francesa Maïwenn acerca del tono, el ritmo y la ortodoxia secuencial escogidos para la creación de su último trabajo centrado en la figura de Jeanne du Barry, cortesana de la corte de Luis XV y favorita del monarca, cuya herramienta principal de ascensión social fue la seducción.
"Siempre he defendido que hago ficciones. No estoy aquí para dar lecciones de historia"
"Vamos a ver, cuando se hace una película, lo que cuenta son tus ideas, la mirada que tú vas a aportar. Si intento hacer una película histórica al pie de la letra, convierto mi trabajo en un documental. Siempre he defendido que hago ficciones. No estoy aquí para dar lecciones de historia. En este caso lo que me interesaba, lo más importante para mí, era la historia de amor, aportar algo poético, importante, bello a todo esto. Quiero defender el ángulo. Concibo esta historia como un cuento de hadas inverso", justifica en referencia al dibujo que se perfila en la cita de la historia de amor entre ambos.
En esta redención profesional de un Johnny Depp enfangado mediáticamente tras su polémico y esperpéntico litigio con Amber Heard, encargado aquí de resucitar –por difícil que resulte reconocerlo con esa expresión aséptica enterrada en el polvo versallesco de su rostro– al «Bien amado», asistimos al relato cronológico de la vida de una mujer que, en palabras de la realizadora «no se plantea demasiadas preguntas si lo piensas, quiere que la amen, que la acepten. Quiere que la enseñen también, aprender más. Tampoco es una santa: era veleidosa, calculadora y muy interesada. Una mujer universal y completamente atemporal».
Un perfil, al cabo, estereotipado de mujer que «siempre va a verse por desgracia sometido a ataques contra ella de una forma totalmente injustificada. El mero hecho de que sea joven y acceda al poder inmediatamente hace pensar que lo hace por interés propio, no porque esté enamorada de la persona con la que está», señala. Y continua: "Desde luego la figura de Jeanne tuvo muchísimo poder en aquella época, pero creo que al mismo tiempo sigue siendo el retrato de una mujer contemporánea. No haría falta escarbar mucho para encontrar una amante de un jefe de Estado mucho más joven que él, que ha salido “de la calle”, que carece de estudios como era el caso de Jean, y que de pronto se encuentra metida en las altas esferas de poder. Tengo la sensación de que esta mujer existe todavía hoy, la tenemos cerca".
Cuando preguntamos por la convivencia entre la ambición y la integridad dentro del retrato histórico de la figura femenina, Maïwenn no tiene dudas: "creo que se puede ser ambiciosa e íntegra al mismo tiempo. El amor y la ambición pueden ir de la mano perfectamente. Puedes amar el poder, pero también sentir admiración por el otro. Hay hombres y mujeres que no pueden enamorarse de alguien sin sentir una admiración por la persona que tienen delante”, indica.
"Es algo totalmente personal lo que ha vivido Johnny Depp, pero en este caso se ha mediatizado. Oyendo a ambos, los dos son creíbles"
En cuanto a la elección de Depp como este rey de Francia que tuvo diez hijos –sin contar con los nombres de la descendencia ilegítima– que compensaba su desinterés por la toma de decisiones políticas con su destacada contribución al mundo de la cultura y las artes, la víscera del deseo se mantuvo por encima del condicionamiento de la razón. «Reniego de esa cosa absurda de la fidelidad nacional. ¿Es una película francesa y por tanto debo elegir un actor francés? No, no, en absoluto. Escojo al actor que me gusta, solo cuenta el deseo de trabajar con él. Se habló muchísimo de la vida privada de Johnny Depp. Cuando estuvimos en Cannes vivimos un auténtico bombardeo de preguntas sobre el tema, pero te puedo decir que yo ya le había escogido antes de que saliera el juicio. No me pareció correcto abandonarle después de que eso sucediese. No hago a la gente lo que no quiero que me hagan a mí y no tengo por qué enjuiciar su comportamiento, no es un asunto donde haya muerto alguien ni se haya cometido un asesinato. Es algo totalmente personal lo que ha vivido Johnny Depp pero en este caso se ha mediatizado. Oyendo a ambos, los dos son creíbles», reflexiona. Casi tanto, como el recorrido vital de Jeanne.
Extremadamente discreta en la defensa explícita del #MeToo y salpicada por alguna que otra polémica de corte reciente tras ser acusada de agredir y escupir a un periodista, (hechos negados por la francesa) Maïwenn apunta al proceso de disociación que se genera cuando te pones detrás de la cámara cumpliendo con la función de directora siendo al mismo tiempo la persona que se encuentra delante como actriz para ejemplificar la fijación que ha llegado a desarrollar por la figura de la última amante del rey.
"Cuando eres directora te olvidas de tu cuerpo: no importa si estás bien maquillada ni los gestos que expresas con tu cara, físicamente no existes, estás para mantener la energía de ese plató. Cuando yo empecé a dirigir y a actuar en el mismo trabajo, siempre me asignaba un perfil bajo de personaje. En “Mi rey” por ejemplo, preferí escoger una actriz para el papel, no hacerlo yo, porque no podía bajar al infierno (como hace este personaje) y dirigir a la vez. Eran sensaciones demasiado contradictorias. En este sentido Jean siempre estuvo en mi cabeza, siempre tuve la voluntad, el deseo de interpretarla. Llevaba desde 2006 con esta película rondándome, empezamos a trabajar en ella en 2017: sentía que debía estar preparada intelectualmente para hacer esto. Un día mi hija recuerdo que me dijo “bueno, ¿por qué no coges otra actriz?” Pero ese no era el problema. Estaba convencida entonces y sigo convencida ahora de que yo soy Jeanne y nadie más podía interpretarla”, remata convencida.