RE: Selvático animal

Santi Balmes: «Que se ponga en duda el derecho a la libertad creativa asusta»

Tras 25 años liderando la banda Love of Lesbian, el artista echa la vista atrás y reconfirma que el grupo, de larga trayectoria, es la segunda familia de sus miembros

La banda Love Of Lesbian publican en 2021 "V. E. H. N.", su nuevo álbum
La banda Love Of Lesbian publican en 2021 "V. E. H. N.", su nuevo álbumArchive

Santi Balmes, el carismático líder de los ya míticos Love of Lesbian, tras veinticinco años al frente de la banda y semiconvaleciente por dos hernias inguinales que padece y de las que será operado en breve («los riesgos laborales del rock star: primero la salud mental, el ego, y luego las hernias. Por ese orden», bromea) hace balance del recorrido. «Yo clasificaría el viaje como una trilogía», cuenta. «Primero, la etapa en la que cantábamos en inglés, y en la que éramos otra banda. Con el mismo nombre, pero otra banda. Una que a pesar de la atención que recibíamos de la Prensa especializada, aún estaba en una búsqueda de la personalidad. Son tres primeros discos que podría considerar más maquetas o demos que otra cosa. La segunda parte, lo serio, cuando encuentras tu fórmula de discurso, sería a partir del álbum “Maniobras escapistas”. Y la tercera ya sería la de nuestra expansión a Latinoamérica, cuando ya todos los pasos aquí estaban dados. Estábamos en una posición muy dulce y ese auge en Latinoamérica hizo que volviéramos a tocar en garitos pequeños, como cuando empezamos. Y volvió a pasar lo que ya había pasado aquí, pero al cabo de unos años». Y es que no han parado un segundo tras la pandemia y el confinamiento, lo que ya predecía Balmes: «Yo ya me imaginaba que esto iba a suceder. Cuando una sociedad ha estado en esta situación tan claustrofóbica, era algo predecible. Me imaginaba el futuro, en aquel momento, como una nueva Belle Époque, como tras la Primera Guerra Mundial. Y eso es casi lo que está pasando. La gente en los conciertos está mucho más eufórica, hay como unas ganas de desquite. El efecto pendular». Tras 25 años juntos sobre un escenario, ese cambio no les pasa desapercibido. 25 años en los que ha cambiado el público, la industria… y el indie. ¿Qué le pasa al indie? ¿Ha muerto, es puro postureo? «Al indie lo que le pasa», reflexiona el músico, «es que es un concepto cíclico. Nosotros lo fuimos en su momento, estuvimos en discográficas independientes, y luego acabamos en una multinacional. Más que nada porque necesitábamos dar un salto y no estancarnos, era el paso lógico. Al final lo que pasa es que el mundo del arte es un lugar en el que se producen mestizajes, cópulas imposibles, retoños híbridos… Y yo soy muy fan del mestizaje como concepto. Me parece muy enriquecedor».

No es ajeno Balmes a la conversación pública ni al efecto de las redes sociales en ella. «Estoy intentando desaparecer de ellas», cuenta. «No dejarlas, pero sí crear una distancia entre lo que me pueda afectar y lo que no. Y no solo de aquellas cosas que me incumben directamente, sino de otras que acabas viendo: linchamientos sociales, casi quemas de brujas. Parece que ahora somos todos McCarthy. Lo digo en una canción, incluso». En la canción «Los irrompibles», de su álbum «V.E.H.N. (Viaje épico hacia la nada)», cantaban que «hasta un idiota hoy en día es policía moral». «Últimamente», añade, «empieza a ponerse en duda incluso el derecho a la libertad creativa. Y eso asusta».

El grupo Love of Lesbian durante su actuación ayer sábado en la tercera jornada del festival internacional de Benicasim (FIB 2022) que se celebra en la localidad castellonense.
El grupo Love of Lesbian durante su actuación ayer sábado en la tercera jornada del festival internacional de Benicasim (FIB 2022) que se celebra en la localidad castellonense.Doménech CastellóAgencia EFE

No cree Santi que la cosa vaya a mejorar a corto plazo. «No lo creo, no. Hay mucho ruido que entorpece la conversación y el debate público. Por eso mi opción es alejarme. Creo que se ha acentuado en los últimos cinco años. Y yo estoy muy de acuerdo con muchísimas posturas de hoy en día, pero creo que a veces se matan moscas a cañonazos. Hay que discernir el grano de la paja y cada vez es más difícil. Pero hay que reconocer también que las redes tienen cosas buenísimas, como el sentido del humor. Y también es cierto que el lenguaje escrito carece de algunos matices. El oral obedece a un tono de voz, a un contexto, a una situación, una manera, una dulzura, una modulación… Por escrito eso se pierde. Y hay gente que por escrito, al perder muchos matices, resulta odiosa. Se pierde mucha carga del código que compartimos y hemos infravalorado su efecto. Pero me alejo yo, no Love of Lesbian». Un nombre este que no ha dejado de darles problemas. «Aunque tuvimos y tenemos muchísimas fans lesbianas, también hay algún sector que nos echaba en cara que sin haber ninguna chica en la banda nos llamásemos así. Pero somos un grupo de música, podemos abarcar el terreno de la ficción. Los Rolling no eran una banda formada por cantos rodados. Ni hay una Antonia Font en Antonia Fon», ríe. Un nombre que, aunque cuenta la leyenda que nace de la anécdota cierta de una torpeza (Balmes grabó una escena porno lésbica sobre el video de su propio bautizo y su familia la proyectó en una tarde de domingo familiar) tiene su germen real en «una especie de flash que tuve hace veinticinco años: una banda que fuera muy ambigua, muy desinhibida, y que me inspiraba libertad. Una banda imaginaria formada tanto por chicos como por chicas, pero en aquella época no había tantas chicas que se quisieran dedicar al mundo de la música».

