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Estreno

"La mala familia": los 400 y pico golpes

Luis Rojo y Nacho A. Villar debutan con un brillante ejercicio de no ficción que sigue a un grupo de jóvenes justo tras ser condenados judicialmente por una pelea en una discoteca

"La mala familia", película de no ficción de Nacho A. Villar y Luis Rojo
"La mala familia", película de no ficción de Nacho A. Villar y Luis RojoSIDERAL / AMIGOS SOL.

El visionado se deja sentir como un fierro por las costillas, un acicate casi y, si uno es un poco empático, hasta una llamada a la acción. Pero esa invitación nunca es conducida, siempre trata de ser visceral. "La mala familia", debut como dúo en el largometraje de Nacho A. Villar y Luis Rojo, llega este fin de semana a las salas de cine, tras un espectacular paseo por festivales (Rotterdam y Sevilla) y un próximo estreno en Netflix para todo el mundo. Y es que lo eléctrico de sus imágenes, que se detienen solo para escuchar a sus atribulados protagonistas, cautiva desde el primer minuto, como si sus 82 minutos de metraje fueran capaces de contener la rabia (la perdición y las malas decisiones, también) de una generación entera de hijos de inmigrantes.

"El contexto de la película pasa por un grupo de colegas. Luis (Rojo) y yo trabajamos juntos desde hace muchísimo tiempo, siempre con no actores. La película nace cuando Andrés, el protagonista, recibe el requerimiento judicial por el que puede pasarse varios años en la cárcel y cómo esto es fruto de una pelea de chavales a la puerta de una discoteca. Ahí tenían 18 y la carta la llega cuando tiene 24. Esa frustración llevó a la idea de grabar el proceso", explicaba Villar a LA RAZÓN en el último Festival de Sevilla, sobre un filme que bien podría ser un cruce entre "Los 400 golpes", algo de Alain Tanner y algo de Eloy de la Iglesia.

"La mala familia", de Luis Rojo y Nacho A. Villar
"La mala familia", de Luis Rojo y Nacho A. VillarSIDERAL / AMIGOS SOL.

Inquietudes formales, inquietudes generacionales

Villar, bajando la pelota a ras de cancha, explica que su objetivo principal era no perder de vista la naturalidad: "Nosotros tenemos nuestras inquietudes formales y estéticas, pero no podíamos renunciar a la comodidad de los chavales. No podíamos generar imposturas. Se trataba más de trabajar el dónde, por nuestra parte, que el qué. Eso era más imprevisible", explica, antes de que Rojo explore los riesgos de lo etnográfico y lo condescendiente cuando se trata de hacer un retrato de este calibre, sobre personas incluso en riesgo de exclusión: "Es una realidad de la que formamos parte, también por nuestro contexto social. Vivimos en los mismos barrios que los chavales, así que no es algo externo de lo que apropiarnos. Hay un punto interesante, y es la horizontalidad, porque así crecemos nosotros con la película. Todos hemos evolucionado para cuando llegamos al final", añade.

Y sigue, el co-director, sobre las sensibilidades en las que raya su filme: "No diría que con pies de plomo, pero sí sabíamos que meter una cámara ahí era algo delicado. No queríamos que se volvieran frágiles, al revés, queríamos que los chavales se hicieran fuertes en pantalla", completa, antes de analizar un elemento central en "La mala familia" como es el de la asimilación. Contra sistemas de integración fallidos, como el francés o el estadounidense, donde la cultura única arrasa con todo, el modelo español se basa en la asimilación, desde lo religioso a lo gastronómico, desde el uso hasta la costumbre. Y ese sistema, con todo lo bueno y todo lo malo que implica, se deja sentir crudo en el trabajo de Villar y Rojo, uno de los estudios -quizá sin pretenderlo- más interesantes sobre la post-inmigración en España: "Es una realidad. La película retrata a un grupo de chavales madrileños, hayan nacido aquí o no. Unos con padres dominicanos, pero nacidos aquí, aunque eso signifique poco para la jueza, la policía o una persona racista. Es algo con lo que ellos conviven diariamente, ese racismo subyacente", completa.

Sin grandes gestos, con pura verdad testimonial y con un sentido cinematográfico que a veces puede derrapar hacia el videoclip pero se contiene en su manierismo indie, "La mala familia" no solo es uno de los trabajos de no ficción más importantes, más brillantes del año en el cine español, sino que también se puede interpretar como una oda a los márgenes, a los de la sociedad y a los de la industria. Es la demostración, al fin y al cabo, que otro cine, con otros esquemas organizativos (incluso colectivos) es posible. "El grupo nace como una manera de defenderse, un poco, de todos aquellos a los que en el colegio trataban distintos. El constructo del racismo, al final, se te va metiendo dentro hasta sin querer. Si la Policía te para siempre porque sí, se te crea una animadversión a la Policía. Pero eso se aplica también al colegio. Si te dicen todos los días que eres un mal estudiante, te lo acabas creyendo", se despide Villar.