Ramoncín: “Cuando a alguien no le gusta lo que dices, eres un facha o un rojo. Es algo terrible”
El músico vuelve a Madrid para repasar su trayectoria y estrenar nuevos temas en directo, mientras ve con asombro cómo se dan a la vez la nueva era de corrección política y de grueso calificativo en el debate público
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Comienza la conversación con un reto para los escépticos: «Vente a vernos y hablamos. Yo no voy a sacar pecho, pero este oficio se trata de un ejercicio de personalidad. De no parecerte a nadie, de hacer lo tuyo y ser reconocible. Y siempre con la sensación de que estás empezando», dice José Ramón Márquez, Ramoncín, sobre su estado de forma y el de su banda, que el viernes actúan en Madrid (Teatro Barceló) repasando una carrera de más de cuatro décadas y sin pensar nunca en que nada es «otro día más en la oficina. Eso te mata. Por eso estrenaremos algún tema nuevo que me tiene entusiasmado», adelanta el músico. «Si no te crees que eres el mejor, no te subes al escenario, pero si lo crees y en el fondo sabes que te estás engañando a ti mismo, tampoco deberías. Se trata de estar a la altura», cita como el mantra vital que, a sus 66 años, sigue cumpliendo. «Miro a mi alrededor en el local de ensayo y al que más cerca está de mi edad le saco 15 años». ¿Algún pacto con el diablo mediante? «Ya sabes que yo soy el diablo, así que no tengo que firmar ningún papel».
Sigue yendo por la calle de su infancia, la Calle Canarias, tocando con una mano la realidad para escribir con la otra canciones. Por eso, cuando tenía el nuevo disco ya preparado, lo desdeñó tras la pandemia. «No representaba lo que sentía, las cosas que me preocupaban eran otras o las quería expresar de forma diferente. He salvado algunas canciones, pero otras habían perdido el sentido», dice Ramoncín, que presentará en cambio «No volarán», un tema nuevo que «habla de los mentirosos, del odio. De ser engañado del tener que volver a donde a dónde vienes. ¿De dónde eres? ¿Quién eres, en fin? Esas estrofas en el año 2020 no se me habrían ocurrido», admite.
«Gentofobia»
Eso mismo hacía cuando, a finales de los años 70, publicó sus primeros discos. «Yo creo que en la vida me he inventado pocas cosas, que los personajes de los que hablo, existen. Lo que me asusta es que sigan existiendo, que sigan teniendo sentido. Fíjate que ‘’Marica de terciopelo’' sigue vigente 44 años después, cuando hay gente que no puede vivir libremente su sexualidad o es golpeada en la calle, en España, no en otro país, por hacerlo. También me perturba que, antes de cantar ‘’La chica de la puerta 16′', siga teniendo que recordar a las 35 mujeres asesinadas este año». Hay cosas que no cambian porque, como afirma Ramoncín, no son cuestiones políticas, sino de educación: «Yo soy ‘’gentófobo’'. Me gustan las personas, pero no la gente, así en la masa manipulable e incivilizada –explica–. La educación tiene que venir de tu casa. El machismo se combate con la educación, el entendimiento y el respeto y eso no se aprende en la escuela. Hay que llevar la lección aprendida de antes». Sin embargo, cuantas más posibilidades de conocimiento tenemos al alcance de la mano, más manipulados vivimos. «La gente ha decidido no saber, ni aprender, ni estudiar. Creen que lo tienen en el teléfono y por eso cuando leen un titular, se lo creen. Y hay otra falacia: ‘’todas las opiniones son respetables’'. Bueno, pues no lo son. Todo el mundo tiene derecho a expresarse, pero eso no quiere decir que todo sea legítimo», explica.
Ramoncín sufrió la censura, la que existía realmente al final del franquismo, y se escandaliza por la más difusa que impone hoy la corrección política. «Mi primer disco me lo calificaron para censura entero. Y lo grabamos igualmente. Y en 1978 salí a actuar en directo en TVE y le dediqué ‘’Marica de terciopelo’' a ‘’los presos que todavía tenéis en las cárceles’'. Pero te digo una cosa: Tenemos preparadas para tocar en directo unas 40 canciones de las que hacemos 25 cada noche. No creo que ni una sola de ellas pudiera pasar el ojo de la censura de hoy». Como tertuliano en ejercicio, conoce el peso de las opiniones. «Por algo como lo que estoy diciendo ahora mismo, seguro que sale una asociación o un grupo de ciudadanos o un partido político que ya tiene para ti el calificativo: eres un facha». «Esa manía de llamar a la gente facha o comunista o lo que sea es algo realmente terrible. Porque despojas a las personas de su condición humana, lo cosificas. Ya no eres más que un facha». Tenemos la piel más fina y la lengua más larga que nunca. «Una veces te dan un carnet –de facha o de rojo– y otras te lo quitan. Yo no voy a ser menos de izquierdas porque no pienso a decir ‘’elles’' ni con una pistola en la cabeza. Y no voy a ser menos español porque no llore cuando veo pasar la bandera. A mí la bandera me da igual, pero soy tan español como cualquiera. Pero eso es lo que está pasando en este país, que unos se creen los dueños de una cosa y otros de la otra». Y una última declaración de intenciones, como opinador: «A mí jamás me ha dicho nadie lo que tengo que decir ni que escribir. Nunca lio he permitido. Ahora vas a una tertulia y ves a la gente leyendo las ideas-fuerza de un partido o de otro en el iPad. Luego exigimos otras cosas a nuestros políticos, pero son los que nos merecemos, desgraciadamente».