Volver a casa

Más de dos décadas después de aquel flash, el grupo se dispone a empezar el año compaginando la gira de su último trabajo, V.E.H.N., que finalizará en el WiZink Center de Madrid el 4 de noviembre de 2023, con el comienzo de la grabación de los temas para el próximo disco. «Y vendrán también proyectos más experimentales, cada uno por su cuenta», explica. «Porque también tenemos ganas de probar cosas que no sean la misma fórmula. Casi por obligación artística necesitas probarte y ponerte en peligro con otro tipo de proyectos, mucho menos ambiciosos. Estar en Love of Lesbian es como estar en un trasatlántico que te permite coger una lancha de vez en cuando y visitar una isla sabiendo que vas a volver». Volver a casa, claro. Porque Love of Lesbian es ya la segunda familia de sus miembros. «Nos queremos mucho, a veces pasamos más tiempo con la banda que con la propia familia. Somos una banda muy bien avenida porque, en este juego de compensación de fuerzas en el cual unos tiran de un lado y otros aportan desde otro ángulo, es muy importante la aceptación del rol de cada uno y el respeto al del otro. Ese es el secreto. Ese y que nos reímos mucho juntos. Somos muy conscientes de la grandísima suerte que tenemos de trabajar con amigos».

De amor y monstruos

Por Javier Menéndez Flores
Hubo un tiempo fabuloso, cuando aún podías decir indie sin que te sobreviniera un ataque de tos, en el que Love of Lesbian transitó el dulce territorio de la música por puro amor al arte. Festivales como acampadas de los «boy scouts», amigos para siempre en cada bar, las canciones como una brisa capaz de desbaratar el mal en cualquiera de sus formas. Esas mansas aguas sufrieron un tifón cuando, doce años después de que todo comenzara, el disco «1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna)» los hizo levitar: chicos «Rolling Stone», bendita Joy Eslava, bendita Razzmatazz, Londres, Buenos Aires, disco de oro… y la vida cambió de rostro. Aquello era el imposible con el que tanto habían soñado, pero cómo ver en el momento de un triunfo que este, y no sólo un fracaso, lleva en su ADN el fin de la inocencia.
Su siguiente cometido fue ocuparse de las sombras –la noche eterna y falaz– y de la luz –los irrecuperables días no vividos–, y hubo más Londres, y México llegó para quedarse, y bendita seas La Riviera, y un nuevo disco de oro. Era su Momento y se abrazaron a él como se abrazan los amantes cuando el alba disipa la oscuridad que tanta felicidad les ha regalado.
Los años han corrido veloces desde entonces y hoy pesan como si fuesen de hierro, solo que ellos han logrado situarse a la altura perfecta, entre los grandes y los pequeños, donde no te hartas pero tampoco te quedas con hambre. Y allí donde solían gritar, hoy susurran. Aunque los incendios siguen quemando igual, qué coño, por más que sean de nieve.
Y a pesar de que hay días en que la vida se levanta guerrera y notas que una luz vertical cae sobre los objetos como la hoja de una guillotina, has de convencerte de que pesa más el azul que el negro. Porque de la misma manera que hay walkie-talkies que te permiten conectar con el pasado, hadas que son uno mismo, tirolinas balsámicas, a veces puedes ver la bruma en su mirada y anticipar la tragedia que viene. Pero el diccionario, pese a su esencia tiránica, tiene joyas capaces de salvarte en un segundo de la caída al precipicio: telépata, éxtasis, boreal, sonámbulo, manantial, pálpito. Y de esa emoción sanadora que procuran las palabras es de donde no hay que salir jamás. Porque hay dos cosas que en todos estos años se han mantenido inalterables en Love of Lesbian: el modo de engendrar las canciones, a partir de la literatura, y el amor como fundamento. Un amor con múltiples caras y formas, explícito, irónico o surrealista, pero siempre el amor. El que se come con piel, el que se respira desde la piel, el que es la piel misma.
Si digo amor –«amor»–, algo tiembla. Si digo amor –«amor, mi amor»–, los buenos ganan a los malos. Si digo amor –«amor, mi amor, mi vida»–, aplasto a los monstruos. «Yo mataré monstruos por ti, / sólo tienes que avisar». Dos versos pueden resumir toda una trayectoria, y estos lo hacen. Love of Lesbian es eso.
Cada uno de nosotros es único, pero después de una debacle todos volvemos al mar porque es ese amigo que nunca defrauda. Allí donde el dolor se rinde y te sabes tu propio dios. Y donde es imposible no sentirse vivo. Y nos refugiamos en aquellas canciones que parecen contener todas las canciones y reparar todas las heridas. Que te alejan de ti mismo y te redimen. «Rodar y rodar y rodar…».
En la fase de los rescoldos, cuando ya no quema tanto y apenas duele, comprendes que eres alguien afortunado: todavía respiras y el espejo te sigue queriendo. Y así también se aniquila a los monstruos, ¿verdad, Santi?