Camarón en Barcelona en 1979, un genio fuera de sitio
Una noche de verano de 1979 el artista flamenco ofreció un frustante concierto en un festival donde no encajaba, y donde compartía cartel con artistas como Jeff Beck
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Camarón no rehuía la modernidad, pero tampoco fue nunca un rockero ni un artista de jazz (aunque usase elementos de estos géneros). No lo fue ni siquiera en 1979 cuando acababa de grabar «La leyenda del tiempo», rodeado de los iconos de la Sevilla eléctrica de los setenta (Kiko Veneno, Ricardo Pachón, Pata Negra…). Lo que tenía a borbotones era carisma, así que no extrañó a nadie verle en un cartel junto a estrellas internacionales como el guitarrista Jeff Beck y clásicos del jazz como Stanley Clarke y el supergrupo The Weather Report. Fue en la Plaza de toros Monumental de Barcelona, el 13 de julio de 1979, donde acudieron 10.000 personas, 5.000 según otras revistas de la época. En los primeros carteles no aparecía el cantaor flamenco, pero luego le incluyeron –en pequeño–, acompañado por Tomatito (cuyo nombre no figuraba) y del legendario grupo Dolores, conocidos por su trabajo con Paco de Lucía.
Aquella noche todo salió mal: empezando por el clima desabrido y siguiendo con la anomalía de que Camarón abriese el concierto. Tenía que manejarse con el potente equipo de sonido de los estadounidenses, espectacular pero demasiado complejo (una mesa de sonido de 48 canales), aparte de que «los guiris» limitaban el volumen de los teloneros para engrandecerse (una feísima costumbre). También fueron implacables con el tiempo en escena: a la media hora, cuando la cosa despegaba, un público entregado se encontró con la sorpresa: «Se hartaron de aplaudir hasta que una rápida e intempestiva iluminación general de la plaza nos convenció, tanto a los del escenario como a los del ruedo, de que aquello había acabado», recuerda José Manuel Costa en su crónica en «El País». Podrían haber aprendido la lección y hacerlo mejor al día siguiente, pero el festival no se celebró en Madrid porque el promotor no había conseguido la cesión de Las Ventas ni del estadio del Rayo Vallecano. Y ahí terminó la gira de «La Leyenda del tiempo».
La página web Flamenco Barcelona desliza la teoría de que esa noche José Monje Cruz decidió que el rock había muerto para él. Ya venía calentito por el rechazo de ciertos sectores a su disco más arriesgado: «Si no me entienden, ya me entenderán, a partir de ahora guitarra y palmitas, y mis 2 millones y medio por actuación», replicaba a quienes cuestionaban su álbum. La cosa duró hasta su muerte: en verano de 1990, Mick Jagger manda buscar a Camarón y le ofrece cinco millones de pesetas por cantar en una fiesta privada que iba a celebrar en Madrid. La respuesta del gaditano no tiene desperdicio: «Esos gaches no saben de flamenco». Con Camarón no se juega. En el plano personal, las estrellas del show de Barcelona le trataron bien, sobre todo Stanley Clarke, que se mostró fascinado en camerinos con su poderosa voz cuando solamente la estaba templando.
Aunque parezca increíble, no existe grabación de lo que ocurrió aquella noche, excepto un breve registro casero que aparece en el documental «Tiempo de leyenda», de Rubén Sánchez-Montes. Se trata de la bambera que da título al álbum, una canción inolvidable que ha enganchado ya a tres generaciones de camaroneros, desde los que le descubren en tiempos de Lole y Manuel hasta quienes le buscan en Spoti porque Rosalía rima con la frase «llevo a Camarón en la guantera» («Con altura»). La bambera es uno de los palos más sutiles y flotantes del flamenco, que se inspira en el movimiento de los columpios antiguos, los que se colgaban de las ramas de un nogal.
Todavía hoy quedan aficionados en Barcelona que piensan que Camarón nunca presentó «La leyenda del tiempo» en su ciudad, cuando en realidad fue el único concierto que hizo para promocionar ese álbum. Las escasas ventas disuadieron a todos de la idea de una gira. La reacción de su público natural ante el disco fue tan hostil que en la primera Bienal Flamenca de Sevilla, en 1980, Camarón solo recibió el voto de una peña flamenca para incluirle en el cartel (otro artista que recibió un solo voto fue Enrique Morente). Pasado el tiempo, quien estuvo en la Monumental presume de su buena fortuna: «Hasta hoy ese concierto es nombrado. ‘‘Rubem, yo estuve, tengo el tíquet’’ o ‘‘Mira, mi madre y mi padre se conocieron en ese concierto’’ y ahora yo estoy aquí», recuerda el percusionista Rubem Dantas.
Es cierto que en aquella noche extraña, donde a Camarón solo le dejaron cantar media hora, todo tenía un punto inusual. Entraron al camerino y lo encontraron lleno de frutas y flores, algo a lo que no estaban acostumbrados. En la rueda de prensa anterior al espectáculo, alguien preguntó al cantaor qué sentía al tocar en el mismo escenario que un artista de la talla de Jaco Pastorius, legendario bajista que formaba parte de Weather Report. Camarón tuvo que admitir que no sabía a quién se referían. Aquel no era su mundo.